José Guadalupe Robledo Guerrero
Hace algunos años un rector que había sido tesorero me contó -a petición mía- un ejemplo de cómo se sustraía (saqueaba) el dinero de la UAdeC en el sexenio de Humberto Moreira Valdés. La cosa era fácil: bastaba que hablara el ladrón de Javier Villarreal Hernández exigiendo por instrucciones del gobernador una millonaria cantidad de dinero de los recursos universitarios para que se entregaran, y aunque no se atrevió a decir la cantidad, era conocido que se trataba de decenas o cientos de millones de pesos.
Los mexicanos ingenuamente siguen creyendo que las universidades privadas son las ricas, y las universidades públicas son las pobres, aunque en realidad es lo contrario. Por ejemplo, el presupuesto de ingresos 2020 de la UAdeC fue de 3 mil 223 millones 214 mil 771 pesos, que comparado con el municipio de Saltillo es 412 millones de pesos superior, y con el municipio de Torreón es 328 millones inferior.
Esto viene a colación, porque en diciembre pasado, el gobierno del estado apoyó a la UAdeC con 190 millones de pesos para ayudar cubrir el déficit de 570 millones para el pago de nómina, aguinaldos, pensionados y jubilados, que es el resultado de décadas de saqueo que ha sufrido la “Máxima Casa de Estudios de Coahuila”.
La UAdeC ha sido una institución saqueada por décadas. En lo personal he denunciado ese saqueo desde que Óscar Villegas Rico llegó a la rectoría, y después todos los rectores que lo sucedieron hicieron los mismo: Jesús Ochoa Ruesga, Jaime Isaías Ortiz Cárdenas, Remigio Valdez Gámez, Alejandro Dávila Flores, José María Fraustro Siller, Jesús Ochoa Galindo, Mario Alberto Ochoa Rivera, Blas Flores Dávila.
Por ese motivo, las finanzas universitarias están en crisis, algunos dicen que en bancarrota. Eso originó que por un año de estudios en la universidad, el alumno o sus padres deben pagar cuotas de alrededor de 6 mil pesos, lo que hace difícil que los sectores pobres puedan pagarse una carrera, para mediante el estudio universitario puedan salir de su desventajosa situación económica.
Y aunque el saqueo de la Universidad no haya sido igual en todos los rectorados, lo cierto es que en donde más se practicó fue en los 24 años de los rectorados de los “Chicos Tec” encabezados por José María Fraustro Siller, quienes gobernaron la UAdeC durante más de dos décadas, y hoy son prósperos empresarios millonarios, cuya riqueza personal nada tiene que ver con sus sueldos devengados.
La crisis o la bancarrota universitaria tiene su origen en estos saqueos, pero a nadie parece interesarle el futuro de las universidades públicas. En el mismo diciembre que se supo del déficit de la UAdeC, otras universidades de entidades federativas se quejaron de lo mismo, de que no tenían recursos para el pago de nómina, de pensionados y jubilados, entre ellas las universidades autónomas de Sinaloa, Nayarit y Morelos. Y el caso de la UAdeC es el mismo que padecen todas las universidades públicas: el saqueo sin freno de sus recursos.
Algo debe hacerse para que las universidades públicas vuelvan a ser lo que hace 50 años eran: la posibilidad de que a través del estudio universitario, los sectores más desfavorecidos puedan salir de la pobreza, pues la educación sigue siendo el único camino para el progreso y desarrollo de la sociedad.
Política aldeana
Finalmente se supo lo que ya habíamos señalado en este espacio: la instancia electoral de la Federación no aprobó la segunda reelección de los alcaldes coahuilenses, por tal motivo el candidato del PRI para la Alcaldía de Saltillo será José María Fraustro Siller, quien después de varios trienios de ser mencionado como precandidato consiguió su aspiración, pues nadie duda que cualquiera que hubiera sido el candidato del PRI tiene asegurado el triunfo electoral.
Ojalá que Fraustro Siller no se rodee de gente indeseable como lo hizo en la UAdeC, pues los tiempos ya cambiaron. Estaremos atentos.
Pregunta huérfana
¿Qué tenemos que agradecer a los sectores privados de la salud en esta pandemia?
¿Que hayan duplicado el precio del oxígeno?
¿Que hayan incrementado la incineración en las funerarias?
¿Que los costos de los medicamentos en los hospitales privados sean triplicados en su costo máximo al público?
¿Que las pruebas del Covid 19 cuesten en los hospitales privados tres veces más que en cualquier otro laboratorio?
De todos modos, hay que reconocer el amor y la caridad cristiana de estos mercaderes de la desgracia ajena.