Luis Fernando Hernández González.
Recordemos el cuento de Rudyard Kipling en donde nos relata cómo un hombre fue encerrado en una habitación durante varios días en compañía de una serpiente a fin de enloquecerlo. Sin embargo, el encarcelado, al final de su obligada clausura, no sólo no había perdido la razón, sino que había terminado por familiarizarse con el reptil y había aprendido a soportar su convivencia y diríamos ahora a no despreciarlo.
Existe una práctica en algunos países asiáticos la cual consiste en agrupar a una cantidad de público en calles y plazuelas, para hacer un espectáculo circense y aparatoso, como lo es el ilusionismo mágico de actividades con las serpientes, estos personajes teatrales tocan suaves y contundentes melodías, provocando con ello, que las peligrosas serpientes asoman su cabeza del canasto en el que se encontraban descansando pacíficamente para terminar uniéndose al son del lenguaje y música melodiosa que en plena plaza se les propone.
Esto es para ellos, un espectáculo que les genera momentos de enaltecimiento y orgullo por el puñado de dádivas monetarias que ahí se generan, al ver cómo y de qué manera surgen múltiples impresiones, logrando sorprender a personas ociosas de toda actividad que por lo mismo transitan en entera informalidad.
El encantador de serpientes es, de algún modo, un artista callejero. Con su pacífica mirada y sus delicados acordes, logra que las temibles cobras dancen ante la fascinación de los transeúntes provocando el espectáculo y sus dotes envalentonados y fanfarronerías ante estas especies dañinas, más abramos un paréntesis, ya que el ofidio, al verse libre, comienza a erguirse, pero lo primero que se encuentra enfrente es el instrumento musical, el cual confunde con otra cobra. Por lo tanto, la danza característica que vemos no es otra cosa que movimientos que preparan el ataque. Es decir, lo que creemos que es una práctica placentera para la serpiente, no es otra cosa que la alerta en la que su cuerpo se pone para evitar y defenderse de la agresión que cree que va a recibir de algún agente externo.
Mas para el público que ahí observa, otro factor que incide, es en el hecho de que creamos que está hipnotizada ante una persona que se dibuja como encantador de serpientes, lo que en realidad sucede es que las serpientes carecen de párpados y de sensibilidad para interactuar dinámicamente, entonces parece que los ojos estuvieran fijos por el efecto que el encantador ejerce sobre ellas.
Es común ver cómo el encantador de serpientes, permite que la serpiente se enrosque a su cuello y finalmente, la alimenta con ratas, desechos carroñeros o huevos, al ser un obsequio por su contribución al espectáculo.
Cambio de serpiente: de forma muy hábil, el encantador de serpientes realiza un cambio de serpiente sin que sus espectadores se percaten, por lo que terminan interactuando con una serpiente que no es venenosa y que por supuesto al sorprender a su asistencia trasládala la atención del público a otras condiciones que le sean favorables en el espectáculo de aprecio, de sus ´legiones cautivas.
En estas actividades teatrales asiáticas y de la India, por supuesto son ajenas a nuestra realidad social, en donde su conformación de exhibición dan muestra de comportamientos humanos que las más de las veces no alcanzamos a entender y mucho menos comprender en algunos criterios
Frente a esta fábula envenenada como es el manejo de la serpiente, es importante, aquí y ahora, recordar con absoluta responsabilidad lo publicado por Enrique Cárdenas, cuando nos dice: “Sin duda dan muchas ganas de aprovechar la consulta de revocación de mandato para sacar al presidente López Obrador de Palacio Nacional. No faltan razones: los casi 700 mil muertos en exceso en tiempos de la pandemia, los más de 100 mil homicidios en lo que va de su gobierno y los 10 feminicidios al día que no han logrado reducir ni con la militarización de la seguridad interior, el abandono de niños con cáncer y el revés en la vacunación universal, la cancelación de los refugios para mujeres violentadas y de las escuelas de tiempo completo, el desastre económico por el que atravesamos con el empobrecimiento de millones de familias, el ataque a científicos e instituciones académicas y de la sociedad civil, la pérdida de derechos y vulnerabilidad por la concentración de poder que ha amasado y por la corrupción en su familia, en sus allegados y al respaldar y proteger a personajes nefastos como el fiscal Gertz Manero. No, no nos faltan razones para desear que termine de manera adelantada este ‘sexenio’, y esperar tiempos mejores. Nada puede ser peor que lo que estamos viviendo”, diría él y diríamos algunos mexicanos de muchos sitios del país.
En los ciudadanos de conciencia estará este próximo 10 de abril de 2022 acabar con la serpiente emplumada, símbolo mezquino de maldad, en una sociedad que se percibe insatisfecha, dolida y agraviada.