Bajas y altas

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Higinio Esparza Ramírez.

El médico altanero, obeso y con barruntos de vejez al paciente ilusionado y achacoso:

   -¿80 años? Usted ya no tiene remedio y más vale que se vaya resignando, sentencia con crueldad.  Luego recapacita: -No se crea, lo dije de broma. ¿Qué le pasa?, pregunta destilando indiferencia. -La vista doctor, me está fallando, duelen y arden los ojos, padezco cataratas y supongo que es por esa causa; necesito operación.  -¿Seguro que eso es lo que quiere? Tendrían que hacerle una valoración médica, a ver si su corazón resiste la intervención quirúrgica.

   -Si lo quiero y lo deseo. Más vale tomar ese riesgo que perder la vista. Nunca daría con el baño y si acaso llego a tientas salpicaría todo el piso por no poder atinarle a la taza.

 -Bien, si usted lo pide… pero le advierto: hay que cubrir una serie de trámites, incluyendo exámenes de sangre y orina, apartar citas, etcétera, pero será el especialista el que decida si usted es todavía operable. Garabatea en el recetario y expide una orden:  -Vaya al laboratorio, dice cortante y cierra el expediente. -¡El que sigue!

   En el laboratorio las cosas cambian radicalmente y levantan el ánimo.

  La recepcionista al mismo doliente:  -Tenemos citas hasta el 12 de mayo a las siete de la mañana.  -¿Hasta el 12 de mayo? ¡Uy!, a ver si llego.  -A sus 80 años usted todavía aguanta un piano de cola, tiene cuerda para un buen rato, dice sonriente y escribe en la computadora fecha y hora de la cita y entrega la orden: Química sanguínea 4 elementos, perfil de lípidos, biometría hemática y examen general de orina, con las siguientes indicaciones: ayuno de 8 a 10 horas; primera orina de la mañana en un frasco limpio. -Aquí lo tiene. No falte.

Salgo del ISSTE y me arropa un viento agradable. Toda la gente sonríe. Reparto abrazos y besos y contagio a todos los que se cruzan en mi camino, pero de alegría, aclaro. En el restaurante de enfrente, me esperan las “entomatadas” con queso panela y una guarnición de lechuga, tomate y cebolla como platillo principal… En ese grato momento, tiro los achaques al basurero y pido a la mesera dos tacos más a la veracruzana, un café de olla y un jugo de durazno. (Hechos de la vida real)