Quedó en evidencia que Morena no es invencible

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Jorge Arturo Estrada García.

“Gobernar dentro de un régimen democrático sería mucho más fácil si no hubiera que ganar constantemente elecciones.”
-Georges Benjamín Clemenceau.

“La democracia tiene responsabilidades profundas con aquellos que habitan en ella. Y su mayor responsabilidad es por supuesto, la educación, la distribución del ingreso, para que nadie sea pobre, que nadie sea un analfabeto, y con posibilidades de trabajo para todos. Si la democracia no puede dar esto… Y bueno está fallando algo…»
-Jean Paul Sartre.

“Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro.”
Georges Benjamín Clemenceau.

El afecto se desgasta y son los resultados los que mandan. Son los que generan los respaldos y los castigos. En el superdomingo, también quedó claro que son las clases medias las que te hacen ganar o perder. Morena ganó 11 gubernaturas y el PRI ninguna, pero la alianza opositora detuvo los planes concentradores de AMLO. No hubo nocaut, pero el campeón salió dañado, perdió la etiqueta de invencible, aunque la decisión dividida le favoreció finalmente. De él, se esperaba un nocaut contundente frente a adversarios tan débiles y desprestigiados. Ahora, ya se realizan los preparativos para la revancha en el 2024.

Quedó en evidencia, que Morena no es invencible y que la luna de miel no es para siempre. También, que el PRI está en el peor momento en su historia y que le urge una renovación total. Mientras, el PAN navega en la mediocridad que le alcanza para seguir como la segunda fuerza política nacional y refrendar gubernaturas. El expartidazo tricolor está en ruinas. Los escenarios se modificaron, los discursos de ganadores y derrotados son triunfalistas. Pero en política, la realidad se impone: si no tienes el poder y el presupuesto, no tienes nada.

También quedó claro que la magia presidencial no llega con fuerza a Coahuila. Al menos, no con la misma que llegaron los votos útiles de castigo al morenismo. Las zonas urbanas importantes quedaron en manos del PRI y Monclova en las del PAN. Claudio Bres perdió Piedras Negras, algo inesperado.

El desgaste de AMLO en la capital de Coahuila fue evidente, el voto útil se depositó en favor de José María Fraustro, en grandes cantidades. En este momento, la mejor noticia para Saltillo sería que Chema Fraustro escogiera a un equipo de colaboradores integrado por expertos en cada área. Para que de esta forma, de su gabinete desaparecieran los recomendados, juniors y compromisos de siempre. Tan caros, tan fatuos y tan incapaces.

En Saltillo, se abre una nueva etapa. Ya es indispensable salir de la mediocridad y la falta de seriedad y compromiso que han caracterizado a los más recientes presidentes municipales. Oscar Pimentel González fue el último que tomó con seriedad la tarea, el resto han ido desde la frivolidad y los aceleres de Humberto Moreira y la falta de proyectos estratégicos y trabajo intenso de Fernando de las Fuentes e Isidro López. A los interinos, como Ismael Ramos y Jorge Torres, solamente les tocó poner en orden los libros y entregar las llaves a sus sucesores.

El caso de Jericó Abramo Masso es interesante, porque tuvo un inicio acelerado con su amigo el gobernador Humberto y uno de frenón, en seco, en la mitad de su cuatrienio que quedó dentro del sexenio de Rubén. Al estilo del canibalismo político local, tal vez aprendido en el club campestre, su mejor proyecto -el del Saltibús, que buscaba modernizar la movilidad urbana- primero, fue saboteado desde el Palacio Rosa y, luego, fue escondido en un cajón por Isidro López y Manolo Jiménez. Ellos destruyeron las ciclovías y los intentos de reorganizar las rutas del transporte.

Actualmente, Chema Fraustro tiene la oportunidad de mejorar a la ciudad en muchos sentidos. Su primer posicionamiento, ya como alcalde electo, fue importante, sólo falta que lo cumpla: integrar su equipo con expertos de alto nivel en cada una de las áreas relevantes y no llenarlo con cuates y recomendados. Los grandes problemas de Saltillo son imposibles de resolver en el corto plazo y ninguna obra de relumbrón lo hará. Además, no habrá mucho presupuesto ni apoyo federal. Si necesita importarlos de otros estados, que lo haga.

La canalización de los arroyos del norte de la ciudad, tiene como beneficiarios a los desarrolladores inmobiliarios, lo mismo la ampliación del tramo del sector Derramadero. Aunque, por supuesto que habrá beneficios colaterales como el de los compradores de las casas y las decenas de miles de trabajadores que tienen que trasladarse a la zona industrial del sur. Sin embargo, la ciudad requiere acciones estratégicas más amplias para un desarrollo armónico.

Saltillo demanda un Plan Municipal de alto nivel con funcionarios públicos capaces de implementarlos. El agua, la movilidad urbana y la seguridad demandan soluciones del siglo XXI para una capital que quiere mantenerse competitiva para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

No somos una ciudad inteligente, tampoco la mejor ciudad para vivir del país. Mucho menos, estamos en la más segura, ni en la mejor cuidada. Sin embargo, ya vivimos en la que más queremos. Entonces, lo que sí es indispensable es desarrollarla para que sea el mejor lugar para criar a una familia y cumplir los sueños de progreso de los saltillenses. 

Manolo Jiménez, siempre se quedó corto en los resultados porque su propaganda iba más allá de la capacidad de su equipo para volverla realidad. Isidro era flojo y poco preparado. Jiménez Salinas, llegó demasiado pronto y demasiado fácil al cargo. No lo tomó con seriedad y sus logros quedaron más en la propaganda que en los hechos. Además, su equipo no estaba a la altura de los retos de Saltillo. La llegada de Pimentel le trajo estabilidad a su administración.

Para el proceso electoral, el PRI estatal se fortaleció con las estrategias de unidad entre grupos y el trabajo en las estructuras. Los resultados fueron buenos en términos generales, sin embargo, los tricolores y sus jilgueros no deben olvidar la debacle del 2017 en donde perdieron todas las ciudades importantes y el Congreso de Coahuila. En contraste, el PAN de la entidad se pulverizó hasta casi disolverse. Por su parte, Morena mantiene un potencial que bien dirigido y con mejores candidatos pueden acceder al poder. El voto útil construyó muchas victorias coahuilenses engañosas, el primer domingo de junio.

El periodo de la sucesión ya está abierto. Ahora será conducido por el propio gobernador, ya no será la autopromoción de los acelerados la que marque el ritmo. El que se equivoque, se queda fuera.

La decisión la tomará el inquilino del Palacio Rosa. En cuatro años, él se consolidó como un activo político para el PRI nacional, mientras la dirigencia del CEN está bajo fuego por sus fracasos. No se sabe aún, si el CEN del expartidazo funcionará como partido o como franquicia en el 2023 y 2024.

En dos años pasarán muchas cosas. A Coahuila, puede tocarle una candidatura femenina y al Estado de México la de los varones, o viceversa. También podría enfrentar a un Morena mejor organizado electoralmente, con Javier Guerrero como candidato competitivo, ya se vio que saben ganar gubernaturas.

En la entidad, actualmente, hay dos grupos políticos priistas dominantes muy interconectados: el de Torreón, que perfila a Eduardo Olmos, cada día más fortalecido y el de Saltillo, en donde Manolo Jiménez se promueve, sin embargo, habría que añadir ya a Chema Fraustro. En el caso de las mujeres, la senadora Verónica Martínez, es la única que aparece en el escenario, por el momento.

Por lo pronto, el poderoso Edomex de Alfredo del Mazo busca apoderarse del PRI nacional y dictar el futuro inmediato del priismo. Sin embargo, quien se quede con esa dirigencia estará inmerso en enormes problemas. Las derrotas en los estados le quitaron su fortaleza por tierra y sus minas de recursos. Las interrogantes surgen: ¿Quién va a sostener a 28 comités estatales del tricolor en los cuales ya no hay gobiernos estatales priistas y además mantener operativas sus estructuras electorales, con jefes de acera y de manzana? Esos ejércitos, casi seguramente, se irán desintegrando o se irán sumando a los de los Siervos de la Nación para las batallas por la elección del 2024. 

Solamente el enorme presupuesto de las arcas de Del Mazo podría financiarlos. Las de Coahuila quedaron hipotecadas desde los tiempos de Javier Villarreal en la tesorería del profe Humberto y su veloz carrera hacia las grandes ligas del PRI nacional.

Quedó claro que entre los políticos no hay ideologías, los partidos son franquicias electorales. Entre los ciudadanos tampoco, somos analfabetos políticos, en México es malo o aburrido hablar de política.

La clase media se convirtió en el nuevo enemigo presidencial porque decidió quitarle la mayoría calificada al presidente López Obrador en la Cámara de Diputados. Ahora, es estigmatizada por su educación y sus egoístas deseos de superación y movilidad social.

Sin embargo, en las elecciones estatales, el PRI perdió 11 gubernaturas y ya sólo conserva cuatro de 32, el tricolor fue castigado por los electores que prefirieron sacarlos del poder. Aunque, eligiendo a muchos personajes, igual de impresentables, del morenismo.

Para la siguiente elección, el clima de odio y polarización aumentará exponencialmente en el país. En Coahuila, el PRI y Morena tendrán candidatos competitivos, el PAN ya perdió a sus principales figuras, el superdomingo arrasó con ellos. Tal vez, de nueva cuenta, la clase media llegará suficientemente motivada e interesada ante las urnas en 2023 y 2024.

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