Saltillo requiere de un alcalde con mano firme y talento

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Jorge Arturo Estrada García.

“El diablo dice la verdad más a menudo de lo que parece, pero tiene un auditorio ignorante”.
Lord Byron.

“Los hombres libres tienen ideas, los sumisos tienen ideologías”.
Teócrito.

Saltillo, es una ciudad que ha logrado conquistar buenos resultados de los tratados de Libre Comercio de Norteamérica. Su dinamismo económico actual, se debe al poderío que la manufactura de exportación le brinda. Sin embargo, el mundo y sus mercados evolucionan a velocidad vertiginosa, por lo que es preciso contar con personajes preparados y con visión, en la presidencia municipal. Ya no se puede desperdiciar el tiempo en ocurrencias ni en rollos sin sustancia. La ciudad ya no solamente debe servir de escalón para proyectos políticos. Se ha desperdiciado demasiado tiempo. Avanzamos de vuelito y cada vez más despacio, no hemos evolucionado.

Dos gobernadores fueron claves para construir la vocación automotriz exportadora y sentar las bases de la prosperidad que obtuvo la capital de Coahuila. Sin embargo, ambos terminaron abruptamente sus brillantes carreras, las turbulencias políticas los alcanzaron. Oscar Flores Tapia, quien logró la instalación de la General Motors y Chrysler en la localidad tuvo que renunciar a unos meses de terminar su gestión, acusado por corrupción. El otro gran arquitecto del desarrollo económico de Saltillo fue Rogelio Montemayor quien consolidó un polo de desarrollo a partir de la integración de un amplio clúster automotriz.

Comprender a tu ciudad; dominar el perfil de la plaza; diagnosticar a la perfección el momento histórico con sus conexiones nacionales e internacionales, son condiciones básicas para convertirse en un buen alcalde de Saltillo. Todo lo anterior deberá estar acompañado de una capacidad profesional y política suficiente para atender los retos que plantean las necesidades de Saltillo. De malos alcaldes y proyectos fallidos, tenemos una amplia colección.

El modelo de desarrollo de esta ciudad necesita ser redireccionado y reforzado. El rollo vacío, las ocurrencias y las palabras vanas son lo que está de moda, sin embargo, la historia registrará con acuciosidad lo que se hizo y lo que se dejó de hacer. No somos ni la mejor ciudad de México ni del mundo mundial y tenemos grandes problemáticas que necesitan ser atendidas con seriedad. Con trabajo en serio, que no necesite comprar encuestas ni aprobaciones.

Torreón y Saltillo serán elecciones muy disputadas. Ninguno de los candidatos favoritos tendrá un día de campo.  En procesos electorales reñidos, las estrategias y el orden mandan. La campaña del retador, Armando Guadiana ha llamado la atención, pero no cautiva ni en el discurso ni en sus posiciones. Su perfil es demasiado parecido a la élite saltillense. Su principal éxito inicial fue arrebatar la etiqueta de invencible al PRI y a su candidato. Su punto débil es parecer un personaje solitario, sin equipo de alto nivel que lo apoyaría en caso de ganar la alcaldía. La otra desventaja sería parecer demasiado dominado por Los Pinos, lo cual podría transformarse en una ventaja competitiva si algunos de sus proyectos fueran apoyados abiertamente por López Obrador. Por lo pronto, va por los votos antiPRI y anti Manolo Jiménez. Los que antes caían en automático en favor del PAN.

Al candidato tricolor, Chema Fraustro, le diagnosticaron que su flanco débil es ser poco expresivo y muy serio y por ahí buscan detenerlo. Sin embargo, el punto más débil del priista es que lo han rodeado de personajes que no están a su nivel y que además están muy desgastados por el vendaval moreirista. La mayor parte del Grupo Saltillo salió manchado en su paso por esos sexenios.

La realidad es que ambos candidatos son muy parecidos en cuanto a capacidades profesionales. Ambos estudiaron ingenierías y maestrías en el Tec de Monterrey. Chema se dedicó de lleno al servicio público mientras que don Armando se inclinó por los negocios. Ambos tienen trayectorias exitosas.

El problema de Chema y su campaña no es ser poco expresivo, tampoco que no se hagan, o que no se entreguen boletines, ni que no se encarguen para que sean publicados y comentados positivamente. El primer error, de la campaña de Fraustro fue perder la percepción ganadora y permitir que Guadiana se posicionara como un contendiente fuerte, con posibilidades de disputar la victoria, en el imaginario colectivo. El otro, es que no ha sabido apoderarse de la narrativa del proceso electoral saltillense. Para eso, no bastan las flores entre la comentocracia.

El chorro de votos del PRI, en Saltillo, es fuerte y constante. En contraste, el de Morena puede ser una poderosa ola como de tsunami o un débil chorrito que ni charco hace. Guadiana deberá construir una estructura terrestre eficiente para el 6 de junio. Fraustro, deberá mejorar su posicionamiento colocando acertadamente un par de temas en la cabeza de los electores y sumando colaboradores de alto nivel e incuestionables. El PAN de Coahuila, dejó sola a Tere Romo quien principalmente, con carácter y pasión personal está llevando a tropezones su campaña, sin equipo y sin estrategia.

En Torreón Marcelo Torres Cofiño, toma ventaja, la campaña de Román Alberto no ha prendido y la del neomorenista, Luis Fernando Salazar, está paralizada e imposibilitada jurídicamente para arrancar. Sin embargo, es muy pronto para hacer pronósticos.

El contexto nacional es convulso. Estamos sumidos en una grave crisis en medio de un proyecto político avasallador y personalista. Saltillo demanda proyectos sólidos y un alcalde capaz y confiable, que nos permita sortear de la mejor manera las turbulencias que no terminarán pronto.

Tenemos un país roto. Somos un país que ha sido construido con mucho esfuerzo, con mucha injusticia, dolor y derrotas. Vivimos en un país en el que se regatean las vacunas y se otorgan selectivamente bajo el cálculo electoral. Vivimos en medio de las tragedias y los cadáveres. Además, es una época de linchamientos, de transformaciones que destruyen más rápido que lo que aportan.

Profundamente divididos nos enfilamos a elecciones y las razones penetran poco, en la era de la posverdad solamente las emociones cuentan y se abren camino. El mejor ejemplo es el presidente y su prédica mañanera, le han registrado 45 mil mentiras en dos años, las empresas dedicadas al análisis de sus discursos tempraneros. Aun así, sus fieles le siguen creyendo. Estamos en presencia de la formación de un Maximato que desmantela estructuras y disuelve leyes. Los vicios y corrupción del Prian le construyeron el pedestal sobre el que se erige el nuevo tlatoani.

El presidente no es de izquierda, ni mucho menos socialdemócrata, él es obradorista. Es un político inspirado en el viejo PRI que recogió todas las visiones y defectos de las distintas facciones que hicieron la revolución inacabada que inició en 1910 y que se prolongó durante el sangriento paso de los caudillos sonorenses y lo que siguió.

El PRI y sus antecesores, se fundaron para servir de mecanismo electoral de un sistema político controlador y corporativista que se conformaba de grupos hegemónicos, que se iban transmitiendo el poder sin tener ya que disputarlo en asonadas y levantamientos de partidas de grupos armados molestos por los repartos. Era un partido en donde cupieron todos.

Actualmente, el presidente, rodeado de enanos, y no de pares, usa y moviliza a su partido. Ahora la fe ciega de millones de sus seguidores ya tiene accesos a recompensas material con cargo al desmantelado país.  La 4T está empeñada en ganar elecciones y conservar el poder. Su objetivo esencial es mantener la mayoría en el congreso y conservar el poder por seis años más. Por lo menos.

Le guste o no al presidente, estamos encadenados al Tratado de Libre Comercio. Los mexicanos solamente somos generadores de empleos informales, de outsoursing en todas sus variantes legales e ilegales y de burocracia. Los empleos que detonan progreso en las ciudades provienen de las inversiones extranjeras, a eso nos llevó el neoliberalismo mexicano.

Con el desmantelamiento a machetazos del modelo actual y sin un estado de bienestar y un nuevo modelo que lo soporte, pronto quedará solamente el casco del barco, remolcado por el enorme acorazado estadounidense, mientras muchos brazos mexicanos serán forzados a remar en sentido contrario. Todo rastro de tecnología y modernidad podrían haber sido tirados por la borda.

En Saltillo, una de las mejores ciudades que ha aprovechado el T-mec y el TLC se requiere un alcalde, que, con mano firme y talento, la guíe a buen puerto en los años difíciles en los que estamos inmersos. Que la vuelva más competitiva. Se necesita al mejor candidato junto al mejor equipo de trabajo. Los amigos, parientes y recomendados desprestigiados no tienen cabida en estos momentos. Hay mucho en juego.