Profesor Evaristo Velasco Álvarez.
Cuando me encuentro de frente y veo a los ojos a mis nietos, y descubro en ellos la juventud, la alegría, el entusiasmo y la vitalidad de los primeros años de vida, no tengo otra reacción más que agradecer al Gran Arquitecto del Universo por tanta dicha, por tantas bendiciones, por tanto amor.
Cuando escucho las pláticas entusiastas y llenas de vivencias fantásticas, que provocan brillo en los ojos de mis nietos, quienes en sus relatos nos transmiten los mismos sentimientos y se me ensancha el pecho y siento en todo mi ser el calorcillo que genera el orgullo de saberme parte de ellos.
Cuando me abrazan y me dicen con mucho cariño: “te amo abuelito”; “te quiero mucho abue”, etc., no me queda más que respirar profundo y con gratitud, elevar mis pensamientos al Gran Arquitecto del Universo, por permitirme gozar de sus caricias y de sus palabras de cariño.
Cuando los escucho hablar y noto que en sus expresiones hay mucho asombro por las cosas y eso me permite participar y entregarles con mucho cariño, mis conocimientos y experiencias, y recibo de ellos la gratitud y sus sonrisas, entiendo que la vida es muy grande y bondadosa conmigo, por la dicha de sentirme útil y amado por mis nietos.
Y cuando finalmente me quedo solo y en medio del silencio repaso todas sus manifestaciones y sus risas, y su contento, y su amor, entiendo que el Gran Arquitecto del Universo está siempre presente en medio de mi vida, me mima y me acaricia a través de mis nietos, y eso me llena de un profundo sentimiento de agradecimiento a su divinidad, y creo que hacer esto es muy importante, porque esto nos permitirá ¡Que viva México!
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