José Guadalupe Robledo Guerrero.
El XX Congreso del Partido Comunista de la URSS se celebró en 1956, casi tres años después de la muerte de José Stalin, el Dios-dictador que gobernó la Unión Soviética durante 29 años, y 9 meses después que Lavrenti Beria, jefe de la KGB y responsable de las ejecuciones masivas que quería suceder a Stalin, había sido juzgado y ejecutado.
En dicho Congreso, Nikita Kruschev salió victorioso, y se convirtió en el sucesor de Stalin luego de subir a la tribuna y pronunciar su “discurso secreto” en el que denunció a su exjefe Stalin, al que le servía de bufón en sus borracheras. Stalin ya no podía responderle desde su tumba, por eso Kruschev dibujó a Stalin como el peor asesino y el mejor ejemplo de la corrupción y la maldad.
Cuando Kruschev externaba su discurso, uno de los dirigentes rusos, estalinista por supuesto, lo interrumpió para preguntarle “Camarada Nikita ¿dónde estaba usted cuando Stalin cometía todos esos infames crímenes de que ahora lo acusa?”. El rudo Nikita Kruschev le contestó desde el presídium “Yo me encontraba sentado como usted, en el mismo lugar, pero muerto de miedo”.
El gobierno de Kruschev vivió los años más tensos de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS, que culminaron en la Crisis de los misiles en Cuba en octubre de 1962, y que puso al mundo al borde de la guerra atómica.
Esto viene a colación, porque hace días el presidente norteamericano Joe Biden, acusó de asesino al presidente ruso Vladímir Putin, ex miembro de la KGB, quien contestó “Hace falta ser uno para reconocer a otro”.
Estas acusaciones entre los poderosos mandatarios, son la evidencia de que las dos potencias enfrentadas ideológicamente se encuentran en las fronteras de una nueva guerra fría.
La acusación de Biden, dicen los analistas, tiene que ver con el asesinato del abierto opositor a Putin, Borís Nemtsov en febrero de 2015, y a la intervención del presidente ruso en las recientes elecciones presidenciales de Estados Unidos, apoyando a Donald Trump a través de las granjas de bots. El ahora presidente estadounidense afirmó que Putin “pagará el precio” por su presunta intervención, y desde su campaña como candidato a la presidencia, Joe Biden describió la intervención como “inaceptable” y prometió que, de ser elegido, se enfrentaría “a autócratas como Putin”.
Todo esto ha tensado las relaciones entre los dos poderosos presidentes, y convalidan lo que desde hace años opinan los analistas geopolíticos, de que estamos en el umbral de una nueva guerra fría entre las naciones líderes del mundo capitalista y socialista, lo que de ser cierto, pondría al mundo en la aterradora situación de una posible Tercera Guerra mundial.
Lo cierto, es que las potencias del “mundo libre” y del área socialista, están inmersas desde los sesentas en una carrera armamentista, que ahora se ha convertido en una guerra económica sin cuartel, poniendo al mundo en una peligrosa situación.
Quienes fuimos atemorizados por la guerra fría, sabemos que no es deseable para la humanidad esa situación llena de zozobra e incertidumbre, más aún si compartimos frontera con uno de los principales países en conflicto. La humanidad debe estar atenta al desarrollo de los futuros acontecimientos, y mantenerse alerta ante una posible guerra desencadenada por los intereses políticos, ideológicos y económicos de las naciones más poderosas del mundo.
Política aldeana
El gobernador Miguel Ángel Riquelme ha estado a la altura de las circunstancias que ha acarreado el incendio del bosque provocado en La Pinalosa por la irresponsabilidad humana. El mandatario coahuilense ha dado instrucciones de que se busque a los responsables que provocaron el incendio para que respondan al ecocidio que iniciaron en la parte boscosa de Coahuila y Nuevo León, pues no deben quedar sin el justo castigo.
Pregunta huérfana
Ante la falta de recursos económicos de la Diócesis de Saltillo ¿Por qué el nuevo obispo Hilario González García no le pide apoyo al rico Vaticano, cuyo banco Ambrosiano tiene suficientes millones de euros para acudir en su auxilio?