Rufino Rodríguez Garza.
Para la Wikipedia “eran los pobladores originarios del Norte y Bajío-Occidente de México, región conocida como La Gran Chichimeca”. Estas naciones originarias eran los Caxcanes, Tecuexes, Guamares, Zacatecos, Guachichiles y Pames.
Los asentamientos estaban en los actuales estados de Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas, Guanajuato, San Luis Potosí y Querétaro. En lo personal creo que estás tribus se extendían a los estados de Coahuila, Nuevo León y lo que ahora es el sur de los Estados Unidos.
Chichimeca era un término usado por mexicas y nahuas, utilizado peyorativamente y para desprecio, mismo que en la colonización lo siguieron usando los españoles para referirse a estos grupos que habitaron el desierto, gente inteligente que se hacía vivir en lugares inhóspitos y agrestes con escasas fuentes de agua, pero que se habían adaptado al cien por ciento a este medio.
Los “chichimecas” eran un pueblo salvaje y nómada que vivían al norte del Valle de México, no tenían viviendas fijas, vivían cazando, vestían ropas pequeñas y resistían ferozmente a los extranjeros la intrusión en su territorio, mismo que por casualidad contenía minas de plata que los españoles deseaban explotar.
Se han realizado diversos estudios por varios autores, pero siempre se deja de lado los grupos norteños que también entran en esta clasificación, según mi propia opinión.
Decíamos que con el término “chichimeca” eran señalados los indígenas bárbaros del México prehispánico, puesto que “chichimeca” quería decir: “linaje de perros”.
Es compuesto el nombre, con el significado de chichi qué quiere decir “perro”, y mecatl: “cuerda” o “soga” como si dijesen: el perro que trae la soga arrastrando.
Para el doctor Jesús Dávila Aguirre, oriundo de Saltillo, en su libro Chichimecatl: “el término “chichimeca” comprende no a una raza determinada, sino que se emplea para designar al conjunto de pobladores del desierto y de la zona árida sin distinción de raza o de lengua, pero con una unidad homogénica en cuanto a modo de vida, costumbres, organización y caracteres antropológicos en general”.
Más adelante en el mismo libro nos dice: “algunos autores dividen el pueblo Chichimeca en dos grandes grupos los habitantes de la mesa del norte y los de la mesa central, estableciendo diferencias culturales que en realidad solo corresponden a la influencia de los grupos mesoamericanos sus vecinos del sur, Tarascos, Nahuas y Otomíes. La tendencia actual de los estudiosos del tema es el de llamar chichimecas a los habitantes de las zonas áridas del norte en caracteres antropológicos semejantes”.
“Algunas características de estos hombres del desierto, entre otras una de ellas era su magnífica condición física debido al constante caminar, correr, cazar, jugar, danzar, etcétera.”
“Vivían una vida sana siendo hombres robustos, fuertes, de reflejos rápidos, de larga y buena vista, ligeros en el andar y correr”; anota en un ensayo Isauro Rionda Arreguín, mismo autor que consultó múltiples libros de la época de la colonización entre los que se refiere al coahuilense Doctor José de Jesús Dávila en su libro Chichimecatl, multicitado por el tema de los chichimecas que fue debidamente tratado en este libro.
Se cuenta en los escritos de los conquistadores que los trofeos de guerra más preciados eran las cabelleras desprendidas a sus enemigos.
Peleaban pintados y desnudos en aljabas o carcaj llevaban las flechas, los arcos los hacían de diferentes tamaños desde menos de un metro hasta casi los dos metros, y el tamaño de las flechas era de dos terceras partes del arco; tenían sus marcas para diferenciarlas de las flechas de otros grupos; no tenían trastos de barro, no porque no supieran hacerlos sino porque se les rompían al estar cambiándose constantemente de lugar.
En el estado de Coahuila solo se ha localizado cerámica en los municipios de San Pedro de las Colonias, “Finisterre” y en Francisco I. Madero, en los ejidos de Charcos de Risa y Tres Manantiales.
Cazaban y por lo tanto comían casi todo lo que se movía: venados, pumas, osos, bisontes, roedores, culebras, topos, lagartijas, ranas, tortugas; etcétera. El hombre mataba el animal y la mujer iba por la pieza cazada, gustaban mucho de comer carne según cuenta Gonzalo de las Casas.
También para el sustento se recolectaban raíces y frutos como las tunas, dátiles, mezquites y quiote de maguey, en fin, gente que supo vivir y luchar en condiciones de escasez precaria.