Fernando Fuentes García.
La naturaleza, ha sido siempre mi punto de partida, la base sobre la que construyo mi obra escultórica en bronce. “Hoy en día el planeta y nuestra sociedad se encuentran en un dilema trascendental que reside en la revaloración de nuestro ecosistema y el planteamiento de una nueva filosofía de vida que nos lleven a recuperar y valorar nuestro mundo.” Este fue el planteamiento de la exposición Memoria y Conciencia (Centro Cultural Vito Alessio Robles, 2012), a la que el poeta, teatrista y escrito, Javier Treviño Castro, cuestionó ¿Necesitamos una nueva filosofía de la vida? ¿Hasta qué punto el arte puede ayudarnos a salvar a nuestro planeta? (Vanguardia, 17/06/2012).
Diez años después, el dilema de la encrucijada en la odisea del ser humano, se muestra con toda la fuerza y el poema Séptimo Sello de José Emilio Pacheco (1939-2014), citado por Treviño Castro, cobra más vida que nunca, mostrándonos en pocas palabras una visión del futuro que nos espera, si no procuramos el cambio de rumbo en el camino:
Y poco a poco fuimos devorando la tierra.
Emponzoñada ya hasta su raíz,
no queda un árbol
ni un vestigio de río.
El aire entero es podredumbre,
los campos son océanos de basura.
Soy el último humano.
Sobreviví a la ruina de mi especie.
Puedo reinar sobre este mundo,
pero de qué me sirve.
El dilema de la encrucijada en el camino, me ha llevado también a cuestionar mi trabajo creativo, es este el origen de esta reflexión a la que le antecede un recorrido por mi obra y sus motivos, que prefiero no agregar en este texto para no alargarlo. Por cierto, le invito a que asista al Centro Cultural Vito Alessio Robles (Aldama e Hidalgo, Centro de Saltillo), a contemplar la poética en la pictórica de mi padre, quien presenta: “Mujer, símbolos y claves. Homenaje” (https://eldiariodecoahuila.com.mx/2022/03/04/fernando-fuentes-se-inspira-en-la-mujer-para-crear/).
No queda duda de que la humanidad vive el colapso del sistema neoliberal que le ha privado del estado de bienestar y le ha llevado al borde del abismo. La necesidad de una nueva “filosofía de vida”, es contundente y nos sigue tocando la puerta, pero no escuchamos su llamado porque en medio de la crisis (premeditada), un inicuo poder nos niega el privilegio de la verdad y la información y en su lugar nos llena de pan y circo para tratar de evitar el pensamiento crítico. Es decir, con su maquinaria de comunicación, este poder, pretende mantenernos en la dictadura de la manufactura del consenso y de la propaganda, la que procura hacer descender a un nivel inferior de desempeño mental a quien accede al ámbito político, convirtiéndolo así en un ser infantil y primitivo (Héctor Tajonar, Proceso, 03/06/2018).
Aquellos que han dejado al noventa por ciento de la población mundial sobreviviendo con el veinte por ciento de la riqueza global (Credite Suisse, 2019), no quieren que se cuestione la sociedad 20-80 que pretenden crear, en la que el 20 por ciento de la población terráquea es suficiente para sostener el sistema económico y el restante podrá ser utilizado y desechado (Raúl Zibechi. La Jornada, 14/01/2022). La tarea a cumplir es para el año 2030, alineados al objetivo global de biodiversidad, buscarán dejar a la mayoría de la población, “sin nada pero muy felices”, según las predicciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Foro Económico Mundial (ver: https://www.facebook.com/watch/?v=10153920524981479).
La patología y megalomanía de la élite oligárquica política y económica global no tiene límite. Su maquinaria propagandística, que censura a la disidencia, nos vende la idea de un ser hitleriano que amenaza al mundo; simplemente han roto el espejo (https://scheerpost.com/2022/03/21/hedges-the-lie-of-american-innocence/). Su afán de “recuperar” la hegemonía unipolar (https://www.voltairenet.org/article216261.html), ha puesto a la humanidad a 100 segundos para la medianoche en el Reloj del Día del Juicio Final (Doomsday Clock), lo más cerca que se ha encontrado el apocalíptico fin de la civilización, de acuerdo al Boletín de los Científicos Atómicos, fundado en 1945 por Albert Einstein. Someter al mundo a su designio, posiblemente neofeudalista (por lo que se muestra el video del FMI) es el fin y para ello muestran sin pudor su rostro fascista, el que les ayudará a controlar a las masas, al fin que han retado a la humanidad a probar los valores occidentales, “hasta el punto de quiebre”. ¿Nos dejamos?
Me aferro a las palabras de Sigmund Freud: “La función del Arte en la sociedad es edificar, reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe”. Si remontamos la calamidad nuclear o bilógica y aún si sobreviviera a la ruina de mi especie, me aferraré al arte como una forma de sobrevivencia, de “edificar la conciencia natural y reconstruir nuestra espiritualidad”. Porque como ha expresado el doctor en ciencias, catedrático e investigador, Víctor Manuel Toledo, rescatar la espiritualidad y la (re)conexión de respeto hacia la naturaleza, son las dos tareas centrales de todo individuo consciente (La Jornada, 08/09/2020); yo agregaría y “honesto”, porque es evidente que vivimos tiempos de farsantes y oportunistas, que se disfrazan de ecologistas o humanistas para golpear políticamente y mantener al rapaz sistema.
Pero para que el arte pueda ayudarnos a salvar a nuestro planeta, tendrá que cumplir con tes premisas. Primero, el fin último del verdadero artista, aquel que busca crear arte, es comunicar (Xavier Moyssén, 2021), esa es la esencia del ser humano y para lograrlo este deberá de crear un terreno en común con su público (Joan Santacana, 2006), un espejo en el que el creador y el espectador se reconozcan a través de la contemplación y la reflexión (Luis Argudín, 2008). La leyenda brasileña de la fotografía documental, Sebastiao Salgado, nos lo demuestra con su recién clausurada exhibición Amazonia en el Museo de la Ciencia de Londres, lanzada desde Paris el año pasado para hacer un llamado a evitar la destrucción de ese hábitat. La exhibición continuará su itinerancia por otras ciudades del mundo, incluyendo las de su natal Brasil (https://dialogochino.net/es/agricultura-es/amazonas-espectacular-exposicion-de-salgado-inspira-asombro-y-accion/).
Las siguientes dos premisas tienen que ver con la colectividad o dinámica socio cultural, desde la cual, como reconoce el mismo Sebastiao Salgado, se construye el cambio. Así, la institución pública debe de apoyar el esfuerzo del artista, en primera instancia, haciendo a un lado la tendencia a favorecer a una sola expresión, el mal llamado arte contemporáneo que yo rebautizaría como arte neoliberal, porque es el resultado del sistema y responde a sus valores, en especial al mercado. En segunda instancia, la institucionalidad pública deberá de reconocer el poder del arte como un factor de cambio social (investigaciones que lo comprueban sobran) y finalmente construir una influencia ambiental apropiada, que es lo que realmente influye en la conducta de las personas, de acuerdo al estudioso de la motivación humana, John W. Atkinson.
Finalmente, la tercera premisa, el gremio del arte debe reconocer que tiene que organizarse, por ejemplo, formando el Consejo Mexicano de artes Visuales, una propuesta que ya hace tiempo le expresé al crítico de arte y catedrático Xavier Moyssén y que escribí para Reporte Ciencia UANL y la revista ya extinta, Levadura. Retomando la pregunta de Treviño Castro, ¿hasta qué punto el arte puede ayudarnos a salvar a nuestro planeta? Una obra de arte, una exposición, el trabajo del verdadero artista, es simplemente el combustible del motor del cambio y la conciencia social, ese que caracteriza a la dinámica socio cultural de una comunidad o de toda una nación.
Sobre el Autor
Fernando Fuentes García es un escultor autodidacta especializado en el bronce, comprometido a transmitir la aportación única y vital del arte y la escultura a la sociedad y a contribuir a un mejor México.