Mis sexenios (68). El final del sexenio montemayorista

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

Recordaré algunas anécdotas de esa época. Cuando comenzaron las campañas políticas para la gubernatura, el asesor de Montemayor, Jorge Masso Masso, me invitó a una cena que daba en apoyo de Óscar Pimentel González, candidato del PRI a alcalde de Saltillo.

Desde que comencé a criticar la corrupción del gobierno montemayorista, Jorge Masso dejó de invitarme, por eso supe que la invitación era parte de un plan, y tuve curiosidad por conocerlo.

Acepté la invitación y Jorge Masso me acomodó en una mesa con los esposos Ismael “Lito” Ramos y María Esther (Teté) Flores. En la cena, Lito Ramos se la pasó hablando en contra del candidato priista a la alcaldía saltillense.

Lito Ramos continuó su perorata en contra Pimentel, porque creía que una vez llegando a la Alcaldía saltillense, Pimentel despediría a su hijo Ismael, quien trabajaba en la Presidencia Municipal desde que “El Cabal” Carlos de la Peña Ramos fue alcalde de Saltillo en 1985.

Jorge Masso Masso

La campaña en contra de Óscar Pimentel terminó cuando decidió mantener como Director de Egresos a Lito Ramos hijo, cargo que ocupó con el priista Miguel Arizpe y luego con el panista Manuel López Villarreal. Después Humberto Moreira le daría cargos municipales de primer nivel, tesorero y luego alcalde interino.

Ismael Ramos Flores se destacó en el gobierno como tapadera, cómplice y maquillador de las cuentas oficiales, igual que su cuñado Jesús Ochoa Galindo, pero al final ambos se enriquecieron.

Días después de aquella cena salió el peine, Jorge Masso me pidió que le solicitara a Óscar Pimentel la dirección de Desarrollo Social para su nieto Jericó Abramo Masso, “tú eres su amigo”.  Y efectivamente, en ese tiempo tenía una relación amistosa con Óscar Pimentel, pues ambos participamos en el movimiento por la Autonomía de la Universidad de Coahuila, él como dirigente estudiantil del Ateneo Fuente y yo de la Preparatoria Nocturna.

         Me extrañó que Masso me pidiera ese favor, pues él era Asesor de Montemayor, pero entendí que en política no se pueden conseguir asesorías, negocios, renta de edificios, venta de terrenos y puestos para sus familiares. Por otro lado, sabía que no sería Montemayor el que decidiría esas peticiones, sino el próximo gobernador, Enrique Martínez, de quien Masso hablaba mal.

No tuve inconveniente en hacer lo que pedía Masso, con la condición de que Jericó me acompañara con Pimentel para solicitar el puesto. Pimentel no se negó, aceptó que Jericó fuera su director de Desarrollo Social, que es el que instrumenta los Programas Sociales, el que reparte despensas, tinacos, cemento, pintura, etc.

Días después, Pimentel me dijo que Enrique Martínez ya tenía a alguien para que ocupara ese cargo, “Tú sabes, Enrique tiene la mano en todos los cargos municipales. A cambio integraré a Jericó en mi gobierno como Regidor”.

Conocía la opinión que Masso tenía sobre los Regidores, son chambas de consolación, los regidores eran empleados de segunda, los que levantan la mano para aprobar lo que les ordena el alcalde. Aun así, le di la noticia a Masso, quien reaccionó como esperaba. Creía que Regidor era muy poca cosa para su nieto. “Regidor ni del cabildo de Dios”, me dijo. 

Píenselo, le contesté, luego me dice su respuesta. Días después, Masso aceptó la Regiduría para Jericó, le informé a Pimentel. Hasta allí fue mi intervención.

Esto propició que cuando Pimentel me invitaba a algún evento, enviaba a Jericó por mí. Desde el principio, Jericó Abramo Masso realizaba cualquier tarea que le ordenaba su patrón, pues estaba decidido a subir los peldaños del poder sin ningún remilgo.

Tiempo después platiqué con Pimentel, antes de que tomará posesión como alcalde, y me confió que se había entrevistado con Javier López del Bosque y que el empresario me había mencionado. “Te tiene bien ubicado, me dijo, y se sinceró conmigo, diciéndome que no confiaba en mí por la relación estrecha que tengo contigo, le dije que no había tal cercanía, por eso tenemos que vernos discretamente”.

Pimentel había negociado con Javier López del Bosque no sólo la relación respetuosa que tenía conmigo, sino muchas otras cosas más a cambio de su aceptación.

Meses después ya siendo alcalde Pimentel y Regidor Jericó, cuando mis críticas sobre la corrupción del Presidente Municipal de Saltillo se habían hecho constantes, me encontré a Jericó Abramo en la puerta del edificio donde tenía mi oficina, y me dijo que pasaba por el lugar.

Lo invité a mi oficina, no aceptó, arguyendo que llevaba prisa, pero aprovechó la oportunidad para preguntarme “Señor Robledo, ¿Por qué ataca a mi amigo el alcalde? Me molestó la pregunta del ingrato muchacho, pero le aclaré algunos conceptos. Le dije que no eran ataques los que le hacía a su “amigo” el alcalde, sino críticas a su corrupción y deshonestidad.

Meses después busqué a Jericó para preguntarle sobre la privatización del Simas Saltillo que Pimentel y su abyecto cabildo habían realizado con la anuencia de Enrique Martínez, pero Jericó respondió que tampoco él conocía el contrato que el alcalde y el gobernador habían hecho con la empresa española Aguas de Barcelona y su filial en Saltillo, Agsal.

Óscar Pimentel González

Le dije que si no conocía el contrato, ¿por qué había levantado la mano para aprobar dicha operación? La respuesta de Jericó fue guardar silencio, el mismo que guardó cuando Humberto Moreira destituyó a su “amigo” Óscar Pimentel que se desempeñaba como Secretario de Gobierno, echándolo del gabinete humbertista por la puerta trasera. Lo cierto era que Jericó ya había encontrado otro amigo y protector: Humberto Moreira Valdés.

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El 26 de septiembre de 1999, día de las elecciones, Jorge Masso me invitó a una reunión en su restaurante “El Pecos”, en donde nos dimos cita menos de diez invitados, entre ellos Javier Cabello Siller, Mario Eulalio Gutiérrez, José María Fraustro Siller, quien llegó acompañado de su séquito de empleados Jesús Ochoa Galindo, Armando Sánchez Quintanilla y “El Negro” Mario Alberto Ochoa Rivera. También llegó Marcos Espinoza Flores, a quien todos los invitados le sacaron la vuelta y se fue a refugiar a un lado mío, razón por la que Jorge Masso me llamó discretamente para decirme “Ten mucho cuidado con Marcos”. Yo sólo le dije, Es su invitado, no mío”.

Luego llegaría Enrique Martínez, allí escuchó los resultados preliminares de las elecciones, los cuales le daban el triunfo. Mario Eulalio Gutiérrez Talamás eufórico le dijo a su “compadre” Enrique Martínez que por él no se preocupara, que nombrara en los cargos a quien quisiera, a fin de cuentas, él era de los de adentro. Efectivamente Mario Eulalio no tuvo puesto en el sexenio de EMM, pero si negocios.

Los resultados de las elecciones también le darían la victoria a Óscar Pimentel González que se convertiría en alcalde electo.

Jesús Contreras Pacheco, entonces exalcalde de Matamoros, decía en voz alta, que le molestaría mucho recibir órdenes de un muchachito nacido en pañales de seda, refiriéndose a EMM.

El enfrentamiento entre Enrique Martínez y Contreras Pacheco se originó desde la elección interna del candidato priista, pues Jesús Contreras apoyó al candidato montemayorista, Jesús María Ramón. El pleito se agudizó durante la campaña por la gubernatura, principalmente por la selección del candidato del PRI a la Presidencia Municipal de Matamoros, debido a que Jesús Contreras respaldó a un precandidato para que lo sustituyera en el cargo, y EMM apoyó a otro.

A principios de diciembre de 1999, Eloy Dewey Castilla, amigo cercano de Enrique Martínez, declinó hacerse cargo de la Secretaría de Finanzas, precisamente el día en que debía tomar posesión. Para frenar la especulación, Eloy dio a conocer en una carta abierta los motivos de la declinación. Según él, no aceptó el cargo porque no le habían entregado las conciliaciones bancarias y otros documentos semejantes.

Pero otros aseguraron, que Dewey Castilla había declinado ser secretario de Finanzas, debido al mugrero que había encontrado en esa dependencia. Lo cierto era que el acuerdo político entre Enrique Martínez y Rogelio Montemayor de “borrón y cuenta nueva”, imposibilitaba la investigación sobre las raterías de Montemayor y su pandilla. Según los enterados, el acuerdo entre EMM y RMS, se pactó a cambio del pago de la campaña de Enrique Martínez.

Un mes antes de que Manuel López terminara su periodo en la Alcaldía saltillense, su padre Isidro López del Bosque hizo una desvergonzada declaración: “En Saltillo ya hizo crisis la falta de agua (y por eso) se ha frenado el crecimiento industrial”.

Jesús Contreras Pacheco

Isidro López eximió de responsabilidad a su junior, diciendo: “El problema del agua en Saltillo es muy fuerte y costoso; el municipio no tiene recursos para resolverlo, pues ya quisiera tener dinero para los servicios normales. Ni siquiera el gobierno estatal tendría capacidad para solucionarlo”.

Isidro López olvidó que su familia frenó por décadas el desarrollo de Saltillo y del sureste de Coahuila, y que sus dos parientes: Rosendo Villarreal y Manuel López también fueron responsables de la crisis del agua, pues ellos habían gobernado Saltillo 6 de los últimos 9 años, y según los especialistas, los problemas del agua en Saltillo se habían agravado en la última década.

          Manuel López y su tío Rosendo Villarreal nada hicieron por resolver la falta de agua, la carencia de vialidades, el ordenamiento del crecimiento urbano, tampoco resolvieron las necesidades del crecimiento demográfico de Saltillo. Por el contrario, endeudaron al ayuntamiento saltillense, sin informar a dónde fueron a parar los cuantiosos recursos saltillenses.

Además de la remodelación de la Plaza Acuña, Manuel López construyó un puente elevado que benefició a sus ricos parientes del GIS, e iluminó una calle donde tienen sus propiedades los dueños del GIS.

(Continuará).

Sexenio de Enrique Martínez y Martínez

(1999-2005).