Todos hacen, nadie aprende.

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Samuel Cepeda Tovar.

Hay que decirlo con todas las letras: la educación virtual no ha dado los resultados esperados a pesar de los casi dos años que llevamos ya fuera de las aulas. En lo personal tengo tres hijas, dos en educación primaria y una en preescolar, de las cuales dos no han regresado a las aulas, y no por oposición de sus padres, sino por algunos docentes que se rehúsan a regresar a las aulas, por padres de familia que se niegan rotundamente al retorno a la educación presencial, y no se trata de cobardía o valentía, tampoco de ser buenos o malos padres, sino de entender dos cuestiones que son muy importantes: La primera es que la educación en esta modalidad no ha servido, la mayoría de los docentes nunca se conectaron en sesiones en vivo con los alumnos, algunos incluso de dedicaron a la grilla política en la elección pasada en lugar de atender a sus alumnos, y los niños no aprendieron igual, porque los docentes solo se dedicaron en su gran mayoría a encargar tareas endosando la parte explicativa a los padres de familia, padres que en su gran mayoría trabajan y no tienen tiempo ni recursos para pagar educación privada. Los niños aprendieron muy poco en el año escolar pasado que ya se ha considerado un año perdido en materia educativa, además de que no todos tienen acceso a medios virtuales para atender clases en línea.

La educación virtual en la que «todos hacen y nadie aprende», se basa en o en que los padres de familia se la pasan haciendo las tareas de sus hijos.

La segunda es entender que el virus llegó para quedarse, jamás se irá, seguirá mutando, jamás regresaremos a la normalidad de hace casi dos años. Los cubre bocas serán parte ya de nuestras vidas, quien se niegue a entender esto vivirá en una nube llena de ilusiones. No podemos dejar de salir a trabajar, dejar de salir al supermercado, vivir encerrados para siempre, el momento de regresar ha llegado, porque como ciudadanos debemos asumir esas dos grandes verdades: la virtualidad educativa ha fracasado y el virus será ya parte de nuestras vidas diarias.

La educación virtual en la que todos hacen y nadie aprende se ha basado en que los padres de familia pasan sus ratos libres haciendo la tarea de sus hijos. Hemos estado guardando las apariencias, simulando que la educación ha superado a la pandemia (al menos en educación básica) el mal llamado Home Schooling ha sido solo una fachada que no podemos seguir sosteniendo. El retorno debe ser ya una realidad, y no se trata de cuestionar a los padres que llevan a sus hijos a las plazas públicas, a los cines, a los restaurantes, de vacaciones y que al mismo tiempo se niegan a llevar a sus hijos a la escuela, tampoco de criticar a los padres de familia que la educación virtual ha hecho que ya no se levanten temprano para preparar a sus hijos a la escuela, sino de entender el enorme costo de seguir simulando.

Si las mediciones de desempeño educativo nos ubicaban siempre en los últimos lugares, no quiero imaginar cómo saldremos en las próximas mediciones. Lo que nos corresponde es educar a nuestros hijos en el cuidado personal respetando los protocolos de sanidad, de exigir que las escuelas tengan los elementos básicos para operar con el menor riesgo posible de contagios, que los docentes hagamos equipo para ayudar a los padres en la educación sanitaria de los alumnos y así regresar a la nueva normalidad que no podemos evitar encerrados con miedo o por comodidad.

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