Emilio Herrera Muñoz

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Simón Álvarez Franco.

“Antes que nada y aunque suene contradictorio, este periodista fue un poeta»
Lic. Homero H. del Bosque Villarreal Cronista de Torreón

Continúa el Cronista diciéndonos: “Llevó la poesía a todos los ámbitos de su vida y de su obra; la regaló a sus amigos y familiares, la incluyó en sus columnas y la contempló siempre como una aliada de su pluma”.

Su vida
Lagunero por nacimiento el 14 de marzo de 1916, en un rancho del vecino municipio de Gómez Palacio, llamado Sacramento entonces, hoy Gregorio García, Dgo., sus padres don Severiano Herrera y Concepción Muñoz, familia dedicada al campo, destino que debería tener nuestro biografiado. A temprana edad quedó huérfano de madre y fue enviado a Torreón al cuidado de su tía, esposa de don Manuel Hoyos, cursó la primaria en el Liceo Morelos y posteriormente se convirtió en Contador Privado en la Escuela Comercial Treviño. Como vemos, sus estudios estaban alejados de la Literatura, pero bajo la guía de Pablo C. Moreno y Alejandro Bassol se inició su formación autodidáctica; indudablemente que su deseo por prepararse ayudado por su buena memoria y afán de cultivar su espíritu inquieto y con tenaz esfuerzo logró una cultura que dio por resultado lograr conectarse con el mundillo cultural de su época.

Emilio Herrera Muñoz

Y fue esa esencia la que un día de 1937 lo llevó a las páginas de El Siglo de Torreón, periódico de los principales en su ciudad, ante cuyas puertas pasaba diariamente junto con su amigo de escuela Jesús Nava, deportista sobresaliente del tenis, de esos encuentros un día de 1937 en que leyendo el citado diario, encontraron una pequeña reseña deportiva firmada por Nava y de ahí salió un reto amistoso; nos contaba Emilio que se dijo: “Si Jesús puede escribir, por qué no he de hacerlo también yo”. Así que con un poco de temor y algo de vergüenza, se atrevió a enviar en un sobre su primer escrito titulado El dolor y la muerte al director de El Siglo Antonio de Juambelz, quien lo publicó e invitó al novel autor a seguir colaborando como columnista al principio con una columna semanal y con el tiempo y durante casi 70 años, con 6 columnas, cada una de distinto aspecto y con un seudónimo diferente en cinco de ellas. Fue un virtuoso de las letras, no me explico ¿cómo le hacía para que el tiempo le rindiera, hacer un intenso trabajo, planear y realizar obras sociales, convivir con tantos amigos y encima dedicar toda su atención a su numerosa familia?

En 1933 a los 18 años de edad entró como dependiente en la tienda Los Precios de México en la que duró 16 años y llegó a ser apoderado de dicha empresa. En 1949 emprendió un negocio por su cuenta, el cual abandonó en 1950 buscando mayores y más estables ingresos se contrató como empleado administrativo de El Puerto de Liverpool, manejándola con una magnífica y humana administración llevándola a ser la primera y más grande tienda departamental en Coahuila, empresa a la que dedicó 30 años de su vida, sus propietarios, el matrimonio Volkhausen quienes lo nombraron director general, y más adelante le permitieron comprar la tienda.

Fue un lector increíble, adicto a la lectura, publicando en vida 8 títulos y centenares de gacetillas e historias en El Siglo, periódico en el que duró casi 70 años.

¿Cómo le hacía para que le alcanzara el tiempo?, entre el trabajo, la intensa lectura y aún podía dedicar parte de su esfuerzo a realizar obras sociales para bien de la comunidad y siempre velando por los más desprotegidos. Su columna Mirajes duró más de 69 años.

En palabras del Lic. Homero del Bosque Villarreal. Notario, escritor, poeta y cronista de la ciudad de Torreón, y además amigo cercano a Emilio Herrera: “Emilio fue profundamente humano, sus escritos y artículos “Arenillas del Nazas”. “Vuelto a Nacer” y sus poemarios “Voces de Juventud” y “Signo Ardiente” revelan su preocupación por el hombre. Su voz fue valiosa porque fue libre, estuvo desacondicionada porque fue independiente: Su formación parece planeada por un director espiritual, es producto de “inteligencia que imprimió su método”: la expresión de sus pensamientos es clara, sencilla, hermana con su carácter bondadoso y consecuente. Emilio Herrera fue un triángulo equilátero y por ello su perfecto equilibrio”.

Se dice que detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer, este no es el caso de Emilio, porque su esposa doña Elvira Arce Posada, nunca estuvo ni adelante ni atrás de su marido, siempre lo acompaño a la par de cada uno de sus pasos, matrimonio y familia digna de admirar y de imitar

Desde joven se entregó de lleno a participar y cooperar en cualquier actividad que tuviera fines filantrópicos, de ayuda a los humildes y en especial en todo lo que contribuyera a mejorar a su amada ciudad, Torreón, uno de sus grandes amores, como lo expresa en el prólogo de su plaqueta:

MI CIUDAD
ME LLAMO EMILIO y mi ciudad es ésta
–surgida de la nada –,
Ciudad que pudo ser por la inflamada
Visión de algunos hombres.
Como a las grandes urbes, amamantola un río,
Le dio su nervio y su destino
El precursor que desmotó su primer campo:
Corazón entero frente al área rescatada,
midió la longitud del primer surco
por la fuerza de su brazo.
De surcos como aquél,
como un capullo más,
como un sueño soñado con vehemencia,
como un acto de amor, puro y sencillo,
surgió Torreón, ciudad que habito enamoradamente.


En Torreón conocí a Elvira.
En esta ciudad de amplios horizontes
Se encierra toda nuestra historia.
El campo de nuestros esfuerzos ha sido éste,
y el de todos nuestros sueños,
los que hemos realizado y los que soñamos cada día,
Nos rodean, grávidos del mismo amor,
quienes habrán de continuarlos.
Aquí están, también, nuestros muertos:
los abuelos, los padres, los hermanos
y aquel hijo que no quiso vivir.
Por eso digo que mi ciudad es ésta:
La va pagando mi tribu al precio de su espíritu,
de su vida y de su muerte.

Ya adivinaron nuestros lectores, su otro gran amor fue su esposa, doña Elvira, mujer fuerte, tenaz, alegre, que nunca negó a nadie la calidez de su amistad, que lo acompañó siempre, formando una hermosa familia; doña Elvira que ayudó a don Emilio en todos sus proyectos y que formó con su esposo a 10 hijos y numerosos nietos.

ELVIRA
Mira si yo tuve suerte
que no siendo tú de aquí
Aquí me diste tú el sí
que nos une hasta la muerte
Eres hoy la mujer fuerte
de la Biblia y mucho más,
Pues a los ancianos das,
En palabras cariñosas,
ese amor que ya rebosa
El corazón con que me amas.

Otros poemas de Emilio

HERMANO PINO

Me lleno de inquietud al presentir
Que me esperas, paciente, desde hace años,
Mientras tomas el sol y aires extraños
Te dicen dónde y cuándo he de morir.
Me digo que no es fácil abatir
Tu imponente figura de ermitaño;
Pero el viento me dice que me engaño
que él oye por las noches tu gemir.
Hermano pino de verdor constante
Lucha porque yo alcance a madurar
el eco octagonal de mi linaje.
Tu caída madera en ese instante
listo me encontrará para iniciar,
acomodado en ti, mi último viaje.

LENTA MUERTE

¡A cuantos quise he sobrevivido!
Ya casi no lo sé; pero yo he muerto,
eso sí que lo sé. Porque es muy cierto
que algo de mí se ha ido.
Con cada amigo desaparecido
me voy quedando solo, esto lo advierto,
tan solo como el panteón yerto
amigo tan querido.
La muerte no sucede como vemos;
morimos poco a poco;
con cada amigo que se va, nos vamos.
Y en fila me coloco
cultivar amistad cuesta una vida
si se recobra allá, ¡qué bienvenida!

ALGUNOS AFORISMOS (de sus escritos)
• ¡YO! He aquí la única persona perfecta.
• De pensar no se libran ni los locos.
• De vez en cuando hay que perdernos para tener la oportunidad de encontrarnos.
• Se gratificará a quien me devuelva mi tiempo perdido.
• ¿De qué sirve ser, si no se ejerce lo que se es?
• Para el ocioso la muerte no significa ningún cambio.
• Uno se acostumbra a la idea de morir, pero no a la de ver morir sus seres queridos.
• Compadecido al ver salir a Adán y Eva del Paraíso, el Señor les compensó dándoles la facultad de soñar.
• Dios recibe de los hombres muchos nombres, hay quienes le llaman trabajo, otros suerte.
• Adán sin Eva, seguiría en el paraíso, que es lo peor que pudiera haberle sucedido.
• El amor es ciego primero. Después es sordo.
• El amor no se hizo para el miserable; para poder amar, hay que haber comido.
• Hasta los casados hablan a diario del amor, olvidando que el matrimonio es el que hay que construir cotidianamente.
• Saber poco es más peligroso que no saber.
• Mientras pueda leer, nadie se sentirá totalmente desdichado.
• Por larga que sea tu vida, si la, si la amas, la sentirás breve.
• ¿Algo más malo que el mal? Lo peor.
• Al pobre de Adán ni quien lo festejara el Día del Padre: al hijo bueno se lo mató el otro, que le salió malo y fue el padre de todos sus nietos y herederos.

Obra poética del escritor
Periodismo
Colaboró en El Siglo de Torreón desde 1937 y hasta febrero de 2006. Escribió diariamente la Columna “Mirajes”, y semanalmente las siguientes columns:
• “Pequeñeces”
• “Arenillas”
• “Los Nuestros”
• Rimas de los jueves”
• “Cartas hebdomadarias”
• “Noche y Día”
Libros poesía y plaquetas:
• Arenillas del Nazas”
• La Pobre fea (cuentos)
• Vuelto a Nacer
• El séptimo día
• Mi ciudad
• Pequeñeces
• Las tareas del espíritu
• El signo ardiente
• Rimas y Arenillas”
• Postales Camineras
• Calendario
• Aforismos (póstumo)

Preseas y reconocimientos
• Botón Paul Harris de Rotary International.
• Presea Magdalena Mondragón del R. Ayuntamiento de Torreón.
• Medalla de Ciudadano Distinguido de Torreón por servicios prestados a la comunidad (1990).
• Busto de Bronce en el paseo de Escritores y Poetas en la Alameda Zaragoza (1986)
• Aparece en el mural de la Presidecia Municipal de Torreón en honor a sus ciudadanos distinguidos (1981)
• Doctorado Honoris Causa por la Universidad Autónoma de la Laguna. (1990)
• Placa Alumno Distinguido por la Escuela Comercial Treviño.
• Homenaje en El Siglo de Torreón como decano de sus periodistas y más antiguo colaborador (2001).
• Homenaje de Los Nuestros (2002).
• Reconocimiento de la UANE (1986)

Por mi parte y de mi familia no puedo más que decir que desde que tuve la ocasión de conocerlo unas semanas después de llegar procedente de Tuxpan, Ver. Para hacerme cargo en una institución bancaria de Torreón como funcionario de ella, por motivos laborales me acerqué a Emilio sin haberlo conocido y descubrí en él que era un digno representante de ejercer el olvidado arte de charlar, lo cual nos acercó y convirtió en amigos que con cierta frecuencia y por medio una copa de vino tino, al cual ambos éramos aficionados, entablamos una bonita amistad personal algunas veces (cuando se podía) y las más en forma epístola, preciándome de una colección de postales, recado y cartas que mantuvimos por muchos años. Seré sincero, a él le debo el que sin serlo, me convirtiera en hijo adoptivo y convencido de esta Laguna donde no sólo he formado a mi familia, sino que también, gracias a la influencia y enseñanzas de Emilio, he formado a mi alrededor una red de amigos-hermanos con su ejemplo.

Algunas palabras en su memoria
“Con todos sus hijos presentes, con sigilo, en silencio se despidió un 2 de mayo del año 2006.
Un hombre vertical. Dio amor y encontró amor. Nunca se regateó. Dio amistad y encontró grandes y profundos amigos, con los cuales disfrutó de grandes momentos.
Él en compañía de mi madre –pareja indisoluble–, construyeron en la cotidianidad de sus vidas un poema de amor, sencillo, bien rimado y profundo. Sin que una palabra faltase o sobrase”.

Emilio Herrera Arce (hijo).

“Emilio: tus amigos, los lectores del Siglo de Torreón, las sociedades culturales y nuestra sociedad entera, deseamos que sigas en el seno del Todo Poderoso”.

Lic. Homero del Bosque Villarreal.

“….Llegamos a su morada, nos recibe impecable vestido de guayabera: refleja frescura, paz interior, sabiduría conferida gracias al tiempo. Sobre la prenda yucateca de lujo recordemos al sabio escritor y político Carlos Loret de Mola: que era tan elegante como cualquier esmoquin. Emilio Herrera la utiliza a diario, él caballero de fina estampa”.

Patricio de la Fuente González Karg.
Siglo de Torreón.

“Me pregunto: Si aquí donde hay personas tan valiosas, las cuales tienen un homenaje a sus méritos, nombres de calles, bustos de bronce, comidas, cenas, etc., en su merecido honor, ¿por qué, vuelvo a preguntar, a este hombre del que hablo no se le ha hecho algo para agradecer su entrega a esta maravillosa tierra?

La Güerita Rodríguez.

Fuentes:
1.- Las citadas.
2.- Conversaciones, correspondencia y recuerdos de don Emilio Herrera y su familia con el autor de este artículo.