Zumárraga y la inquisición mexicana 1536-1543

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Javier López Medina.

Con la conquista del Nuevo Mundo, el Papa Alejandro VI, repartió las tierras entre España y Portugal a cambio de que se propagara la fe cristiana. Con ellos el Papa y los Reyes de España podían consolidar su poder político, económico, ideológico y cultural, sobre el humanismo, los luteranos y los protestantes.

La conquista del Nuevo Mundo, quedó inmersa en una lucha político-ideológica entre el Papa, que promovía la religión católica, la fe, Dios como el centro del universo, la veneración a la virgen María y otros santos. Contra los humanistas, los luteranos y los protestantes, que disentían en diferentes frentes del grupo papal.

Los cristianos ponían en el centro del universo a Dios. Los humanistas ponían en el centro del universo al hombre, la ciencia y la investigación.

Los luteranos y los protestantes cuestionaban la corrupción de la iglesia, a los obispos como representantes de Dios, y a sus sermones como parte de la palabra del creador. Solo reconocían a Dios y la biblia.

En ese contexto. El Papa lanzó un contraataque para consolidar la fe católica en el mundo y en los territorios conquistados.

Nombró la Santa Inquisición como su instrumento de inteligencia y opresión para someter a todos aquellos que se desviaran de la fe católica; a los franciscanos, dominicos y agustinos, los hizo sus operadores políticos para que fueran ideologizando la Nueva España con la fe católica como la única forma de ver, creer y practicar la vida en el universo.

La iglesia católica necesitaba ampliar su poder en los nuevos territorios conquistados, antes que sus adversarios lo hicieran; en ese tejido, Zumárraga cumplió con su misión, como lo dictó la Santa Inquisición, hizo válida la fe católica como la única forma de ver el universo; atacó a los blasfemos, a los herejes, a los que idolatraban a otros dioses, a los que practicaban los sacrificios, a los hechiceros, a los supersticiosos, a los bígamos. A los judíos, a los judaizantes, a los moros, los luteranos, los humanistas, los dogmáticos y a todos aquellos que atentaban contra la ortodoxia, hasta llevar a la hoguera a Don Carlos, el cacique de Texcoco.

La obra Zumárraga y la Inquisición mexicana, 1526-1543 trasciende su objetivo de destacar el papel de Zumárraga y se presenta como una obra contextual de esa etapa de la historia donde hicieron de la inquisición y los inquisidores el centro de inteligencia, el brazo armado, la ley y el orden a través del cual impusieron la fe católica.

Para comprender la riqueza del tratado, es necesario el análisis crítico del mismo y la investigación sobre temas específicos, ya que el autor solo describe el desarrollo de la inquisición y de Zumárraga de una manera “suave” y a veces condescendiente con los sucesos de la historia.

La obra se divide en nueve capítulos:

I. el funcionamiento del Santo Oficio de la Inquisición en México 1522 a 1571.

II. La formación intelectual de Zumárraga el Inquisidor.

III. Los indios y la Inquisición 1536-1543. Primera parte.

IV. Los indios y la Inquisición. Segunda parte.

V. Zumárraga, los luteranos y otros herejes.

VI. Zumárraga y los Judaizantes. 1536-1540.

VII. El problema de la blasfemia y de la observancia forzosa de la moralidad.

VIII. Hechicerías y superstición en México 1536-1543.

IX. Jurisdicciones especiales de Zumárraga como inquisidor.

El texto desarrolla el tema de la inquisición en varios frentes que permiten formarse una visión clara del conjunto de la inquisición, y las encarnizadas luchas por el poder político, la lucha entre corrientes filosóficas y la tarea de los inquisidores en México.

Para el Papa era necesario ceder el territorio de la nueva España a los Reyes católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, a cambio de que promovieran la fe católica, con la cual el Papa acrecentaba su poder político e ideológico en contra de sus adversarios.

Los Reyes de España tenían la misión de promover la fe católica en la Nueva España, a cambio de quedarse en las tierras conquistadas y ampliar su poder.

El telón de fondo que rodeaba ese movimiento político, estaba enmarcado en una lucha por el dominio filosófico entre el humanismo y el cristianismo.

En esa trama, una legión de ordenanzas, frailes, obispos comandados por la Santa Inquisición vinieron a la Nueva España a imponer la fe.

A su paso, destruyeron todas las creencias de los indígenas, toda su cosmovisión del universo, toda su cosmogonía e impusieron la fe católica a sangre y fuego. Zumárraga hizo lo suyo.