Mis sexenios (45) Los políticos aldeanos con Montemayor

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

A principios de 1994, Jorge Masso pensaba en la posibilidad de disputar la Presidencia Municipal de Saltillo. Masso había revaluado sus aspiraciones, porque era amigo de Rogelio Montemayor. Pero en pago a su apoyo lo haría su asesor. Lo metió a la nómina no a la Alcaldía saltillense. Jorge Masso nunca se equivocó de candidato, siempre iba a la segura, los negocios así lo ameritaban.

Rogelio Montemayor y Miguel Arizpe Jímenez.

En esa ocasión, a solicitud de Masso le di mi opinión, le dije que le comunicará a Montemayor sobre sus aspiraciones. El gobernador era el único que le podía decir si tenía posibilidades de ser Alcalde de Saltillo. Él es quien decide las candidaturas, concluí.

Finalmente, el candidato priista fue Miguel Arizpe Jiménez, y por consecuencia se convirtió en Alcalde de Saltillo en diciembre de 1993.

Alejandro Gutiérrez Gutiérrez, era otro que anhelaba la Presidencia Municipal de Saltillo. “La Coneja” se había enrolado en la campaña de Montemayor como “Coordinador”, y se comentaba que se había asociado en el negocio de un avión con el tamaulipeco Baltasar Hinojosa, mancuerna de Óscar Olaf Cantú.

La táctica de “La Coneja” era sencilla, invitaba a hacer negocios a los cercanos al gobernador en turno, para infiltrarse en el ánimo y afectos del grupo gobernante.

Para conocer sus proyectos entrevisté a Alejandro Gutiérrez. Sus respuestas no se salieron de la demagogia. 

Alejandro dijo que retomaría los compromisos que Ernesto Zedillo le proponía a los mexicanos, sobre todo el combate a la pobreza, que según él era fundamental. Por eso insisto: ¿Qué harían los políticos sin los pobres? Tal vez por eso nunca han hecho algo por erradicar la pobreza, luego de qué hablarían y a quién le comprarían votos.

“La Coneja” sería diputado federal, y según él las prioridades del distrito que representaría eran la falta de agua y la inseguridad, pero nada hizo por ayudar a resolver los problemas. 

Rogelio Montemayor transitó por su primer año de gobierno como si la virgen le hablara. La gran corrupción de Mendoza Berrueto fue ocultada por Montemayor, bajo el pretexto de que él venía a gobernar no a pelear con su antecesor. 

Lo cierto es que la corrupción de EMB continuó en el sexenio montemayorista. Lo único que cambió fueron los nombres de los ladrones. Ahora el ladrón no era “El Tesorito” Jesús García López, sino Antonio Juan Marcos Issa. Y en cada cargo público los nombres de los rateros eran otros, pero la cleptomanía era la misma.

Rosendo Villarreal, por ejemplo, había solicitado préstamos sin la autorización del Congreso estatal ni del cabildo, y lo peor, no se supo a dónde fueron a parar los recursos de esos empréstitos.

Para saber el destino del dinero entrevisté al nuevo Alcalde saltillense, Miguel Arizpe Jiménez. Según Miguel “La deuda rosendista es de 17 millones de pesos”. “Los bienes municipales no son embargables”. “No sé los motivos para que los bancos cayeran en ilícitos”. “En la administración anterior se incrementaron los rezagos”. “El día que rendí protesta como Alcalde se entabló una demanda contra el municipio, en donde se exigía el pago de esos créditos, más los intereses y gastos originados”.

Pese a todo, Miguel Arizpe, por órdenes de Montemayor, nada hizo por recuperar los dineros robados, porque según dijo “El ayuntamiento no tiene forma de comprobar si hubo desvíos de esos recursos, ni a mí me corresponde hacerlo”. Y concluyó la lambisconeando a su patrón: “Como Alcalde me siento orgulloso de tener un gobernador como Montemayor”. 

Después de que Rosendo Villarreal endeudó y saqueó la Presidencia Municipal, quiso ser gobernador y perdió, pero logró ser Senador. 

El 21 de agosto de 1994, Ernesto Zedillo Ponce de León se convertía en Presidente electo, y el ladrón de Rosendo conseguía fuero como Senador por Coahuila, junto con él arribaban al Senado Melchor de los Santos y Francisco Dávila Rodríguez.

La pareja gubernamental contra Mariano López

Para octubre de 1994, Mariano López Mercado transitaba por su primer año como Alcalde de Torreón. Recibió la Presidencia Municipal de Carlos Román Cepeda, quien le heredó una deuda de seis millones de pesos.

Para enfrentar la difícil situación, en diciembre de 1993, recién investido como Alcalde, Mariano había pactado con los organismos empresariales un aumento del impuesto predial, con el fin de incrementar la recaudación, sanear las finanzas municipales, atender las demandas de la población y pagar la deuda heredada.

El aumento del impuesto predial era un acto de justicia, pues había terrenos y residencias valuadas en millones de pesos que sólo pagaban 30 pesos al año de impuesto predial.

Pero al día siguiente del pacto, los empresarios “se rajaron” y comenzaron una campaña en contra de Mariano. Desde un principio, López Mercado sabía que la campaña en su contra estaba alentada desde el Palacio Rosa de Saltillo, pues él había conseguido la candidatura a la Alcaldía de Torreón en la ciudad de México, no en la casa de campaña de Rogelio Montemayor.

Según Mariano, al inicio de su campaña supo que a Montemayor le había molestado que lo brincara, pues cuando visitó Torreón en campaña, la esposa del candidato a gobernador, Lucrecia Solano, le reclamó, diciéndole con altanería que Rogelio era el que decidía quiénes serían los alcaldes.

Mariano sabía que el desconocimiento del pacto por los empresarios torreonenses y la campaña en su contra estaba autorizada por la pareja gobernante, lo cual se convalidaba con la participación del panista disfrazado de priista Germán Froto Madariaga, quien se ostentaba como el primer montemayorista de La Laguna, en cuyo despacho se realizaban los planes para desestabilizar la administración municipal de Mariano López Mercado.

El oportunista de Froto Madariaga siempre se disfrazó como lacayo del gobernador en turno. Por eso, a uno de sus parientes, Alejandro Froto, funcionario de la secretaría de Finanzas en el gobierno de Humberto Moreira se le acusó de enriquecimiento “inexplicable”, fue uno de los activos saqueadores del “gobierno de la gente”.

La campaña contra Mariano se recrudeció, cuando clausuró los negocios que vendían, ilegal y clandestinamente, bebidas embriagantes sin atender los horarios establecidos. López Mercado encarceló a comerciantes de cerveza y vinos, uno de ellos Víctor Ramos Clamont, conocido en Torreón como “El zar de la venta de alcohol”.

Mariano López Mercado estaba en la mira de Montemayor y de su cogobernante esposa, a quien además de gustarle los reflectores, también le agradaban los exagerados halagos de los cortesanos sexenales, que igual que los ladrones también cambian de nombre en cada gobierno.

Por tal razón, la caída de López Mercado sólo era cuestión de tiempo. Pronto sería echado de la Alcaldía por haber conseguido su aspiración fuera de Coahuila, y sin solicitarla a la pareja gobernante. Lucrecia Solano fue también una de las principales malquerientes de Enrique Martínez y Martínez. Su séquito se dedicaba a traer y llevar chismes en contra del que sería sucesor de su marido cinco años después.

Hasta su muerte (19 de julio de 2004) mantuve una respetuosa relación con Mariano López Mercado, persona culta, ilustrada y conocedor de la historia de México.

Nuestra amistad nació cuando escribí en El Sol del Norte un comentario sobre su padre, el exgobernador Raúl López Sánchez, a quien Óscar Flores Tapia le guardaba un gran aprecio y reconocimiento.

En su libro El Señor Gobernador, Flores Tapia le dedica algunas de sus páginas al exgobernador López Sánchez, de quien fue Secretario Particular. Por eso le reconoció su don de mando. 

Cuando Flores Tapia me regaló su libro le comenté -cuando habla de Raúl López Sánchez parece que usted se está dibujando. Flores Tapia no lo negó, y mi apreciación le pareció acertada, de tal forma que la tomó como halago.

En lo personal creo que el mejor libro de Óscar Flores Tapia fue El Señor Gobernador, por eso los jóvenes políticos coahuilenses bien harían en leerlo, para que conozcan algo de la historia política de nuestro estado al margen de la oficial, relacionada con sus gobernantes.

(Continuará).

La corrupción montemayorista…