¿De regreso la URSS?

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

El pasado 24 de febrero, Rusia invadió a Ucrania, porque -según justificó- ponía en riesgo la seguridad del colosal país asiático que tiene 144 millones de habitantes y cuyo ejército es cuatro veces mayor al ucraniano; mientras tanto, Ucrania que cuenta con 44 millones de habitantes, aspiraba a formar parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que tiene como finalidad defenderse y apoyarse -militar y políticamente- en caso de que alguno de sus miembros fuera atacado, y cuyo propósito es garantizar la libertad y la seguridad de los países integrados.

El belicista que ordenó la invasión a Ucrania fue Vladimir Putin, exagente de la KGB, la tenebrosa y criminal policía secreta de la extinta URSS, quien ha sido presidente de la Federación Rusa 18 años, además de cuatro años como Primer Ministro, y cuya aspiración es convertirse en presidente vitalicio, igual que sus semejantes, los dictadores que gobiernan los llamados países socialistas y comunistas, que nada tienen que ver con el marxismo.

Si la abusiva invasión de Ucrania escala a un conflicto mayor, puede arrastrar al planeta a una tercera guerra mundial; sin embargo, no es la primera vez que Rusia (antes URSS) ha colocado a la humanidad en esta peligrosa situación.

En junio de 1962, en los momentos más álgidos de la Guerra fría entre oriente y occidente, la URSS puso al mundo al borde de la guerra total, al instalar en Cuba misiles nucleares apuntando a Estados Unidos, supuestamente para disuadir una invasión a La Isla.

La crisis de los misiles nucleares fue pactada con el régimen castrista, que alquiló a la URSS la isla caribeña a cambio de una generosa ayuda económica que duró 29 años, hasta 1991, año de la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, provocada por la caída del Muro de Berlín en 1989, y que por dinero para su manutención, a los cubanos no les importó arriesgar a la humanidad entera.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en 1949 nació la OTAN, dio principio la Guerra Fría y la URSS ocupó varios países europeos, entre ellos Polonia, Bulgaria, Hungría, Rumanía, Yugoslavia, Albania, y otros. Ucrania era parte de la URSS, hasta 1991 que se independizó, constituyéndose en una república independiente.

Según afirman algunos especialistas en geopolítica, la invasión a Ucrania es el inicio de un nuevo orden geográfico mundial, es decir, un nuevo reparto del mundo entre los países poderosos e imperialistas, por tal motivo no dudan que la Federación Rusa, tiene la intención de recuperar los antiguos territorios de la URSS, pues Putin sigue soñando en disfrutar de nuevo el poderío del gobierno soviético.

Por tal motivo, con el multimillonario Putin, ese personaje que se ha hecho una imagen semejante al del invencible y mítico agente 007 británico, la URSS vuelve a ser una aspiración que amenaza en convertirse en realidad, en momentos en que el otro imperio occidental, el estadunidense, tiene graves problemas internos, provocado por la división de la población que el populista expresidente Donald Trump insiste en profundizar.

Por otra parte, Putin no tiene recato de exhibir su cinismo, al acusar que Ucrania se niega a negociar, cuando se encuentra resistiendo a la invasión y al bombardeo, luego de que el presidente de la federación rusa convocó al ejército ucraniano a dar un golpe de estado y destituir a su presidente, sin importar el baño de sangre que esta acción puede provocar.

La verdad es que Ucrania está sola ante la agresión guerrera, pero su presidente Volodímir Zelenski, a pesar de su novatez política, continúa llamando a la resistencia y se encuentra al frente de las operaciones del ejército de su país, en momentos en que la capital ucraniana, Kiev, está por caer en manos de los rusos.

Mientras tanto, el gobierno de López Obrador insistió en rechazar la invasión, a pesar de que la embajadora de Ucrania en México, Oksana Dramarétska, pidió a las autoridades mexicanas no sólo rechazar, sino condenar las agresiones militares de Rusia y romper las relaciones diplomáticas con los agresores de su país.

Frente a esto, el 26 de febrero, el secretario de Turismo, Miguel Torruco Marqués, dio a conocer que en el año 2021 México recibió 75 mil turistas de la Federación Rusa, que hicieron una derrama económica de casi 84 millones de dólares, y para 2022 están programados 78 mil asientos aéreos provenientes de Rusia, y que el conflicto de Ucrania afectaría la programación de estos vuelos.

Esta información, pone en claro la razón económica de la tibieza de la diplomacia mexicana, pero falta saber cuáles son las motivaciones políticas del gobierno mexicano.

Política aldeana

El pasado 10 de febrero, en conferencia de altos mandos, la CFE reveló que realizó una investigación sobre hechos de corrupción en torno al Programa de Compras de Carbón en Coahuila, y señalaron que identificaron una red de corrupción integrada por funcionarios de la CFE en el estado y a un funcionario local, anunciando que presentarían denuncias penales contra ellos.

Sobre el particular, el pasado 24 de febrero, en la columna Templo Mayor del periódico Reforma, se informa lo siguiente: “El asunto ya viene de tiempo atrás, al grado que tuvo que ser investigado por el propio equipo de Manuel Bartlett (¿será que no quieren competencia?). Y lo que encontraron es que existe una red de extorsión en la que participan no solo funcionarios de la empresa, sino que un político coahuilense es quien se encarga de hacer los amarres”.

“Y aunque oficialmente no se ha informado quiénes son los involucrados, dicen que Jorge Luis Morán, director de la UIF coahuilense, sabe mucho sobre este asunto”.

Preguntas huérfanas

¿Qué pitos toca Jorge Luis Morán en las extorsiones, o solicitud de moches, a los carboneros para conseguir contratos de la CFE?

¿Retornó “La Burbuja” y comienza a hacer sus acostumbrados trabajos sucios y sus deslealtades?