José C. Serrano Cuevas.
Renato Sales Heredia es originario de San Francisco de Campeche, Campeche. Frisa los 58 años de edad, estudió la licenciatura en Derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA) y la maestría en Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); ha publicado ensayo y poesía; fue galardonado con el Premio Internacional de Poesía de la Fundación del Rey. Es autor de Ejecutorias,1992; Para que partan los pájaros, 2000; La vida desnuda de los enemigos, 2012.
En su trayectoria laboral se desempeñó como titular de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS), del 27 de agosto de 2015 al 30 de noviembre de 2018. Anteriormente encabezó la Coordinación Nacional Antisecuestro (Conasa). Fue subprocurador de Control Regional, Procedimientos Penales y Amparo en la extinta Procuraduría General de la República (PGR). Previamente, fue titular de la Procuraduría General de Justicia de Campeche y, en el entonces Distrito Federal, encabezó la Subprocuraduría Jurídica y de Derechos Humanos de la Procuraduría General de Justicia del D.F.
El viernes 17 de septiembre de este año, apareció en los medios de información que, al comenzar oficialmente su mandato, la gobernadora Layda Elena Sansores San Román tomó protesta a 22 integrantes de su gabinete, entre quienes hay ocho mujeres. El resto de sus colaboradores son varones. Para la Fiscalía General de Justicia designó a Renato Sales Heredia.
A su paso por la CNS, sales Heredia dio claras muestras de estar interesado en el tema de las personas desparecidas en México; auspició la creación de una unidad dedicada, exclusivamente, a la atención de este enorme problema. El responsable directo de poner en marcha dicha unidad fue Roberto Cabrera Alfaro, quien contaba con la colaboración de un equipo de profesionales comprometidos con la tarea.
El titular de la CNS presidió una reunión en la que participaron familiares de personas desaparecidas, procedentes de diferentes municipios del país y de la Ciudad de México. En el discurso inaugural dijo: «Dejemos de pensar en cómo no se puede y pensemos en cómo si se puede». Un giro de 180 grados en la inercia que agobiaba a los concurrentes.
En esa reunión se propuso, por iniciativa de los participantes, organizar mesas de trabajo temáticas: secuestro, desaparición de víctimas, búsqueda en vida en hospitales y penales, búsqueda en fosas clandestinas, identificación de restos humanos. Roberto Cabrera con su equipo de colaboradores y con el apoyo de instituciones que habían estructurado algunas bases de datos, como el actual Instituto Nacional Electoral (INE), así como las de la División Científica de la ahora extinta Policía Federal.
Con todo ese bagaje informativo fue posible integrar una base de datos que mostraba perfil genético, huellas dactilares, biometrización individualizada: un formato de vanguardia que en tiempos actuales no ha sido utilizado. Una tara heredada desde hace mucho tiempo que, se aferra a un dogma que sostiene que lo anterior no sirve.
En esas mesas de trabajo no estuvieron presentes quienes se hacen llamar acompañantes de las víctimas. Se alzaron voces para definirlas como mediatizadoras. Mediatizar significa intervenir dificultando o impidiendo la libertad de acción de una persona en el ejercicio de sus derechos. El trabajo real de las y los acompañantes es pastorear a un grupo de familiares de víctimas, presentarles a una «funcionaria» o «funcionario» para que oiga (aunque no escuche) su tragedia. La respuesta es prometerles que se llegará hasta las últimas consecuencias en las líneas de investigación que se siguen para encontrar a la persona desaparecida, (aunque no existan tales líneas).
Algunos familiares de personas ausentes dejaron de chuparse el dedo, a sabiendas de que el dolor de los demás es intransferible e inefable.