Jorge Arturo Estrada García.
“La verdad es letal. La verdad es libertad.
La verdad puede romper, arreglar y unir.”
Sarah J. Maas.
La fuerza que sacamos del rencor
y de la irritación es sólo debilidad.”
Anne Sophie Swetchine.
“Los dichos injuriosos parece que nacen
de sobrado rencor y sobrada malicia.”
Plutarco.
El país atraviesa una época turbulenta. El presidente de México está siendo sacudido con fuerza. Su gobierno es de claroscuros, de alto contraste, y se desgasta, aunque aún no se sabe cuánto. Andrés Manuel, opera para salir del vendaval, ya lo ha hecho antes. Cómo él mismo dice, vivimos en una época interesante. Interesante, pero tóxica para los miles de familias que padecen las diversas crisis nacionales que se agravan y caen a la pobreza.
El presidente lleva tres años concentrando poder y recursos. También, atacando y atemorizando a quienes califica como adversarios. Él sabe a la perfección, que, sin mensajeros confiables, los mexicanos que no aprueban su desempeño no podrán obtener información profesionalmente generada y difundida. Andrés Manuel, rara vez demuestra que “ellos sí son diferentes” o muestra “los otros datos”; simplemente opta por descalificar a las personas que portan el mensaje. Sin embargo, muchas de estas noticias han sido reales y verificables, y han calado hondo. Se le percibe desconcertado.
Andrés Manuel gobierna desde el rencor y la ira, cuando alguien o algo se atraviesa en sus planes. Para deshacerse del problema usa todo el peso del poder que ha acumulado. Para él los medios de comunicación profesionales, y sus periodistas, son el enemigo a vencer por cualquier medio. Así lo ha demostrado. Él no quiere perder ni una décima de su aprobación y con el país tan emproblemado, prefiere hacer la guerra contra quienes lo critican. Así trata de inhibirlos y mantenerse solo en la cima.
El inquilino de Palacio Nacional tuvo mala suerte, la pandemia, la recesión global y la migración le quitaron el ímpetu inicial a su gestión; la llenaron de obstáculos, y sus ideas y las incapacidades de su equipo no han estado a la altura para atenuar sus efectos.
Mediante demagogia y voluntarismo, AMLO intenta salir adelante con sus programas populares redistributivos, aunque para ello desmanteló las estructuras financieras federales y estatales. Así, se entrega “bienestar” con dinero en efectivo, pero sin alternativas de mayor calidad de vida. Las pensiones y demás becas solamente son placebos, para los sectores más desprotegidos.
El sistema de salud colapsó con el intento de implementar el Insabi y la destrucción del Seguro Popular. Su combate a la corrupción en el comercio de medicamentos, en el que están inmersos varios niveles de gobierno, colapsó el sistema de salud y dejó a millones de mexicanos indefensos. Lo mismo pasó en el IMSS y en el ISSSTE que ya estaban sumamente dañados por la incuria y la corrupción.
Actualmente el presidente está inmerso en el control de daños, ya le resulta indispensable controlar a la opinión pública y desmantelar a la sociedad civil organizada. También, requiere destruir los potenciales focos de contagio de críticas y elementos de organización social. Mientras, paso a paso se apodera de la vida sindical, popular y campesina por medio de sus torpes servidores de la nación y superdelegados.
Su combate al neoliberalismo se quedará en el discurso, México necesita este modelo económico para sobrevivir. Efectivamente, el neoliberalismo salvaje les ha causado daño a diversos sectores del país y enriquecido a las élites. Sin embargo, lo cierto es que ese modelo es el que genera los empleos formales y dinamiza la economía que sustenta la precaria vida del mexicano. El gobierno no puede generar empleos, está limitado y agobiado.
Con la llegada de la 4T no se vive mejor, pero se frenaron diversos excesos y contratos leoninos con empresas extranjeras, es cierto ese episodio. También es cierto que los anteriores presidentes y sus funcionarios favorecieron a las empresas extranjeras y luego terminaron incrustados en sus nóminas a todos los niveles. Ellos privatizaron, hipotecaron y entregaron la vida económica del país.
Carlos Salinas de Gortari, creó una nueva clase empresarial a su gusto. Repartió y privatizó empresas a discreción. En esa época despegaron Carlos Slim, Salinas Pliego, Germán Larrea, Alonso Ancira, Harp Helú, entre otros. En su turno, Ernesto Zedillo, tronó la economía, salvó a los banqueros, hipotecó al país y abrió el paso para la victoria de Vicente Fox.
La implementación del Tratado de Libre Comercio aportó un ímpetu enorme a la economía de los mexicanos, de la macro y de la micro. La clase media se ensanchó como nunca. Saltamos de los decrépitos y fragorosos setentas y ochentas, a nuevos horizontes de más empleos formales, acceso a créditos, a vivienda propia, a educación superior y en todos los niveles. Con el actual gobierno ni siquiera hay un proyecto hacia la social democracia.
Sin embargo, su potencial electoral sigue siendo muy grande. Los partidos políticos y sus figuras han sido aplastados y difícilmente se recuperarán para el 2024 ya que sus pasivos son enormes. Solamente un repudio excepcional contra Andrés Manual sería capaz de vencerlo. Por otra parte, ninguna de sus corcholatas, como él denomina a sus destapados, tiene fuerza ni carisma propios. Ellos son personajes antiguos y desgastados, ni Claudia Sheinbaum, ni Marcelo Ebrard ni Adán Augusto generan pasiones ni mueven masas. Su único activo es AMLO, quien también es su principal pasivo, junto a otros picadillos acumulados en sus trayectorias.
Con Andrés Manuel, se gobierna desde el rencor y anclado en los ochenta, cuando el priismo neoliberal lo expulsó, cuando ya no encontró cabida en la corriente principal de la política, la de los tecnócratas, los postgraduados en Harvard, Yale y Chicago. Entonces, busca polarizar entre ricos y pobres, entre aspiracionistas malvados y pueblo bueno, desprecia a la ciencia y a las universidades y sus científicos e intelectuales.
Él avanza destruyendo contrapesos y construye el país de un solo hombre. Como un tipo solitario, sin pares, ubicado en la punta de la pirámide sostenido por amplias masas de pueblo bueno que lo ama y lo admira.
Sin embargo, en un país con un mandatario tan poderoso, sus errores se vuelven poderosos lo mismo que sus fobias. Y en consecuencia muchos mexicanos podrían pasarla más mal. Se abre una nueva etapa para este gobierno. Ya sin “superioridad moral” el presidente podría ser solamente un político a la mexicana. Tal vez, sin un lugar en el Panteón de los Héroes nacionales.
Las revanchas, las incapacidades y los errores que se dan en medio de un campo de batalla política y de violencia criminal, traerán meses malos y peligrosos. Son ya demasiadas cuentas por ajustar, pugnas, elecciones y ambiciones. Serán semanas de tormentas. Veremos.