Ganador y perdedor

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Samuel Cepeda Tovar.

La pasada elección intermedia federal y las locales en diversas entidades han dibujado un nuevo mapa político en el país. Fue sin duda alguna la evaluación ciudadana del actual gobierno y sus políticas en la primera mitad del sexenio lopezobradorista; y al respecto, los resultados han sido contundentes a pesar de una extraña confusión mediática en la que no queda claro si el gobierno de Morena avanzó o retrocedió.

Usemos la aritmética y con un simple comparativo y en lo que respecta a la cámara baja en los procesos 2018 y 2021 los resultados nos señalan un retroceso, pero bastante simple, pues de 193 diputados electos en 2018 para Morena, en este 2021 dicho partido obtuvo 184 escaños, es decir, 9 menos que hace tres años, lo cual, por cierto, sigue manteniendo al partido del presidente con mayoría simple como lo ha hecho en estos últimos tres años al pactar con algunos aliados políticos para sacar adelante las reformas derivadas del plan de gobierno actual.

Vale la pena aclarar el significado de las tipologías de “mayorías”: simple, absoluta y calificada. En términos generales la mayoría simple es quién tenga más diputados y en votaciones quien obtenga más votos, y en este supuesto Morena continua como hace tres años con la mayoría simple, es decir, tiene más diputados que el resto de los partidos. La mayoría absoluta es contar con el 50% más UNO. Es decir; 251 diputados de 500, y, finalmente, una mayoría calificada es contar con dos terceras partes o el equivalente a 334 votos de 500; lo cual no ha sucedido desde añejos tiempos en lo que se conocía como la dictadura perfecta priista.

Es por ello que Morena solo necesita aliarse, como lo ha hecho este último trienio, para realizar las reformas que propone, aprobar el presupuesto sin problemas y controlar la agenda legislativa a través de la junta de coordinación política. La evaluación entonces fue buena, y si a esto le sumamos la victoria en 11 de 15 gubernaturas cuando Morena solo gobernaba seis, se trata de un avance meteórico a pesar del descalabro en su bastión en la CDMX. Por cierto, los bastiones siempre caen.

 Los resultados entonces son simples y contundentes: el pueblo en términos generales sigue apoyando a la cuarta transformación y queda claro quién es el gran perdedor, pues el PRI no ganó una sola de las gubernaturas en contienda y fue superado por el PAN en la elección de diputados federales; salvo Coahuila, que sigue siendo bastión priista.

Por ello, Morena solo debe buscar las alianzas necesarias como lo ha venido haciendo para continuar desahogando sus iniciativas o plan de gobierno. De poco sirvió la coalición “Va por México”, que unió como nunca antes a PRI, PAN y PRD en un grupo cuyos postulados fueron ponerle un alto a la destrucción de México y a las políticas de AMLO.

El pasado seis de junio fue una evaluación que deja con buen sabor de boca al gobierno federal actual, con miras, desde luego, a la próxima elección presidencial que desde hoy inicia su camino y que objetivamente nos ha dejado un claro ganador y un evidente perdedor. El panorama sigue siendo favorable para el primer gobierno de izquierda en México que ha tenido aciertos, pero también errores, pero que sin duda sigue recabando fuerza en un México que sigue con muchas necesidades, hambriento de justicia y repleto de esperanza.

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