Oliverio Ascascius.
Los de ayer,
quienes ya han vivido
siglos de espera
en la antesala del cosmos,
posan hambrientos
para un pintor de segunda
y nos sorprenden
con sus caras negras
y desparrajadas.
Los antiguos,
quienes no saben
entonar una canción de cuna,
salpicarán vertebras de sangre
en la médula de la esperanza.