Mis sexenios (67), El candidato electo y los nuevos pleitos

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

          El 15 de junio de 1999, Manuel López Villarreal inauguró la gran obra de su administración, la remodelación de la Plaza Acuña, de la que nunca se supo su costo final, pero en proyecto su presupuesto era de cinco millones de pesos. 

          Desde entonces, ese pequeño y sucio espacio ha servido para que la prostitución tenga una pasarela de exhibición, y los ociosos un lugar de esparcimiento.

Durante la campaña política de EMM, viví algunas anécdotas que muestran en todo su realismo a la política aldeana.

Recuerdo la siguiente. Antes de la elección del candidato del PRI, Mario Eulalio Gutiérrez Talamás me invitó a comer y pidió que invitara a Francisco Navarro Montenegro, “porque a mí me mandó a la chingada”. Insistió que no era una invitación política, que se trataba de una comida de amigos.

Acompañado de Navarro llegamos a la cita. Apenas nos saludamos, Mario Eulalio le preguntó a Navarro: ¿Cuánto quieres por llevar a tu gente a votar por mi compadre Enrique Martínez? En la selección del candidato del PRI podían votar todos los coahuilenses, aunque no fueran priistas.

Mario Eulalio Gutiérrez Talamás

Al oírlo me despedí, no quería estar presente en ese tipo de reuniones mercenarias. Navarro insistió que me quedara unos minutos, para que le diera el aventón a su casa, y le contestó a Mario Eulalio “Eso ya se lo dije a Horacio del Bosque, pero no les interesó. Jesús María Ramón me ofreció tres millones de dólares para que no fueran a votar. No andes de oficioso Mario Eulalio”, le reclamó el cardenista.

Para demostrar su cercanía con el precandidato a la gubernatura, Mario Eulalio llamó a Enrique Martínez, le informó que estaba con Navarro Montenegro y lo que le había dicho, enfatizando que Horacio del Bosque no le había dado una respuesta.

Seguramente EMM regañó al oficioso de Mario Eulalio, pues se alejó de nosotros y comenzó a dar explicaciones. Aproveché el momento para irme, con la promesa de regresar por Navarro. Al volver encontré a Navarro y a Mario Eulalio discutiendo de millones de dólares, compitiendo a ver quién tenía más.

Ante este panorama decidí abandonar el lugar, y desde entonces mis contactos con Francisco Navarro Montenegro desaparecieron hasta pocos meses antes de su asesinato, sucedido el 29 de junio de 2013, cuando me invitó a desayunar. En ese entonces Navarro estaba fuera de la política y dedicado a los negocios, pero ya nada teníamos en común, salvo la historia que nos unió en la lucha por lo que creíamos.

Otra anécdota de aquellos días fue cuando publiqué una información en donde daba a conocer la “línea” que Javier de la Mora de la Peña les dio a los profesores de la Normal Superior para que convirtieran en dirigente sindical de la Institución a uno de sus amigos, según él, “porque Enrique Martínez así lo deseaba”.

La respuesta de Javier fue llamar para decirme, en tono de gente importante, que le había dado un “rozón” con lo publicado, y que Enrique Martínez se había sorprendido con el comentario porque sabía que éramos amigos. Además, insistió que los profesores habían mentido.

Dejé que se desahogara y finalmente le dije que enviara una carta desmintiendo la información publicada, para que los profesores dieran a conocer su verdad. La respuesta de Javier fue la esperada “Mejor vamos a dejarla así”.

Tiempo después, Enrique Martínez nos invitó a algunos periodistas a una comida en su casa. Cuando llegué me sorprendió ver en el estacionamiento a Javier de la Mora, esperándome con un paraguas para cubrirme de la ligera lluvia que caía en ese momento, y me dijo “Enrique me dijo que viniera a esperarte”. Me incomodé, le dije que no era necesario y me negué a que me cubriera con el paraguas. Se me hizo denigrante la situación, pero los cortesanos no tienen límite en su abyección. El mensaje de EMM era claro “Javier de la Mora es simplemente mi empleado”.

Otro caso fue protagonizado por “La Coneja” Alejandro Gutiérrez Gutiérrez, quien se apresuró a dar su respaldo a la precandidatura de Enrique Martínez. “La Coneja” aprovechó para negociar con Enrique su apoyo a cambio de la senaduría.

Alejandro Gutiérrez «La Coneja» y Enrique Martínez y Martínez

“La Coneja” consiguió el cargo legislativo traicionando a Jesús María Ramón a quien decía respaldar porque era “El Bueno”, el candidato de su “amigo” Montemayor, a quien también traicionó, porque el acuerdo con el gobernador era que Alejandro compitiera en las elecciones internas de PRI como candidato palero.

Por su parte, el partido cardenista de Navarro Montenegro hizo candidata al gobierno de Coahuila a la empresaria Patricia Torres Martínez, pero antes de las elecciones la destituyeron como candidata y comenzaron un pleito verbal de acusaciones mutuas. El motivo del pleito fue el manejo de las prerrogativas del partido. Ambos bandos se acusaron de haberse robado el dinero para la campaña.

Por las mismas andaban los demás partiditos de “oposición”, el PRD, PT, PVE, que hicieron una coalición con el PAN para apoyar a su candidato, Juan Antonio García Villa, supuestamente para ganarle al PRI, al menos eso dijeron sus dirigentes para justificar el gasto de las prerrogativas. Refiriéndose a la coalición de partiditos, Enrique Martínez y Martínez dijo en tono burlón “Me quieren montonear”.

En el caso de la Unión Democrática de Coahuila de Evaristo Pérez Arreola, para seguir disfrutando de las prerrogativas gubernamentales, adoptó como candidato a un priista desarraigado de Coahuila, Atanasio González Martínez.

El verdadero negocio de los partiditos “opositores”, son las prerrogativas gubernamentales y el dinero extra que sus dirigentes le sacan al gobernador, alcaldes, y a los interesados e ingenuos que quieran cooperar.

Para estas fechas, los enriquistas se preparaban para vengarse de quienes habían votado en contra de Enrique Martínez. Uno de los que estaban “en capilla”, era Jesús Contreras Pacheco, quien para justificar su equivocación señaló que había apoyado a Jesús María Ramón por “línea” del gobernador. Pero eso no le valió, EMM lo consideraba su enemigo.

Meses antes que se eligiera al candidato del PRI a la Presidencia de la República, Montemayor impuso a su gerente, Marco Antonio Dávila Montesinos, como Coordinador de la precampaña de Francisco Labastida Ochoa. Montemayor ya se sentía Secretario del gabinete presidencial de Labastida. Para entonces se sabía que el panista Vicente Fox Quesada era el precandidato a la Presidencia de México del gobierno de Estados Unidos y de las trasnacionales.

Para saber lo que le esperaba a Coahuila, entrevisté al candidato electo Enrique Martínez, quien dijo “Hay que anteponer los intereses de Coahuila a los intereses personales, de grupo o sector”. Y de paso insistió con otra perla política “La conducta invariable de mi gobierno será la honestidad de los funcionarios”.

A la pregunta de si revisaría las cuentas del gobierno montemayorista y haría comparecer a los que robaron a Coahuila, Enrique Martínez respondió “Llegaré a ver hacia adelante”, exactamente lo mismo dijo Montemayor cuando pregunté si perseguiría al ladrón de Eliseo Mendoza Berrueto y a sus funcionarios. EMM y RMS ya habían negociado.

En la entrevista, Enrique Martínez señaló “El reto de Coahuila del próximo siglo será la falta de agua”, y cuando fue gobernador -con su anuencia- Óscar Pimentel privatizó el Simas de Saltillo, dándole a la empresa española, Aguas de Barcelona, el negocio del vital líquido con la constitución de Aguas de Saltillo (Agsal), con el pretexto de que el Simas no podía cobrar el agua que consumían los saltillenses ni tampoco invertir para evitar las fugas del líquido.

Enrique Martínez hizo una promesa “ofrezco a los coahuilenses honestidad, trabajo y sensibilidad”, y dijo otra mentira “Ni el candidato ni el gobernador metimos las manos en los procesos municipales”.

Otro que quería la gubernatura de Coahuila era el panista Juan Antonio García Villa, pero fue difícil tomarlo en serio, pues no hacía campaña, se la pasaba asustando con el petate del muerto, diciendo que el PRI le tenía miedo a la coalición que lo postulaba, y repetía lo que dicen todos los perdedores “les voy a ganar”.

García Villa además de su desarraigo y holgazanería, contaba con la animadversión de Rosendo Villarreal Dávila, quien para darle “chance” a su sobrino Manuel López Villarreal como candidato a gobernador se apoderó del PAN coahuilense, pero Juan Antonio García les madrugó.

Como siempre, en la ciudad de México los medios de comunicación le daban vuelo a la coalición coahuilense denominada Alianza Coahuila 99. En ella los partiditos PRD, PT y PVE se entregaron al PAN de Rosendo Villarreal.

En este ambiente enrarecido entrevisté a Óscar Pimentel para saber cuál era su visión de los acontecimientos. Refiriendo a los dueños del GIS, señaló “El proyecto de gobierno de la oligarquía es preservar sus intereses”. “Los ultraconservadores siguen viendo a Saltillo como una aldea”. “Enfrentaremos a quienes nos hacen la guerra sucia”. “Mis opositores son los neopanistas identificados con un grupo empresarial”, refiriéndose al GIS.

Pimentel prometió “Aspiro a ser un Presidente Municipal comprometido con los saltillenses”, pero cuando fue Alcalde se le olvidaron sus promesas, y apareció el corrupto, derechista, inmoral y demagogo que vive en él.

Días antes del 26 de septiembre de 1999, fecha de las elecciones, sorpresivamente Horacio del Bosque abandonó la campaña de Enrique Martínez en donde se desempeñaba como tesorero, por tal razón se le ubicaba en el gobierno enriquista como Secretario de Finanzas.

La versión oficial y mentirosa de su salida fue que el dirigente nacional del PRI lo había invitado a colaborar con él en el CEN priista. Por otro lado, corrió el rumor de que Horacio del Bosque estaba involucrado en el escándalo de corrupción del extesorero del gobierno de Sócrates Rizzo en Nuevo León. Otros decían que se había ido por el enfrentamiento que sostenía con Francisco Niebla Guevara.

A Horacio del Bosque lo trajo a Coahuila Enrique Martínez y Martínez, igual que Enrique Martínez y Morales trajo a Javier Villarreal Hernández, que fue uno de los principales saqueadores en el sexenio de Humberto Moreira Valdés…

(Continuará)

El final del sexenio montemayorista…