José Guadalupe Robledo Guerrero.
Desde niño tuve simpatía por los obreros, mis tíos y primos vivían de ese oficio, y sabían arreglar todo lo que dejaba de funcionar, los admiraba, porque ningún mecanismo tenía secretos para ellos.
Mi natal San Luis Potosí era un importante centro ferrocarrilero, porque había un gran taller que le daba mantenimiento y compostura a las máquinas diésel de los Ferrocarriles Nacionales de México. A los 10 años, en 1959, presencié por primera vez la combatividad de los obreros y sus familias. Allí vi como sus mujeres se tendían en los rieles del ferrocarril, algunas embarazadas, para evitar que los soldados movieran los trenes estacionados durante la huelga ferrocarrilera, que años después supe que fue dirigida por Demetrio Vallejo y Valentín Campa.
Por eso en mi juventud simpaticé con Lenin, aquel líder que encabezó la revolución rusa, que dio nacimiento a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que privilegiaba en su ideología a los obreros, a quienes señalaba como los productores de la riqueza, y por lo tanto, en teoría, debían ser los que gobernaran los países bajo la “Dictadura del Proletariado”, que en poco tiempo se convertiría en la dictadura de un solo hombre: Stalin. La dictadura de los productores de la riqueza, se convirtió en la dictadura de una nomenclatura o élite gobernante. Y así hasta nuestros días. Pero aún con esa desilusión, sigo pensando que los obreros son el sector más importante de la sociedad.
Cuando emigré a Saltillo en busca de empleo, lo hice pensando en que era una ciudad de obreros a la que me sumé con mi fuerza de trabajo. El sureste de Coahuila, continúa siendo una región obrera. En el Saltillo hoy, alrededor de la mitad de su población la integran los obreros y sus familias, pero ninguno de ellos son parte del cabildo, a pesar de ser el grupo mayoritario de la población en esta hermosa región de hombres y mujeres trabajadoras.
Estos recuerdos vienen a colación, por la represión que sufrieron -el pasado 13 de octubre- más de 1,500 obreros de la empresa ICA Flour, que construye la Refinería de Dos Bocas en Tabasco, y que se pusieron en huelga demandando aumento salarial, pago de horas extras, mejores prestaciones laborales, y que no les impongan la afiliación a un sindicato determinado.
La represión la llevó a cabo la policía antimotines del gobierno de Tabasco, de donde es oriundo el presidente López Obrador. Los policías llegaron arremetiendo a los huelguistas con golpes, toletazos, gas lacrimógeno y balazos. Hasta hoy se sabe que hubo tres heridos de bala y decenas de golpeados, pero no se sabe el número verdadero de víctimas ni la saña con que fueron reprimidos, a pesar que su protesta fue pacífica, utilizando lo único tenían para hacerse escuchar, el paro de labores, ante la sordera de sus empleadores.
El mismo día de la represión, la inefable secretaría de Energía, Rocío Nahle, declaró que solo eran 300 personas las que protestaban, desmintiendo lo que un video había registrado, y puso en duda que fueran trabajadores de la empresa, aun cuando todos portaban el uniforme de trabajo. Al día siguiente, en la mañanera, el presidente López Obrador resolvió el caso, diciendo que se trataba de un conflicto entre sindicatos, pero de la violenta represión nada dijo, quizás porque la agresión se creyó necesaria, debido a que el paro de labores atentaba contra uno de sus proyectos preferidos.
A pesar de la grave situación, poco se ha dicho o no se ha abordado con la importancia que tiene. La represión contra obreros en Tabasco es preocupante y un asunto que no se debe soslayar, porque el presidente López Obrador y su séquito de “transformadores”, inauguran su tercer año de gobierno reprimiendo a los obreros.
La proclividad electorera de AMLO, cuya única importancia es mantenerse en el poder, a partir del 13 de octubre ha demostrado que utilizará la represión contra todos aquellos que atenten en contra de su proyecto “transformador”, y se ha quitado el disfraz de izquierda, porque cualquiera que se precie de ello, privilegia en sus ideas de cambio a los obreros como el sector más importante de la sociedad. Con la represión, el gobierno de López Obrador se ha delatado como un gobierno de derecha, igual a los que lo precedieron.
Finalmente, la refinería de Dos Bocas en Tabasco se encuentra custodiada por la policía de Tabasco y la secretaría de Marina, y a ninguna autoridad le interesa dialogar con los obreros.
Política aldeana
El enésimo escándalo de pederastia de la iglesia católica se ubica en Francia, en donde un informe reveló que de 1950 a la fecha se contabilizan 330 mil violaciones sexuales a niños por alrededor de tres mil curas pederastas, y aunque se reconoce que las cifras no son totales, el Papa Francisco ha ordenado a los jerarcas católicos (cardenales, obispos y arzobispos) pedir perdón. Pero hasta la fecha no se sabe que alguno de ellos haya obedecido al Papa. Este nuevo escándalo aparece, luego que hace meses se descubrieran los abusos sexuales que sufrieron miles de niños indígenas en internados de Canadá por curas católicos. Este tipo de escándalos han sido constantes en todos los países de América y Europa.
Pregunta huérfana
¿Será cierto que no se aprobará la reforma energética que envió el presidente López Obrador a la Cámara de Diputados?