El campo mexicano en estado de depresión: sin crédito de avío ni refaccionario

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  • El presupuesto federal reducido en 27 por ciento.
  • Frente a la pandemia y la disminución de recursos federales, la población rural no ha protestado.
  • Sus líderes: callados, sumisos, agazapados.

Pascacio Taboada Cortina.

El sector productivo del campo padece depresión. Es uno de los más afectados por esquemas y programas diferentes en su aplicación implantados por un modelo de desarrollo que no termina de ser experimental.

La actitud de la población rural frente a la pandemia y la escasez de recursos del gobierno federal para el desarrollo de la producción agropecuaria, es de  preocupación y reflexión, por razón de que más del 65 por ciento de los productores del campo tienen una edad de entre 55 y 75 años; sus líderes fueron apagados “como de rayo”; mientras que el presupuesto federal de 2020 se redujo en 27 por ciento respecto de 2019 –19 mil millones de pesos menos– y, el de 2021, tampoco respondió a las expectativas.

Los pronósticos de instituciones nacionales y extranjeras, indican que México verá aumentado el número de pobres en 12 millones de personas por efecto de la pandemia y bajos índices de inversión privada y oficial, que se agregarán al 50 por ciento de la población mexicana que ya tenía esa condición en años pasados recientes. Una parte importante de esta cantidad de connacionales, vive en el sector rural.

Sobre el estado que guarda el campo mexicano, el titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos, afirma despreocupado que el sector está creciendo a pesar de la crisis económica y sanitaria. Al cierre de este año, dijo, se espera un crecimiento sectorial cercano al 3 por ciento; un superávit de más de 10 mil millones de dólares en números gruesos.   

Reconoció que México podría importar mano de obra para el sector agrícola”, a fin de atender cultivos de exportación, como “berries”, fresas, verduras y espárragos, cuando lo que urge a los pequeños y medianos productores nacionales es aumentar la productividad en maíz para consumo humano, frijol, arroz, trigo y oleaginosas, donde este país es deficitario.

Cada año y desde hace muchas décadas, la evaluación de daños por fenómenos naturales (huracanes, lluvias excesivas, sequía, heladas, granizo, entre los más importantes) afectan a un mínimo de un millón 500 mil hectáreas, de un total de alrededor de 12 millones de hectáreas del ciclo primavera-verano. El presente año fue excepcional. Prácticamente las cosechas de granos básicos se perdieron en los tres estados de la península de Yucatán, en Tabasco, Chiapas y parte de Veracruz. ¿Y las compañías de seguros, especialmente del sector oficial? No se sabe nada al respecto.

El tiempo pasa y el señor secretario de Agricultura prefiere hablar de productos de exportación y de mano de obra extranjera. Y el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria, Víctor Suárez, pone en marcha programas novedosos para aumentar productividad, calidad, sanidad en apoyo de productores del estado de Sinaloa.

Este estado y la región sur de Sonora, son ejemplos de productividad en el mundo. Primero, porque el riego es el principal factor de práctica agrícola. Las tierras de temporal son marginales. Sinaloa cuenta con once ríos y 12 presas de almacenamiento. La productividad en maíz, que es el grano que ha llevado al estado al primer lugar nacional, con casi 7 millones de toneladas al año, levantan entre 12 y 14 toneladas por hectárea.

Consideramos que, donde hay que llevar la infraestructura, la asesoría técnica, la organización de productores, las semillas certificadas y los fertilizantes modernos, es en 15 estados del país donde el promedio de cosechas de maíz es de 2.5 toneladas por hectárea, y de frijol, de 200 a 350 kilogramos por unidad de superficie.

Los dirigentes de las centrales campesinas, en el momento que deberían estar al frente de los ejidatarios, se encuentran en franca retirada, estos seudo dirigentes de la CNC, CCI, UNTA, CIOAC, CNPR, Frente Amplio Campesino, entre muchos más, se han olvidado de la clase más desprotegida, ahora se les ve disfrutando de sus ranchos, de sus camionetas último modelo, todo lo logrado a costa del esfuerzo de los hombres del campo.

Sería recomendable que el señor secretario Villalobos no debería perder la oportunidad de haber llegado a la titularidad de la SADER, después de esperar 36 años para que un agrónomo llegara nuevamente a la titularidad de esta importante secretaría del gobierno federal. Sí, desde el 1 de diciembre de 1982, el agrónomo de Chapingo, Horacio García Aguilar, fue nombrado secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos, aunque sólo conservó el puesto un año y medio. En 2018 tocó al agrónomo y doctor en Biotecnología Víctor Villalobos Arámbula, dirigir los destinos del campo mexicano.