Jorge Arturo Estrada García.
Si abrimos una disputa entre pasado y presente,encontraremos que hemos perdido el futuro.
Winston Churchill
Es propio de los necios ver los vicios ajenos y olvidar los propios.
Cicerón
Llevamos un año de tragedia y pandemia, y más de dos de incertidumbre, conflictos y pretextos. En Palacio Nacional, no han podido con el paquete. Sin duda, que el presidente tuvo la mala suerte de que le tocaran una crisis mundial y contagios masivos históricos. Sin embargo, la forma en que se atiende la enfermedad, en que se adquieren las vacunas y en que se deciden cómo aplicarlas, evidencian las incapacidades.
Estamos ante el intento de demolición de un país mal hecho e injusto, pero en el cual no se reconstruye nada que mejore las cosas. Seguimos gobernados por los mismos; los empleos son mal pagados; los hospitales están saturados y sin medicinas; la educación es mala y obsoleta; las pensiones no sirven ni para pagar los recibos de los servicios; lo único que aumenta es la polarización, los precios de los alimentos y la fidelidad de los morenistas.
Sabemos, que el mundo no es un lugar justo ni solidario, que eso sólo existe en la retórica de los políticos. Vivimos inmersos en una sociedad de dominantes y subalternos; de explotadores y desposeídos; de ricos y pobres. También, somos conscientes de que, en lo individual y en lo colectivo, los países poderosos no tienen amigos, solamente socios y explotadores de recursos físicos y humanos.
No es de sorprender que los países ricos desarrollen vacunas con sus científicos, sus laboratorios y sus recursos, que las quieran aplicar primero a sus ciudadanos y que vendan solamente las que les sobran. La ONU, desde su creación, es un florero, inventado por las potencias para repartirse el mundo, diplomáticamente, así que es ocioso buscar respaldo en ella. Al que no quiera o no pueda gastar le tocarán las sobras a la cola de la fila.
Pero, para cada perro hay un collar. Las potencias se adueñaron de las vacunas y en México, Andrés Manuel, hizo lo mismo. El presidente es el dueño de las vacunas, y como todo lo que hace, las repartirá con base en sus filias y fobias. La pandemia la atendió con mucha saliva y pocos talentos, así será el proceso de vacunación. Así, en medio de escándalos, reparto de dinero y muertos está en busca de los votos y las mayorías que le permitan consolidar su poder.
La “gripita” anunciada desde Palacio Nacional llenó de dolor a los hogares. También, infectó a varios miembros del gabinete federal, al presidente y al genio encargado de contener la enfermedad que solamente contagiaba a “los corruptos y traidores”, pero ellos sí tuvieron acceso a atención de primera. Los mexicanos ya no le creen al gobierno respecto al número de muertos, pero aceptan agradecidos el dinero que les llega a través de los programas sociales que alcanzan a casi 50 millones de personas.
Durante más de tres lustros el tabasqueño buscó por todos los medios, y con todas las mañas, ganarse un lugar en Palacio Nacional al lado de Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas. La Cuarta Transformación que encabeza no está a la altura de las circunstancias, ni como proyecto ni como grupo de talentos.
Para llegar, López Obrador vendió su alma al diablo. Él es un coleccionista de agravios y un presidente vengativo, aunque también ha mostrado saber premiar a sus aliados, pese a los nefastos currículos que portan. Él es un personaje anclado en los setenta del siglo 20. Quiere erigir un estado benefactor en el papel, sin consolidar primero una educación de calidad que genere talentos ni investigadores de primer nivel. Inventa universidades patito, regala dinero, incita a la veneración de su imagen. Compra voluntades, votos y fidelidad repartiendo dinero. Gasta el dinero de todos en sus proyectos personales.
Es cierto que los priistas, los panistas, perredistas, petistas y verdes han sido miembros de gobiernos nefastos, muchos de ellos corruptos y que dañaron severamente a México a su paso por los distintos gobiernos. Pero, también es cierto, que Morena y el actual gobierno federal son una colección muy grande de impresentables surgidos de esos partidos.
En México la desigualdad es tan grande que las fortunas son casi imposibles de ocultar y lo mismo sucede con la miseria. La mitad de la población está en la pobreza y otro 10 por ciento está siempre en la franja tratando de no regresar. No hay programas de desarrollo para el país, ni en el corto ni en el largo plazo. No invertimos ni en investigación, ciencia y tecnología, tampoco alentamos la integración de clústeres estratégicos. Nos movemos con el “vuelito” que nos aporta estar en el cabús de los países desarrollados y en el tamaño de nuestro mercado interno. Somos un territorio de mano de obra barata y de 100 millones de consumidores de productos extranjeros.
El 50 por ciento de los mexicanos en edad de trabajar lo hace en la informalidad. Nuestro acceso a la salud es el vetusto Instituto del Seguro Social, el Issste y demás programas de salud quebrados y obsoletos. El sistema educativo tampoco produce talentos, ni siquiera tienen computadoras, internet, canchas deportivas, ni agua en bebederos y baños y son incapaces de contener las epidemias de piojos entre los niños. El Infonavit financia viviendas caras, pequeñas, sin patios, construidas en cañadas, cerros y arroyos semirellenados, provocando hacinamiento, violencia urbana e intrafamiliar y suicidios. Nuestras ciudades se convirtieron en selvas de asfalto con barrios y colonias oscuras, violentas y peligrosas. Las policías ya no tienen remedio y ya ni siquiera se respetan. El gobierno federal optó por darle uniformes de policías a los militares, luego los hizo vigilantes migratorios, de vacunas y hasta constructores.
Actualmente el neoliberalismo es el que proporciona los empleos y la comida a los mexicanos. El nacionalismo mexicano echeverrista sirve ya solamente para el discurso. No es momento para experimentos. El neoliberalismo nos fue impuesto luego de los enormes fracasos de los gobiernos de la etapa del Desarrollo Compartido. Los banqueros y los dueños del mundo solamente aprovecharon los fracasos de nuestros gobiernos que nos dejaron endeudados y en manos de los organismos financieros internacionales.
Poco a poco, con indicadores más actualizados en diversos sectores, podremos observar que en 2021 el país se mueve en dos velocidades completamente diferentes. Habrá sectores que van a tener el beneficio directo de la recuperación estadounidense, mientras que otros van a quedarse retrasados por un tiempo prolongado, millones dependen ya del dinero de las remesas y de los programas sociales. Pareciera que nos enfilamos hacia administrar la pobreza sin generación de riqueza.
La historia lo registra todo. El dolor inmenso enlutó cientos de miles de hogares. En la tragedia hay muchas cosas que debimos haber hecho mejor; debimos ser más exigentes con los mentirosos e incapaces. El desmadre sigue con la vacunación. Tenemos vacunas de todas las manufacturas, unas cuantas buenas y el resto casi patito, de precios bajos, aprobadas al vapor por el gobierno mexicano. Es lo que se quiso comprar, ni siquiera era cuestión de falta de dinero en un país de la magnitud de la economía mexicana, una de las 15 mayores del mundo. Es un fracaso enorme que en México casi nueve de cada 100 infectados se mueran. Y ocho de cada 10 que llegan al Seguro Social, fallecen.
Los caprichos, la obcecación y la estrechez de miras que destruyen y deterioran las instituciones, en el marco de una pandemia imparable y mortal, obligan a reflexionar acerca de qué país nos quedará. Mientras, estamos en época de elecciones y ajustes de cuentas.
jjjeee_04@yahoo.com