José Guadalupe Robledo Guerrero
En días pasados, en la armadora automotriz de General Motors de Silao, Guanajuato, como resultado de una consulta jurídica-laboral, los obreros de aquella transnacional decidieron, por mayoría (3 mil 214 contra 2 mil 623), no renovar el contrato colectivo del sindicato Miguel Trujillo López afiliado a la Confederación de Trabajadores de México (CTM), por considerar que estaban obteniendo salarios 50% menores que los que ganan sus compañeros estadunidenses.
Por tal motivo, el sindicato cetemista perdió la preferencia mayoritaria de los obreros para suscribir la renovación del contrato colectivo de trabajo y la representatividad de los trabajadores de la armadora de General Motors instalada allá.
Durante el proceso de la consulta, los trabajadores acusaban a los dirigentes cetemistas de la poca importancia que tenían por elevar sus condiciones de vida; mientras que el secretario general de la CTM de Coahuila, Tereso Medina Ramírez, señalaba la intromisión de la secretaria del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde Luján, en la decisión obrera.
Esto me recordó que allá por 1974 en Saltillo, los 6 mil obreros de Cinsa-Cifunsa del Grupo Industrial Saltillo (GIS), propiedad de la familia López del Bosque, realizaron una huelga que duró 48 días -del 16 de abril al 3 de junio-, por estar en desacuerdo con el aumento salarial conseguido en la revisión del Contrato Colectivo de Trabajo, y por las deleznables condiciones laborales (acoso sexual, trabajos eventuales por años, etcétera).
En aquella ocasión, los huelguistas fueron abandonados por la CTM a la que estaban adheridos, y pese a que el secretario general, Fidel Velázquez, prometió que cada obrero cetemista aportaría un peso diario para su resistencia, este apoyo nunca llegó, pues querían que los trabajadores levantaran el paro por hambre.
El artífice de aquel abandono fue el líder de la CTM de Coahuila, Gaspar Valdés Valdés, quien le heredó el cargo sindical a su yerno, Tereso Medina Ramírez. Desde entonces, Gaspar Valdés se ganó el calificativo de “charro”, que le endilgaron los obreros que representaba, porque en lugar de buscar el beneficio de los trabajadores, obedecía a los intereses de las empresas y de las autoridades gubernamentales.
Tereso Medina Ramírez, actualmente diputado federal plurinominal electo por el PRI, continuó con el charrismo heredado de su suegro, porque ser “charro” sindical es muy redituable, pues dicen los malquerientes de Tereso, que hace buenos negocios con el transporte de personal, comedores, etcétera, en las empresas con sindicatos de la CTM.
La huelga obrera de Cinsa-Cifunsa logró el triunfo a sus demandas, pues por intervención presidencial, los dueños del GIS aceptaron dialogar con los paristas para resolver el problema, con la condición de que abandonaran Saltillo los asesores del Frente Auténtico del Trabajo (FAT) que vinieron a apoyar a los huelguistas.
Uno de los asesores del FAT que abandonaron Saltillo a petición patronal y con la aprobación de Gaspar Valdés, fue Arturo Alcalde Justiniani, padre de la secretaria del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde Luján, quien según Tereso Medina se involucró para que los trabajadores de la General Motors de Silao, Guanajuato, votaran para que ya no los representara la CTM. Las vueltas que da la vida.
Por cierto, el sindicato cetemista al que renunciaron los obreros de Silao, Guanajuato, lleva por nombre Miguel Trujillo López, que era uno de los cercanos a Gaspar Valdés, y por lo tanto de los que se opusieron a la huelga, y a que los huelguistas recibieran el apoyo económico de la CTM. No cabe duda, “Genio y figura hasta la sepultura”. Por eso, bien haría Tereso Medina Ramírez en poner atención a aquel sabio refrán popular que dice: “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”.
Política aldeana
A propósito de charrismo sindical. Luego de que el presidente López Obrador advirtiera que se reiniciarían las clases presenciales a finales de agosto “llueva, truene o relampaguee”, el secretario general del SNTE, Alfonso Cepeda Salas, se apresuró a declarar: “Ya nos vacunaron, entonces se tiene que salir a justificar el sueldo y las prestaciones que recibimos”. Con esta información, los internautas magisteriales crearon un meme dirigido a su dirigente sindical que reza: “Los maestros justificamos; tú justifica tus casas, tus ranchos, tus departamentos, tus franquicias, tus clínicas, tus farmacias y tus cuentas bancarias”. Sin comentarios. No hacen falta…
Pregunta huérfana
¿A dónde fueron a parar los 18 millones de vacunas que se le “perdieron” al Gobierno de AMLO?
¿Será cierto que las regaló a sus pares de otros países de América Latina para comprar simpatías, adhesiones y votos a favor de su populismo ramplón?