Lic. Simón Álvarez Franco.
A los buscadores de minerales, se les llama gambusinos; a los que siguen las huellas de los animales para darles caza, rastreadores; a los buscadores de tesoros perdidos u ocultos, caza-tesoros, pero a los que como un servidor buscamos literatos o poetas, ¿cómo se nos llama?, ¿busca-talentos o cazadores de palabras?, ¿o caza talentos?, ¿será?
A mí me “caen” libros, curiosamente cuando hace unas semanas me quejaba de la ausencia de ellos, en un viaje de un día para otro a Saltillo, regresé con 4 o 5 libros y dos días después encontré sin buscarlos a dos poetas que me prestaron su obra. Un día después sin proponérmelo, en el taller literario al cual entré hace pocos meses, pensando que se me había invitado para dirigirlo me di cuenta después que era un invitado más para formar grupo con una docena de estudiantes, de todas las edades y condiciones, hay docentes en activo, jubilados de oficios diversos, pero todos con el ansia y el deseo de aprender literatura, claro que entre ellos me encuentro yo.
Es curioso lo que me pasa, los libros me siguen sin pedirlos, o me encuentro con autores sin decir que los ando buscando. Claro que cuando pido libros prestados, y trato de leerlos lo antes posible, teniendo cuidado de que al leerlos no sufran maltrato ni daño alguno. Esta buena costumbre que tengo desde que principié a leer en libros que me regalaban y a mis doce años cuando me daban en casa $0.20 centavos de “domingo”, usaba la mitad para ir al matiné al cine a ver películas de vaqueros o las inolvidables King Kong y Gunga Din. Con el resto de mi tesoro semanal, rentaba por una semana un libro, condicionado a que lo regresara en buen estado el siguiente domingo. Así fue cómo leí a Julio Verne, Sandokan, Tarzán. El Mago Maravilla y tantos otros héroes con los que alimentaba mi espíritu fantasioso. Claro que mis gustos variaban cada vez que aumentaba mi edad, hasta la madurez cuando encantado con Agatha Christie me fui acostumbrando a los libros de misterio de Ellery Quen, José Bálsamo y ya después con autores como Luis Spota, Dumás, hasta la actualidad en que me sumerjo en las letras de García Márquez, de López Velarde, de Noticias del Imperio y últimamente a Jesús Máximo Moreno Mejía.
María Luisa Zúñiga me sorprendió gratamente con sus poesías. Se trata de una persona en su séptima década de vida, viuda, cuidó a sus hijos y ya tiene dos bisnietos. En sus propias palabras: “Nací en la capital de San Luis Potosí, mi madre me trajo a la Comarca Lagunera, ella no quería que yo fuera a la escuela, diciéndome: a mí no me hizo falta, a ti tampoco te hará, lo poco que aprendí se lo debo al esposo de mi madre, que la convenció que yo debería estudiar, con mucho esfuerzo logré inscribirme en una Escuela Secundaria Nocturna para Trabajadores
. Contraje matrimonio en 1967 con la felicidad de procrear 8 hijos de los cuales viven tres. Yo aprendí a amar la poesía cuando aprendí a leer y escribir, pero no fue hasta después de enviudar gracias a la positiva influencia de una amiga llamada Lourdes Bañuelos que me animó a desnudar mis sentimientos hechos versos, los que me gusta compartir con quien los quiera leer. Al fallecer mi esposo en 1971, me dejó una pequeña tiendita que manejo personalmente con ayuda de mis hijos de cuyo fruto me mantengo.
En ciudad Lerdo formé parte del Taller Literario de la Casa Nava, habiendo concursado con mis poemas en el evento Poesía al Mar del Estado de Tamaulipas, donde me otorgaron una Mención Honorífica, después formé parte del grupo literario del Teatro Alvarado en la ciudad de Gómez Palacio, Durango. Actualmente, a mis 74 años otra buena amiga, Sandra Ríos me invitó al Taller Literario en la Casa de la Cultura de Gómnez Palacio, en donde seguiré dando a conocer mis versos, ayudada por este grupo de amigos que todos tienen un especial entusiasmo por seguir aprendiendo literatura y gozando de esta vida mientras el Eterno nos lo permita”.
He aquí la presentación de una mujer amable, empeñosa en conquistar amistades y que demuestra con su ejemplo que el mejor tiempo y la mejor edad es la que se tiene en el presente. Y también he aquí una muestra de sus versos:
¿Por qué Judas?
Cuando me pongo a pensar,
en las cosas sucedidas.
Quisiera poder armar
Los pedazos de mi vida.
Y es que no alcanzo a entender
¿Por qué fue Jesús a escoger
como su apóstol a Judas?.
Él sabía que era traidor,
Para Él nada fue secreto;
conocía su corazón,
desde el inicio del tiempo.
Treinta monedas de plata
fue el precio de la traición;
era hombre de posición
con un beso fue entregado
a las fuerzas de Pilato.
Y después de cruel tormento,
con Gloria resucitado.
Y de Judas, ¿Qué se supo,
después de aquel episodio?
Pues que tiró su dinero,
Sintiéndose arrepentido
que no pudo resistirla
¡Pobre Judas, qué tristeza!
después de haber sido Apóstol
Falto de Fe y entereza
pendiendo quedó de un árbol.
Lo que yo quiero expresarles
En mi humilde poesía:
Es que Judas sólo vino,
A cumplir la profecía.
Qué larga obscuridad
Largos fueron los años de mi soledad
Perdida entre la gente sin mirarla pasar;
Se prolongó la noche como una eternidad
Cuánta desesperanza delirio y ansiedad.
Abismos solitarios, callados y sin luz
Estrellas apagadas que llegan a su fin,
Que vagan en la nada, que buscan sin hallar
Como nave al garete llevada por el mar
Extendiendo los brazos hacia la inmensidad
Y encontrar un espacio, falto de luz y amor.
Hoy termina la noche, ya resplandece el sol;
No más vagar sin rumbo, sin vela ni timón
Ni más estrellas ciegas; ya no hay oscuridad
Se terminó el silencio, hoy escuché su voz
Vi en sus ojos el cielo, hoy he visto la luz.Es tarde ya
Que te duele mi adiós,
y sufres por mi ausencia
lo vengo a saber hoy
lejos de tu presencia.
Cuando te di mi amor
yo te fui indiferente,
Tú me causaste dolor
Amándote yo tanto.
No te inmutó mi ruego
ni te dolió mi llanto
hoy sufres por mí
me pides que yo vuelva.
Más ya no hay vuelta atrás,
ahora me doy cuenta,
que te pude olvidar
Y ya no siento pena.
Mar amargo
En tus doradas playas yo vi la luz primera,
De mis juegos de niña, soñando con quimeras
Haciendo puentes grandes formados con arena
Que tú de un sólo golpe dejabas en la nada.
Y de mis años mozos fuiste mi fiel testigo
Cuando hallé en unos brazos lo tierno de un cariño
Yo quisiera decirte, mi buen amigo mar;
Que he de quererte siempre, de aquí a la eternidad.
Eres la vida misma, hasta lo más profundo,
El Alfa y el Omega, el principio del mundo.
Y ya en mis años viejos, cuando ya veo el final,
En tus playas yo quiero quedarme a descansar.
Noche de sombras
Sola está esta noche mi alma de bohemia;
Ni amigos, ni guitarras, ni canciones de amantes;
Sólo el canto del grillo monótono y distante
Me acompaña esta noche en mis horas de insomnio.
Y a través del visillo de mi humilde ventana,
Miro pasar cansados, noctámbulos sombríos;
Otros en soliloquios van cantando una pena y otros más muy alegres,
Que aún les quedan brío.
¡Pero, qué ven mis ojos desde esta mi trinchera!
Lo que yo he presenciado creo que no tiene nombre:
Atacado a mansalva por un rufián cualquiera
Con espasmos de muerte quedó tirado un hombre.
Han pasado las horas, la aurora ya se anuncia. . . .
No sé qué nos espera en este nuevo día
Vivimos en un mundo en que priva la demencia
Esperando con ansia que termine la armonía.
Si unimos nuestras fuerzas, para amar a los nuestros,
A los que son ajenos,
Y a nuestros enemigos se verá coronados
Todos nuestros esfuerzos.
Los más fieros rivales se volverán amigos.
Migajas
Sí, te amé con locura y me olvidaste
Con tan sólo migajas me engañaste
No pedía mucho, sólo acariciarte,
Y estoy cerca de ti para adorarte.
Y ese amor lo pagaste con desprecio.
Mi amor fue para ti como un juguete:
Te ganó el ego y te llegó el cansancio,
Asesino de amor, siempre arrogante.
Me alejé de tu vida para siempre,
Decidiste buscar cura y olvido
Me harté de las migajas que me diste
Pagué con creces, pero sí se pudo.
Y ahora vuelves, cuando ya no hay nada,
Aquel inmenso amor quedó muy lejos,
no soy la misma, hoy me siento viva,
y para ti, no guardé ni las migajas.
Para ella
Al ser que dio la vida
Que puso en riesgo la suya
Para que su hija naciera
Y después de Dios, por ella.
Es el sentir de una hija
Pero me atrevo a pensar
Que es el sentir general
De todos los demás hijos
Madrecita, muchas gracias
Por darme oportunidad
Aún teniendo carencias
Me entregaste tus amores
Madrecita de mi vida
con mil amores te doy las gracias
por haberme dado vida.
Por todos tus sacrificios,
Tus desvelos y esfuerzos.
Te quiero así como eres,
Con tus aciertos y errores,
con tus enojos y risas,
No serías tú si cambiaras.
ni tampoco sería yo.
Te quiero, mi madrecita
y te lo vengo a decir
antes de que sea muy tarde
y no me puedas oír.
Cuando pienso en ti
Cuando pienso en ti
En aquellos tiempos de mi juventud
Vuelven a mi mente recuerdos de ayer
Cuando yo te amaba con tierna inocencia
Y tú, tierno niño me amabas también.
Recuerdos que mueren al atardecer
Añorando siempre lo que pudo ser
Cuando pienso en ti, vivo los momentos pasados de ayer,
Y aunque pase el tiempo no te olvidaré.
Semejanzas perrunas
Alguien me lo hizo notar y me parece que es cierto. Que hay personas en el mundo que tienen alma de perro ya por su fidelidad o por su ferocidad, los primeros porque vuelven aunque les des de patadas y los otros porque muerden aunque no les falte nada. Los unos te dan cariño y te cuidan con afán, esperando solamente algún pedazo de pan o alguna caricia breve que casualmente les dan; Y aquellos pobres perritos nos miran como sus dioses, porque se sienten felices con esos pequeños goces. Los hay también muy queridos y mejor alimentados, pero cuando ven el modo se te escapan y se pierden y es inútil que los busques, esos perros ya no vuelven, salen como las personas buscando su libertad y sólo encuentran afuera la miseria y la maldad. Hay otro tipo de perros que hay que tenerles cuidado, porque aunque parecen nobles son unos perros taimados, que te arrebatan el pan sin que se los hayas dado y ni hablar de acariciarlos porque son muy desconfiados, te pueden morder la mano mientras te mueven el rabo. La semejanza entre humanos sólo es cosa de atención, pero para dar la muestra sólo nos basta un botón: Cuando tienes una pena que te parte el corazón, no te puede ayudar nadie y hay que seguir con la vida. Igual lo hacen los perros, sólo se lamen la herida.
Sólo un sueño
Adorarte fue mi sueño
Y no te pude alcanzar
Desde siempre te esperaba,
siempre esperar y esperar.
Adorarte fue mi sueño
y soñando me quedé.
Porque me vieran tus ojos
habría dado, no sé qué.
Fuiste mi sueño dorado,
mi fantasía de mujer
Y que no me hayas amado,
nunca lo pude entender.
Yo te esperé desde siempre.
Y me guardé para ti,
esperé pacientemente
Que te fijaras en mí.
Pero ahora estas a mi lado,
y siento tu palpitar
No sé si sólo es un sueño, y no quiero despertar.