José Guadalupe Robledo Guerrero.
En 1980, hace 41 años, luego de que un grupo de cubanos entrara a la embajada de Perú demandando asilo, y después de un conflicto diplomático entre Cuba y Perú, que provocó que miles de habitantes de la Isla se manifestaran en el malecón, Fidel Castro decidió permitir la salida de quienes quisieran abandonar Cuba, lo cual hicieron en un éxodo masivo que partió del puerto de Mariel en alrededor de dos mil barcos.
En aquella ocasión, se acusó a Fidel Castro de aprovechar el éxodo para deshacerse de los criminales y enfermos mentales, a quienes liberó para que se sumaran a la mayor migración -no la única- de cubanos hacia Estados Unidos. Incluso, ante la ola migratoria, el gobierno cubano le advirtió a los Estados Unidos que la mayoría de los disidentes que abandonaban la Isla “eran indeseables que habían sido considerados como un peligro para la sociedad”. Esto fue considerado como una ofensa, de lo cual se culpó al entonces presidente estadounidense Jimmy Carter, lo que fue uno de los factores para su derrota en las elecciones de ese año, por lo tanto, no se reeligió.
Según se registró, el factor más importante que alentó el éxodo de Mariel, fue el acuerdo que tuvieron en 1978 Jimmy Carter y Fidel Castro para permitir que los asilados cubanos en Estados Unidos visitaran Cuba para ver a sus familiares, y cuando los habitantes de la Isla se dieron cuenta de que un lavador de platos en un restaurante norteamericano ganaba más que un médico en Cuba, esto alentó para que miles de cubanos quisiera emigrar hacia el “sueño americano”.
En 1980, abandonaron Cuba por el puerto de Mariel 125 mil cubanos que llegaron a Miami. Para estos cubanos, la administración Carter tuvo una política de brazos abiertos, y de inmediato les concedió la condición de refugiados con todos los derechos asociados. Mientras tanto, Miami tuvo grandes problemas de todo tipo, para asimilar a los miles de migrantes del mayor éxodo masivo de cubanos.
Esto viene a colación, por la enorme migración de ciudadanos principalmente de El Salvador, Honduras, Guatemala, Haití, Venezuela, Cuba, etcétera, que hoy cruzan el territorio de nuestro país, más como invasores que como migrantes, y que en días pasados golpearon a miembros de la Guardia Nacional que pretendían detenerlos. Los videos dados a conocer exhiben la agresión que sufrieron los guardianes mexicanos, con palos piedras, patadas y golpes por los migrantes extranjeros en el estado mexicano de Chiapas.
Los medios de comunicación dieron la noticia utilizando términos “políticamente correctos”, defendiendo los derechos de los migrantes y obviando la agresión a la Guardia Nacional, justificando la violencia con la ansiedad y estrés que tienen los migrantes por llegar al “sueño americano”, sin criticar la actitud belicosa y agresiva de quienes transitan por nuestro país como si fuera su casa, defendiendo sus derechos en México con la belicosidad que no utilizaron en sus países fallidos, para defenderse de sus gobiernos incapaces, que ahora se mantienen fuera del conflicto que su ineptitud provocó.
En las caravanas de migrantes se ocultan los organizadores, polleros, tratantes de personas y el crimen organizado, mismos que los dirigen por el territorio nacional, sin que hasta ahora se sepa cuáles son sus objetivos, qué pretenden, hasta dónde piensan llegar, quiénes los financian. Lo cierto, que para algunos analistas, estas caravanas se están convirtiendo en una provocación que a todas luces está invocando la represión, si no es en México, tal vez lo sea en la frontera estadounidense, cuya guardia fronteriza con el apoyo de su ejército les impedirán el ingreso al vecino país. ¿Qué sigue luego? ¿La protesta mundial?
Mientras tanto, el ejército mexicano se encuentra haciendo las tareas de construir las obras que interesan al presidente; la Guardia Nacional se la pasa a la defensiva, pues lo mismo la agreden, la humillan o la hacen atestiguar las ilegalidades de quienes no respetan la ley; las policías municipales y estatales se encuentran inermes ante la corrupción o las balas del crimen organizado. Frente a esto, cabe la pregunta: ¿Quién protege a los mexicanos?
Digan lo que digan los lectores de noticias, con justificación o no, la actitud de los migrantes ha escalado la violencia, en un país como México cuyas autoridades quieren pasar a la historia como los buenos de la película, pero no pueden ocultar que están actuando como cómplices de una situación migratoria compleja y con motivaciones políticas-ideológicas, que hasta ahora no se sabe en qué va a terminar, ni qué repercusiones tendrá para nuestro país, cuando los miles de migrantes sean rechazados por el gobierno estadounidense.
Política aldeana
El otrora estado fuerte de Nuevo León, la entidad más industrializada del norte de México, asiento de connotados grupos empresariales, se ha visto menoscabado por los últimos tres gobernadores que han elegido: Rodrigo Medina de la Cruz, Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, y el actual Samuel García Sepúlveda. ¡Pobre Nuevo León! Con esos gobernadores, para qué quiere enemigos.
Pregunta huérfana
¿A qué se debe realmente que AMLO haya ordenado dilatar su contrarreforma energética?