Destino de los niños desaparecidos

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José C. Serrano Cuevas.

En México existe una cantidad alarmante de niñas, niños y adolescentes desaparecidos. Las cifras que se conocen son diferentes, dependiendo de la fuente que las difunda.

La mayoría son sustraídos de sus hogares o entornos inmediatos para la explotación sexual, venta y tráfico de órganos, sin que esto perturbe la siesta vespertina de los insensibles.

Las bandas de secuestradores operan con mayor intensidad en la Ciudad de México, estado de México, Veracruz, metrópolis como Tijuana, Monterrey y Guadalajara, así como en las zonas fronterizas del norte y del sur del país, gracias a la indolencia e impunidad de las autoridades mexicanas.

El robo de infantes alimenta las estadísticas de desaparecidos o ausentes. No hay datos precisos de cuántos de ellos son para tráfico de órganos o para explotación sexual, simplemente, porque al gobierno mexicano no le interesa el tema. Eso le da luz verde a los secuestradores para que continúen con la desintegración familiar.

Prácticamente en todo México se roban a menores de cualquier edad a través de personas que operan en solitario, por su cuenta; por bandas pequeñas que se los venden a los traficantes de órganos y con fines de explotación sexual y al crimen organizado, cuyos integrantes sacan a sus víctimas del país con pasaportes y credenciales apócrifos. 

El crimen organizado utiliza una red sofisticada que incluye diversos señuelos para atrapar a sus víctimas, principalmente adolescentes, a través de las redes sociales. Los señuelos son jóvenes atractivos con habilidades amatorias a toda prueba; se especializan en la explotación sexual.

Durante mucho tiempo se dijo que, los órganos de los niños se los llevaban de México en contenedores o hieleras: mera ciencia-ficción. Los criminales se los llevan vivos a Estados Unidos y los entregan en clínicas que cuentan con los servicios de médicos inescrupulosos que, por unos miles de dólares los operan y les extraen los órganos, de conformidad con la ley de la oferta y la demanda.

Autoridades estadunidenses y francesas aseguran que los restos de un niño intervenido quirúrgicamente para la extracción de sus órganos en alguna clínica clandestina es desaparecido de la forma más atroz.

Dichas autoridades afirman que nunca se encontrará a un niño abierto en canal, porque lo que hacen estas bandas es que los restos de las víctimas son echados a unas grandes trituradoras de carne. Como carne molida se los sirven a los perros: el horror en su máxima expresión.

 El viernes 16 de julio último apareció en medios una nota que destaca: Más de 11 mil menores desaparecidos en el país, reconoce Gobernación. La dependencia, a través de la Comisión Nacional de Búsqueda, señala que «de 2007 a febrero de este año, se tienen registros de 60 mil 111 menores reportados como desaparecidos, entre cero y 17 años. En el mismo período, precisa, se han localizado 48 mil 819 menores, 98.85 por ciento con vida.»

Mediante una simple operación aritmética, la resta, da un total de 11 mil 292 menores de edad que permanecen en calidad de desaparecidos. Las autoridades de Gobernación son omisas en la metodología utilizada para localizar con vida a tantos miles de pequeños desaparecidos. ¿Estamos frente a un acto de fe?