México: país de muertos y demagogia

0
835


“Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir.”
Francisco de Quevedo y Villegas.

“Las elecciones, a veces, son la venganza
del ciudadano. La papeleta es un puñal de papel.”
David Lloyd George.

Jorge Arturo Estrada García.

En la época del sálvese el que pueda, los muertos no paran, tampoco la demagogia. Estamos en uno de los peores momentos de la historia moderna del país. Entre la clase política ya no hay diferentes. Son los mismos, con distintas cachuchas, a quienes sus acciones y la realidad los igualan. Es época de pandemia, de vacunas y de crisis. También es tiempo de luchar por el poder. Para buscar aumentarlo o para intentar recuperarlo.

Así, el último de los liberales se subirá a su troca blanca y recorrerá el país en busca de consolidar su proyecto político personal. Sabe que su partido es casi inútil para ganar elecciones y que será indispensable que él se ponga al frente de las tropas. Él aprendió, en Coahuila e Hidalgo, que la marca Morena no basta para ganar.

En el último bastión norteño del viejo partido tricolor, su partido fue aplastado. Sin embargo, antes que presidente, Andrés Manuel es un experto electoral, seguramente el mejor del país, y no le gusta perder. Siempre está pensando en la siguiente elección. Si se trata de comentar de política mexicana es indispensable hablar de López Obrador, él es el actual referente. Da lo mismo si te gusta o no el personaje, todos los caminos conducen a él.

AMLO quiere que la elección del 2021 sea percibida como federal, casi como un plebiscito con fe ciega hacia su persona. Como un asunto de creyentes. Más de fe que de razones. De buenos contra malos. De “iguales con no somos lo mismo”. De ricos contra pobres. De los hijos de Pepe el Toro felices y pobres contra los rotos tan infelices con sus lujos y mansiones. Así se construyen las narrativas y se conquistan mentes.

 Para el PRI y el PAN, unidos o por separado, sólo les queda presentarse como fuerzas locales competitivas. Peleando distrito por distrito con sus mejores elementos, para sacar algunas victorias. El PRIAN deberá trabajar la percepción de elecciones locales y municipales que les permitan evitar ser descalificados globalmente. Ambos partidos son débiles en lo nacional, pero con reductos fuertes en lo local.

Ganar el congreso es la meta del presidente, la de los opositores es impedir que el todo poderoso presidente tenga mayoría otra vez. Saben que eso significaría un grave deterioro para viabilidad futura del PRIAN, tal vez hasta su existencia estaría en riesgo. En 150 distritos federales irán unidos, en varias localidades también. En un país sin ideologías, con militancias convenencieras, de temporal decían los antiguos cronistas, eso no será problema.

Los escenarios electorales son más dinámicos que nunca y cada localidad presenta sus características propias. Así, desde noviembre de 2019 la aprobación, entre los coahuilenses, del gobernador Miguel Ángel Riquelme subió del 37 por ciento a casi el 60 en noviembre 2020. En contraste la del presidente López Obrador cayó del 60 por ciento a 46 en el mismo período en la entidad.  El curso de la pandemia fue decisivo para el salto de MARS y el desplome de AMLO, según Mitofsky.

Durante el primer tercio de su administración, él se ha ocupado en minar los últimos recursos de los adversarios prianistas, en dominar el país controlando el dinero; en generar un estado que lo fiscalice todo, opuesto al neoliberalismo externo pero sometido al modelo económico impuesto por las potencias dominantes. Una especie de socialdemocracia imperfecta, al estilo obradorista, que le permita beneficiar a sus bases sociales y domesticar a los “fifís” mexicanos más ricos o no tan pobres. En resumen, consolidar su hegemonía, por las buenas o por las malas.

El anuncio del PRI, PAN y PRD de aliarse rumbo al súper domingo 2021 aceleró las cosas y le dio al mandatario un filón para fortalecer la construcción de su narrativa electoral para ganar la mayoría legislativa que para su proyecto político es indispensable:

“Se los dije, son los mismos, los que no se resignan a perder sus privilegios, los que favorecen a los ricos y que además son corruptos y se roban el dinero de los mexicanos. Son los que entregaron el país a los extranjeros, son los que nos heredaron las malas condiciones en que nos encontramos y un país lleno de pobres y algunos ricos en la lista de Forbes.”

Además de ataques sistemáticos, hay mucho de verdad en ese discurso obradorista, por eso ha penetrado. Son las acciones, las omisiones y los excesos de corrupción de los viejos partidos las que han generado el resentimiento que amalgama a la base social del tabasqueño.

Las clases medias más amplias de la historia del país le dieron los votos decisivos a AMLO y a Morena en el 2018, para poner las cosas como están en la actualidad. Los votos de los clasemedieros siempre inclinan la balanza hacia un lado u otro. Así lo hicieron con Fox, Calderón y con Peña. Aunque ahora hay muchos arrepentidos, luego de lo visto en el primer tercio de gestión presidencial.

No hay engaño en el rollo presidencial de primero los pobres, siempre lo dijo. Por lo tanto, el dinero se les hace llegar a ellos en sus millones de hogares. Aunque para conseguirlo, se lo quite a las entidades federativas, municipios y a los organismos autónomos diseñados y creados para intentar limitar los excesos de los gobernantes.

 Esos organismos quedaron, muchos de ellos, como cascarones carísimos, integrados por gentes afines a los que deben vigilar. Además, el presidente ni los ve ni los oye, su actitud hacia ellos es de desprecio y tratará de desaparecerlos y absorber los miles de millones que se les destinan. Él peleará para que ni el Instituto Nacional Electoral ni la constitución lo saquen de sus mañaneras.

Varias de sus acciones van en contra del modelo neoliberal tan feroz que nos impusieron: Nuevas reglas para el régimen de pensiones, salarios mínimos que aumentan 25 por ciento en dos años, dinero para adultos mayores sin distingos, intentos por acabar con el outsourcing. En suma, acciones, programas sociales y becas que alcanzan, casi sin condiciones ni transparencia, a 30 millones de hogares por lo menos y a más de la mitad de la población.

Sin embargo, navegamos en el océano del neoliberalismo global, en un barco que se llama T-MEC, en donde nosotros somos la tripulación que con su mano de obra barata satisface las necesidades de ganancias de los dueños del barco. Que, además, en nuestro caso, también son los dueños del mundo. Algunas de las acciones del presidente han sido reportadas como dañinas para el modelo exportador de las principales actividades económicas de los estados más prósperos, como los norteños y los del Bajío. Pero, eso parece no importarle.

Es notorio que la opinión pública está dividida, ya hicieron caer de 20 a 25 puntos porcentuales la aprobación del tabasqueño, anda entre 52 y 60 por ciento de calificación. Sin embargo, la opinión publicada, es cada día, desgastada, insultada y estigmatizada para tratar de inhibirla. También es cierto, que si ese porcentaje lo apoya es porque no tiene oídos para sus opositores. 

 Son tiempos muy interesantes para los reporteros, y cada día los eventos se suceden trepidantemente. La cuarta transformación es dinámica, todos los días abre nuevos frentes o destruye o modifica las herencias del pasado. La realidad terca, se mantiene como la única oposición real en este momento. El tiempo dirá.

jjjeee_04@yahoo.com