José Guadalupe Robledo Guerrero.
El 28 de noviembre de 1993, el Presidente del CEN del PRI, Fernando Ortiz Arana, en nombre de los tres sectores priistas se pronunció en favor del “candidato de la unidad y la esperanza” Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Esta decisión presidencial dividiría a la cúpula salinista, pues el Regente del Distrito Federal Víctor Manuel Camacho Solís, se inconformó, pero al final aceptó la decisión.
Desde que obtuvo la candidatura presidencial del PRI hasta su muerte en Tijuana, Luis Donaldo fue duramente criticado por la prensa. Se le acusaba que su campaña no levantaba en el ánimo de los mexicanos, y algunos columnistas no ocultaban estar en favor de Camacho Solís. Se pedía que Colosio renunciara a la candidatura, para que Camacho Solís ocupara su lugar. El ambiente político estaba caldeado y presagiaba una tormenta.
En la tarde de su destape, Luis Donaldo Colosio, en dos escuetas frases expresó “Propongo una profunda reforma social”. “Pertenezco a la generación del cambio”, y privilegió La cultura del esfuerzo.
Según los analistas, Camacho Solís no había sido el elegido porque representaba la profundización de la reforma política. Y de acuerdo al Presidente Salinas, tanto la reforma política como la económica se habían realizado en su gobierno, por tal motivo ahora le tocaba el turno a la reforma social, la que haría Luis Donaldo Colosio.
De acuerdo a los aduladores, Colosio había interpretado los proyectos nacionales de la “generación del cambio” que encabezaba Salinas de Gortari y un grupo de cuarentones, quienes durante su juventud habían sido influenciados por el movimiento estudiantil de 1968, que terminó con la matanza de Tlatelolco, el 2 de octubre.
Luis Donaldo, además de pertenecer a la “Generación del cambio”, también era producto de la “cultura del esfuerzo”, dedicado, estudioso, disciplinado y trabajador. La primaria, secundaria y preparatoria las había cursado en escuelas públicas.
Luego decidió estudiar economía, pero la Universidad de Sonora no tenía esa carrera, por eso su padre consiguió 30 mil pesos para pagar el primer semestre de la licenciatura en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Después, Luis Donaldo pagó el resto de sus estudios, empleándose como Prefecto que le proveyó habitación y comida a cambio de laborar en dormitorios y comedores.
Luego consiguió en Conacyt una beca para cursar la maestría de Desarrollo Regional y Economía Urbana en Pittsburgh, EUA. Después se trasladó a Viena, Austria, donde realizó su doctorado en Economía Regional y Urbana.
En 1979 conoció a Rogelio Montemayor, entonces Subdirector General de Política Económica y Social de la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP), quien lo presentó con Carlos Salinas de Gortari. Así comenzó Colosio su vertiginosa carrera en el sector público, siempre a la sombra del grupo salinista.
Cuando Colosio fue destapado como candidato presidencial, los bonos de Rogelio Montemayor subieron, y lo candidateaban para la Secretaría de Gobernación, pues nadie dudaba que Luis Donaldo sería el próximo Presidente de México, además la esposa del candidato, Diana Laura Riojas Reyes, era oriunda de Nueva Rosita, Coahuila, estado que gobernaría Montemayor.
Pero el destino fatal de Luis Donaldo frustraría las aspiraciones políticas de Montemayor, quien tomó posesión del gobierno de Coahuila el Primero de diciembre de 1993, con él llegaron algunos oportunistas que reproducirían las mismas mañas de los mendocistas.
El beneficiario del asesinato de Luis Donaldo Colosio fue Ernesto Zedillo Ponce de León, quien sería el candidato presidencial del PRI en sustitución de Colosio, gracias al apoyo que le dio el truculento José Córdova Montoya, influyente funcionario salinista de origen francés, ascendencia española y naturalizado mexicano.
La rebelión del EZLN
El Primero de enero de 1994, el país se cimbró con la aparición de un grupo rebelde al gobierno salinista, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), constituido por indígenas chiapanecos y mestizos politizados de ideología maoísta.
El EZLN se constituyó principalmente en Ocosingo, Chiapas, “La puerta de la selva lacandona” y sus alrededores. De allí partieron el último día de 1993 hacia San Cristóbal de las Casas, para tomar militarmente la ciudad y enfrentarse con los soldados y policías, a los que sorprendieron en los festejos etílicos de fin de año.
En su primer comunicado, el EZLN manifestó que su objetivo era “hacer la revolución socialista y crear una sociedad más justa”. Desde el principio se supo que el principal dirigente del ejército rebelde era el obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz, y que su dirección político-militar estaba constituida por indígenas y mestizos. Con el tiempo, surgió como líder visible del EZLN el subcomandante Marcos, que fue conocido mundialmente por la utilización del Internet como herramienta de información.
Algo que dio en qué pensar, fue que en uno de los primeros manifiestos del EZLN, se criticaba la nominación de Luis Donaldo Colosio como el candidato del PRI a la Presidencia de la República.
La especulación política no se hizo esperar, diversos columnistas responsabilizaron del levantamiento armado a políticos salinistas. Hugo Andrés Araujo de la Torre fue acusado por su militancia y cercanía con Chiapas. Además, se conocía que el EZLN tenía ideología maoísta, igual que Hugo Andrés Araujo, entonces dirigente de la Confederación Nacional Campesina (CNC), y se suponía que los líderes del EZLN eran compañeros de Hugo Andrés.
Tiempo después, Noé Garza Flores me contó una anécdota que vivió por esos días. Al día siguiente del levantamiento armado, Noé (entonces subsecretario de la CNC), acompañó a Hugo Andrés Araujo a Los Pinos para entrevistarse con el Presidente Salinas. Según Noé, ese día el Presidente se veía agotado y con visibles rasgos de no haber dormido en días. Noé fue testigo de que el Presidente Salinas le dijo a Hugo Andrés “Se aceleraron nuestros compas”. Eso suponía que CSG conocía bien a los rebeldes.
Pese a las decenas de muertos y heridos que hubo aquel Primero de enero de 1994 en San Cristóbal de las Casas, Salinas no reprimió el movimiento como lo esperaban los ultraderechistas y los generales del ejército que estaban encabronados. En el Congreso de la Unión, constituyeron en marzo de 1995 la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA), la que sirvió de diálogo entre sordos, pues sus acuerdos nunca fueron implementados por el gobierno de Ernesto Zedillo.
El 13 de enero de 1994, Hugo Andrés Araujo me invitó a una reunión en Los Pinos que el Presidente Salinas tenía con los principales dirigentes de la CTM, CNOP y CNC.
Terminado el evento, me fui con Hugo Andrés al Estado de Quintana Roo a donde iba para cabildear algunos acuerdos que se tomaron para enfrentar la situación que había generado la rebelión chiapaneca. Volamos desde el campo militar número 1 hasta el municipio de Carrillo Puerto, ubicado en la selva baja en donde viven laguneros que se fueron a colonizar aquellas tierras.
Acompañamos a Hugo Andrés, Patricio de la O, entonces delegado de la CNC en Quintana Roo, y que por décadas había sido secretario particular del obispo Samuel Ruiz, y yo. En Carrillo Puerto nos esperaba el gobernador Mario Villanueva Madrid, quien al terminar su sexenio fue encarcelado, acusado de narcotráfico.
Al llegar abordamos un camión de pasajeros el gobernador, la Secretaria de gobierno de Quintana Roo, Hugo Andrés y yo. Al salir al camino de terracería que nos conduciría a Chetumal, nos encontramos con un retén de la policía federal. Al verlos, el gobernador ordenó parar el camión, bajó y se enfrentó a los policías. Sumamente encabronado les preguntó qué hacían allí y le recordó que ya los había mandado a chingar a su madre, que se fueran de su Estado o los encarcelaría.
Luego volvió al camión y explicó la razón de su exabrupto. Según él, en los días que siguieron al levantamiento del EZLN, los policías federales habían establecido retenes alrededor de Chiapas, para evitar la comunicación entre los indígenas rebeldes y los mayas de la península de Yucatán.
En esos días, un retén policiaco se topó con tres dirigentes mayas, un sacerdote y dos capitanes que andaban de caza por la selva. Y como no entregaron sus viejos fusiles, los golpearon y los detuvieron. Luego vinieron los reclamos, y el gobierno estatal los liberó con una disculpa.
Villanueva Madrid le preguntó a Hugo Andrés ¿Te imaginas qué hubiera pasado si no los liberamos, o si a estos cabrones se les hubiera pasado la mano? Hugo Andrés no contestó, pero si eso hubiera pasado, la península yucateca y el sureste mexicano se habrían incendiado, y los indígenas mayas hubieran apoyado la rebelión del EZLN.
Días después, las Asociaciones Rurales de Interés Colectivo (ARIC), dirigidas por maoístas-salinistas, se pronunciaron respecto al levantamiento chiapaneco, argumentando que estaban de acuerdo con los objetivos justicieros que perseguía el EZLN, pero no con sus métodos violentos.
En enero de 1994, entrevisté a Hugo Andrés Araujo, para que diera sus opiniones sobre el levantamiento del EZLN. Hugo Andrés era el indicado porque se le acusaba de estar detrás del movimiento armado, incluso se decía que Carlos Salinas había preparado la insurrección del EZLN con el propósito de alargar su gobierno.
En la entrevista, Hugo Andrés Araujo señaló “El conflicto chiapaneco es un duro golpe en lo más sensible de la política social, los indígenas y campesinos marginados”. “Se buscan culpables fuera, cuando los responsables de la miseria y la desigualdad están dentro de Chiapas”. “El Presidente Salinas se ha preocupado por resolver el conflicto chiapaneco sin lastimar el tejido social con la represión”.
Días después del levantamiento armado, el EZLN propuso como principal intermediario en los diálogos de paz al obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz, además del periodista Julio Scherer y la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú. Curiosamente en los comunicados del EZLN nunca mencionaron como causantes de la explotación y la miseria a los caciques locales. Se ajustició a policías, pero no a las autoridades corruptas. Se le hizo la guerra a los soldados, pero no a los caciques chiapanecos, sobre todo a los “Coletos” de San Cristóbal de las Casas.
Para entonces, Manuel Camacho Solís era el Comisionado para la paz y la reconciliación con el EZLN, y Samuel Ruiz era uno de los candidatos para suceder al cardenal Corripio Ahumada en el arzobispado metropolitano. Nadie ignoraba que los catequizadores de Samuel Ruiz eran los que habían concientizado a los indígenas levantados en armas, incluso algunos curas eran los guías espirituales de los guerrilleros.
Al tercer día del levantamiento, los rebeldes se adueñaron de cinco cabeceras municipales. Al cuarto día, cuando comenzaban los enfrentamientos entre los zapatistas y el ejército, la prensa inusitadamente defendió al EZLN. En cambio, a los guerrilleros Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas los acusaron de asesinos, forajidos, comunistas, desestabilizadores y enemigos de la patria.
Por tal motivo, la “revolución” del EZLN se antojaba curiosa, sin proclamas ideológicas, sin programa revolucionario, sin ajusticiamientos clasistas, con apoyo de la prensa comercial y con muchas ganas de negociar con el Estado al que querían derribar. También la jerarquía católica, los empresarios y algunos personajes y grupos políticos, aprovecharon la situación para presionar a Salinas de Gortari.
(Continuará).
La propuesta para Jorge Masso…