El primer automóvil que circuló en Piedras Negras

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Rigoberto Losoya Reyes.

El 1 de enero de 1952 se publicó en la revista Marte, (número 15) un artículo de Manuel Faz Villarreal, un amante de la historia de Piedras Negras, Coahuila. El tema fue acerca del primer vehículo automotriz que circuló en la ciudad de Piedras Negras, y que en aquellos años se llamaba Porfirio Díaz.

La crónica es muy rica en detalles por demás interesantes. Su autor, cita que su propietario, Fructuoso García Zuazua, un miembro de la alta sociedad de la vecina ciudad de Eagle Pass, Texas, pero con muchos intereses económicos en Ciudad Porfirio Díaz. El propio José Vasconcelos lo recuerda en su libro “Ulises Criollo”.

Este personaje tuvo la idea de comprar “sobre pedido” un vehículo marca Oldsmobile, a la ciudad de México. Corría el año de 1904, y sería el primer automóvil que circularía en esta localidad fronteriza. En el pueblo, resultó toda una atracción ver el automóvil, cada vez que lo utilizaba su propietario, era todo un acontecimiento. Su situación económica era muy holgada, por lo que contaba con los recursos económicos para adquirir el vehículo, que ciertamente no estaba al alcance de cualquier persona. El vehículo alcanzaba hasta 18 millas por hora de velocidad. Este vehículo fue el primero que circuló en las calles de ciudad Porfirio Díaz, ante el asombro de los vecinos, que nunca habían visto algo igual en el pueblo. “Tocho”, como le llamaban sus amistades al rico propietario, pago dos mil quinientos pesos, toda una fortuna en aquellos días, en que los vientos del progreso estaban en pleno auge. Para que el lector, se dé una idea, un solar tenía ese valor en el centro de la ciudad.

 Otro personaje que radicaba también en Eagle Pass, el médico Andrew Evans, tuvo la misma idea de comprar otro vehículo, de la misma marca y modelo 1904, pero esta vez, lo mandó traer directamente de la fábrica en Detroit, Michigan. El inconveniente para el Dr. Evans, fue que el automóvil lo recibió desarmado con un manual de instrucciones para ensamblarlo. Tardó cuatro meses para ensamblarlo.  Otro inconveniente para los noveles conductores es que, en Eagle Pass y Piedras Negras, no había una sola estación de gasolina, por lo que se tuvo que mandar traer el combustible. Después, cada uno, tuvo que instalar su propia central de abasto. Total, que, para ambos personajes, resultó toda una aventura la adquisición de sus respectivos vehículos. En la ciudad de Porfirio Díaz, la circulación del vehículo causaba todo un trastorno. No había señales de tránsito, como las hay ahora. Los cocheros trataban de evitar a toda costa coincidir con el vehículo de García Zuazua, preferían conducir por otras calles. Cita don Manuel Faz que “si Tocho visitaba al doctor Evans en Eagle Pass, los aduanales de ambas garitas hacían señas de lado a lado del puente, detenían el tránsito y despejaban el camino; entonces lo dejaban avanzar”. Otro inconveniente, era las descomposturas de los vehículos. No había mecánicos, así que sus propietarios, tenían que revisar su manual y verificar el tipo de falla que estaba ocurriendo. Cuando algunos de ellos, se quedaba varado por falta de combustible, se tenía que regresar a su casa y volver en un coche tirado por caballos, una situación no muy agradable para estos personajes que no estaban acostumbrados a caminar en las calles de terracería. Tocho, se volvió más experto en el mantenimiento y cuando el doctor Evans, tenía alguna falla mecánica, acostumbraba a solicitarle ayuda a su amigo.

Si Tochito salía en su vehículo por las calles de Ciudad Porfirio Díaz, la población se conmocionaba. Los cocheros le temían más que al granizo, pues apenas lo veían aproximarse, ganaban las calles transversales, aunque en su ansia por escapar rompieran ejes y ruedas de los muebles de tiro. La narración de Faz Villarreal remata con un comentario para la historia: «La primera dama de Ciudad Porfirio Díaz en confiar su vida al subir con Tocho a su automóvil fue la señora Anita Velasco».