José Luis Rodríguez Flores.
Este mes de febrero estaremos de plácemes por la promulgación de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos por don Venustiano Carranza en Querétaro el 5 de febrero de 1917, pero enseguida estaremos de duelo, no por la pérdida de un ser querido, pero sí, por la pérdida de más de 2 millones 400,000 kilómetros, de lo que fue parte del territorio mexicano registrado hasta entonces, al firmarse en Washington, el 22 de febrero de 1819, el tratado de límites entre Estados Unidos de Norte América y la monarquía de México, no obstante, todavía era considerado parte del territorio del virreinato español, por lo que el tratado transcontinental debía ser ratificado por España, para fijar los límites entre la nación norteamericana, y el virreinato de la Nueva España; participaron Luis de Onís, representado al Rey Fernando VII de España, y por los estadunidenses el Secretario de Estado John Quincy Adams, el tratado de límites, fue ratificado el 22 de febrero de 1821; por lo que fue llamado el “Tratado Adams-Onís”, vigente hasta 1848.
Pero México todavía libraba su guerra de independencia, por lo que los conflictos limítrofes se prolongarían con el Gobierno de Estados Unidos, que mantenía una actitud expansionista, para el año 1824 declaraban la unión de Coahuila y Texas, ofreciendo entonces el pago de 1 millón de dólares por la compra de Coahuila, oferta que rechazó el gobierno de México; pero seguían las diferencias con nuestros vecinos del norte, incluso en 1843 el entonces candidato a la presidencia de Estados Unidos James K Polk, utilizó como principal logo de campaña,la promesa de agregar a los EUA el territorio de Coahuila y Texas, luego conseguiría la presidencia de lo EUA en 1844…. La guerra de la independencia de Texas, inició con una escaramuza en la ciudad González el 2 de octubre de 1835, luego librarían 10 batallas entre el ejército de México y el ejército de los EUA, las batallas de Goliad, de Concepción, Pasto, Béjar, Limpantitlán, San Patricio, Agua dulce, el Álamo, Refugio, Coleto, culminando los hechos bélicos con la batalla de San Jacinto el 21 de abril de 1836, al tomar los estadunidenses por sorpresa al expresidente López de Santa Anna y al ejército mexicano cuando estaban dormidos junto al río San Jacinto, y ser derrotados en menos de una hora, obligándolo a firmar el Tratado de Velazco el 14 de mayo de 1836, reconociendo la independencia de la República de Texas, durando como estado independiente hasta 1845, fecha que EUA proclamó su anexión.
Simultáneamente se unió a los levantamientos de Texas la insurrección de los colonos de los territorios de la Alta California, enarbolando una bandera blanca con un oso y una estrella, (la bandera del oso) haciéndose llamar Los Bear Flagrers, motín que concluyó el 14 de junio de 1846, cuando se estableció en la ciudad de Sonoma, la República de California, y cuyo primer Presidente fue William B. Bide solo por 26 días, siendo estas diferencias limítrofes entre los países vecinos, los pretextos para que el presidente James Polk declarara la guerra a México el 13 de mayo de 1846.
Este mes de febrero se cumplen 151 años de la batalla más importante durante la intervención norteamericana en México, hechos de guerra sucedidos en la ciudad de Saltillo con la batalla de la Angostura y retirada de Santa Anna, seguidamente atracarían en Veracruz, buques de guerra con más tropas estadunidenses, luego destacarían las batallas de la garita de Belén y la de San Cosme, con la derrota mexicana el 15 de septiembre de 1847, cuando el ejército estadunidense finalmente se apostó en la plaza de la Constitución (Zócalo) de la capital, y el sargento Benjamín S. Roberts, bajo el lábaro mexicano, e izó la de las barras y las estrellas… Derrotado Santa Anna desertó del ejército mexicano, errante llegó a Puebla e iría a Oaxaca, pero el gobernador Benito Juárez le negó la entrada, por lo que se exilió del país, en Turbaco, Colombia; y al no haber presidente en funciones en México, el gobierno interino de Manuel J. María de la Peña, presidente de la Suprema Corte de la Nación y presidente interino de México, fue obligado a firmar en la Ciudad de Santiago de Querétaro, el Tratado de Guadalupe Hidalgo, ratificado por el Congreso de la Unión, el 2 de febrero de 1847, con la pérdida de 2 millones 400,000 kilómetros cuadrados por la irrisoria cantidad de 15 millones de pesos, territorios que comprendían desde California, Nuevo México, Texas, Arizona, Nevada, Utah, parte de Wyoming, de Colorado, Kansas y Oklahoma.
Por desgracia para México, en 1844 Santa Anna fue destituido por Mariano Paredes, y huye del país exiliándose en Cuba; luego regresaría en 1847, ahora para ser derrotado en San Jacinto Texas y desertar del ejército, perdiendo la mitad del territorio mexicano. De nuevo es desterrado, ahora con destino a Colombia. Esta trágica historia debe sentar precedente, para que no vuelvan a repetirse hechos antipatriotas causados por malos políticos, que como Santa Anna, que ocupó la presidencia de México 11 veces, y se hacía llamar su alteza serenísima; requerimos políticos y ciudadanos patriotas, comprometidos con México que pongan los pies en la tierra, que no busquen en su beneficio la reelección.
joseluisrf1@hotmail.com