Y ahora busca pleito con Biden

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MIAMI, Florida.- Era imposible que pasara desapercibida tanta agresividad del presidente López Obrador hacia Joe Biden, desde que era candidato hasta ahora.

El problema es que las consecuencias no las paga él, sino los mexicanos.

A partir del lunes de esta semana, cualquier agente de la Patrulla Fronteriza puede deportar, según su criterio, a un indocumentado, sin darle derecho a audiencia.

Es la primera medida fuerte que toma la administración Biden hacia el vecino del sur, pero no la última.

México dejó de tener la relación privilegiada con Estados Unidos, que tuvo durante casi 30 años.

Luego de una actitud abyecta ante Donald Trump, como no la había tenido antes ningún otro presidente mexicano en muchas décadas, López Obrador desenvainó la espada de Bolívar contra Estados Unidos.

El motivo, o el pretexto, fue Cuba.

Como presidente, López Obrador no tuvo una sola palabra de reproche hacia Donald Trump cuando éste prohibió el envío de dinero (remesas) desde Estados Unidos a Cuba.

Y ahora que los cubanos salieron a las calles a protestar por la falta de libertades, de medicinas, de comida, y fueron reprimidos violentamente por la policía del régimen, el presidente López Obrador cargó contra Estados Unidos y Biden.

En su reciente discurso con motivo del aniversario 238 del natalicio de Simón Bolívar, López Obrador sintetizó su cercanía afectiva con todos los enemigos de nuestro principal socio comercial y eterno vecino.

Sí, se puso del lado de la Venezuela de Maduro, de Cuba y de China.

Desde el Castillo de Chapultepec (más simbolismo aún) lanzó un “ya basta de 200 años de intervenciones y bloqueos” de parte de Estados Unidos.

Planteó, ante los ministros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la desaparición de la OEA para crear otro organismo que integre a países latinoamericanos y del Caribe.

En buen romance: una OEA sin Estados Unidos. Expulsar a nuestros socios del principal organismo continental.

De la nada, sin motivo, soltó que “hay que hacer valer que no somos un protectorado, una colonia o su patio trasero”.

Eso le hubiera dicho a Donald Trump, que mandó a México a todos los centroamericanos y caribeños solicitantes de asilo.

López Obrador aceptó que nuestro país fuera el patio trasero donde se hacinan, en campamentos insalubres, extranjeros que van a Estados Unidos.

Eso no lo permitió ninguno de los expresidentes de México a los que quiere juzgar.

Hizo una apología de la dictadura cubana por su lucha contra el “bloqueo” de Estados Unidos, con lo que descartó a México como mediador para cualquier salida negociada de la crisis de libertades y de comida que se vive en la isla.

¿De veras piensa el presidente López Obrador que su declaración de enemistad hacia Biden no tendrá consecuencias?

¿En serio cree que esa manifestación de odio histórico, a destiempo y sin venir al caso, le sirve al bienestar de los mexicanos?

Dijo López Obrador que no se pelea con Estados Unidos sólo porque ellos son más fuertes (Sansón).

¿Cómo está eso?

¿No que somos socios?

¿No que somos amigos?

La sumisión del presidente López Obrador ante el mandatario más antimexicano de nuestra época lo llevó a la Casa Blanca, en plena campaña electoral, a darle las gracias a Trump por su “buen trato” hacia nuestro país.

Trump y no Biden prohibió la transferencia de dinero desde Estados Unidos a Cuba.

Trump y no Biden puso un muro negro (para concentrar calor y quemar las manos de quien lo quiera pasar) en la frontera y evitar el paso de los mexicanos, “violadores y traficantes”.

Trump y no Biden le exigió a López Obrador que pusiera a las Fuerzas Armadas de México a patrullar la frontera sur y la frontera norte.

Trump y no Biden amenazó con aranceles a las exportaciones mexicanas si AMLO no frenaba la migración ilegal, con acciones periódicamente verificables por el Departamento de Estado en visitas de inspección a México.

Y López Obrador, luego de haberle aceptado todo lo anterior a Trump, participó en la campaña por su reelección y ahora busca pleito con el presidente Biden.

Nos formamos en la fila de los enemigos de nuestro socio y aliado.

De Estados Unidos, no de Cuba ni de Venezuela ni de China, llegan a México remesas por 50 mil millones de dólares al año. Casi el doble de toda la inversión extranjera directa que captó nuestro país el año pasado (29 mil millones de dólares).

Se puede ser autónomo y soberano sin ser ‘lacayo’ ni enemigo. Pero nuestro Presidente no conoce de matices.

AMLO busca pleito ahora que sus malas decisiones económicas y políticas se reflejan en pobreza y, por tanto, en aumento de la migración ilegal.

En junio de este año, las detenciones o expulsiones ipso facto de mexicanos indocumentados en la frontera creció 236 por ciento en relación con junio pasado.

Y en mayo de este año, aumentaron en 372 por ciento respecto a mayo del año pasado.

¿Habrá alguna consideración especial hacia México, luego de la animadversión manifiesta de nuestro Presidente hacia Estados Unidos en la era Biden?

Obviamente no existen alicientes para ello.

López Obrador busca el pleito y las consecuencias las pagan los mexicanos más desprotegidos.

Pablo Hiriart
El Financiero