Los protegidos del poder

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José C. Serrano Cuevas.

Bernardo Barranco Villafán, según algunos de sus biógrafos, nació en Veracruz en 1954. Estudió la licenciatura en sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y, la maestría en sociología del catolicismo contemporáneo en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París (Francia). Actualmente es articulista de opinión en el diario La Jornada. Es autor, entre otras obras, de: Más allá del carisma, Análisis de la segunda visita del papa a México, La modernización de la jerarquía católica en México y El evangelio social del obispo Raúl Vera.

Este estudioso de las religiones ha sido conductor del programa Sacro y profano transmitido por canal 11 televisión. Cada emisión se ha convertido en un gran foro para analizar el fenómeno religioso y sus implicaciones sociales. En él participan invitadas e invitados que aportan datos duros y opiniones sobre alguna vertiente de lo religioso, las creencias vigentes en algún sector de la sociedad, las instituciones y liderazgos que administran los llamados bienes simbólicos de salvación y proyecciones sobre la diversificación religiosa contemporánea.

Bernardo Barranco ha dejado en claro cuál es el hilo conductor del programa televisivo: «Es muy importante que los mexicanos dejen de tener miedo a los temas tabú, y hasta hace muy poco lo religioso era intocable, era algo como la sexualidad, que estaba ahí, pero que no se tocaba y creo que como sociedad hemos ido creciendo, hemos adquirido mayor madurez y estamos en el momento de poder abordar incluso en medios de comunicación masiva, temas que hasta hace muy poco eran subterráneos».

En Sacro y profano se ha dado espacio al uso que algunos hacen de lo religioso para proveerse de beneficios grupales y personales, liderazgos que usufructúan la religiosidad de la gente. Ese tipo de liderazgos pululan en el amplio abanico de asociaciones religiosas en México. Que tal realidad sea mostrada públicamente resulta sumamente incómodo para quienes impulsan el verticalismo, el control de los creyentes, la oscuridad en sus manejos financieros y abusivos en otros terrenos.

Bernardo Barranco en una reciente colaboración con el diario La Jornada, subraya que «las perversiones sexuales de los personajes públicos son resultado de las relaciones de poder que guardan los individuos con el establishment. Michel Foucault, en su Historia de la sexualidad, encuentra un estrecho vínculo del poder como factor represivo y la sexualidad como una dimensión construida por ese poder». Hombres poderosos como Félix Salgado Macedonio se saben protegidos por el poder (en este singularísimo caso por el jefe del Poder Ejecutivo federal, Andrés Manuel López Obrador.

Dicha impunidad no guarda mucha diferencia con los sacerdotes pederastas. Bajo el predominio de una cultura patriarcal, políticos y pederastas clericales se sienten por encima de la sociedad. Conductores y dueños de las conciencias de los individuos y, por tanto, también de sus cuerpos. Políticos desenfrenados y sacerdotes lascivos encuentran refugio en el Estado, unos, y otros en la estructura eclesiástica. Así, la patología de los abusos sexuales va de la mano de la corrupción y, de quienes dicen que llegaron para combatirla.

Aún queda lejos el horizonte que permita visualizar la caída de los protegidos por el poder.