Jorge Arturo Estrada García.
La soberbia no es grandeza sino hinchazón;
y lo que está hinchado parece grande pero no está sano.
San Agustín.
Cualquier institución que no suponga que el pueblo
es bueno y el magistrado corruptible, es mala.
Maximilien Robespierre.
Una necedad, aunque la repitan millones
de bocas, no dejan de ser una necedad.
Anatole France.
El presidente, está furioso y ya nada lo detiene. Así, hablando de elecciones y traiciones, se consumen los meses y el sexenio. Desde Palacio Nacional, se insiste en imponer una narrativa única y polarizante de buenos y malos. El de López Obrador no será un gobierno brillante ni de resultados. Sin embargo, si gana la permanencia de su 4T podrá reescribir la historia, pero si pierde, se volverá un episodio anecdótico, en la larga lista de sexenios fallidos. Y, él lo sabe.
El país, atraviesa una época turbulenta y las crisis lo sacuden con fuerza, van acumulándose y agravándose. El presidente requiere que no se hable mucho de ellas y refuerza sus intentos de echar bronca y amenazar a los adversarios. Tuvo mala suerte, le cayó una pandemia y una guerra en Europa; además, precisamente, en los graneros del mundo.
Lo demás, ya es tema suyo. Su gobierno es de leales e incapaces como él mismo definió a sus colaboradores. Con sus programas del Bienestar en marcha y entregando dinero, y con sus obras insignias avanzando para ser inauguradas, aunque estén incompletas, el presidente ya está en modo electoral y no se detendrá durante el resto del sexenio.
El país es una tragedia. Familias, que parecen invisibles para el gobierno federal, buscando desaparecidos, excavando con sus propias palas en centenares de fosas clandestinas; y para hacerlo, hasta tienen que pedir permiso a bandas delincuenciales. Casi 100 asesinatos diarios duplican las cifras de sexenios anteriores; la cifra negra todavía ronda el 98 por ciento. Inflación, estanflación, carestía, violencia, inseguridad, impunidad, sistema de salud pública en ruinas y sin medicinas; la informalidad aumenta y los buenos empleos escasean. Además, se ataca a inversionistas y empresarios como estrategia política.
Los problemas mundiales terminaron por dañar al gobierno de la transformación y los perjudicados de siempre somos los ciudadanos. Con cifras oficiales de 324 mil muertos, con excesos de mortalidad de más de 600 mil, se decretó el final de la pandemia desde Palacio Nacional. México está a punto de salir del grupo de las 15 economías más grandes del mundo, Irán e Indonesia lo han desplazado. Y de remate, tenemos problemas con la relación con los vecinos del norte que se reflejan en el T-MEC.
El poderoso presidente surgido del viejo priato, se sintió todopoderoso, adorado e invencible con sus 30 millones de votos. Sin embargo, la realidad lo sacude y le muestra sus debilidades, en la actualidad conserva una base social de 15 millones acarreables.
De esta forma, sus inseguridades resurgen cada vez más, y entonces está dispuesto a jugarse el todo por el todo. Sus incapacidades para mejorar el desempeño de su gobierno, y las realidades que lo obstaculizan, lo agobian. Este escenario no fue presupuestado. Él, está desconcertado. Él pensaba que, a estas alturas de su gestión, estaría recibiendo aplausos, los adversarios sometidos, la constitución modificada y su extensión de mandato lista para proponerse.
Ahora, en la soledad del enorme palacio en donde habita, repasa sus estrategias y hurga en la historia. Cuando te estrellas con la realidad y el rencor se convierte en tu único argumento encuentras caminos que no podrán desandarse. A estas alturas, de la contienda electoral en la que está inmerso, eso ya no importa, e intensifica la violencia verbal, que genera climas de polarización, lo que, piensa, le permitirá reposicionarse rumbo al 2024.
El presidente busca las revanchas de la serie de reveses de los últimos meses. La estrategia será atacar a los diputados y senadores opositores. Así, anuncia y denuncia que van a ser procesados penalmente y si es posible encarcelarlos por “traidores a la patria”. Seguramente, todo quedará como un ingrediente más del discurso que distraiga del agobio a los mexicanos comunes y corrientes.
En ese palacio también habitaron personajes nefastos. Varios fueron traidores malvados y solamente alguno que otro héroe. En ocasiones unas voces fantasmales suenan más claramente que otras. Así el actual habitante, por las noches recorre los pasillos en los que Victoriano Huerta caminó cuando resolvió ordenar que se encarcelaran en Lecumberri, a un centenar de legisladores que se le oponían, a unos cuantos días después de haber encargado asesinar al diputado, Belisario Domínguez, por haber publicado un discurso prohibido, en el que criticaba severamente al general Huerta, el asesino de Francisco I. Madero.
La democracia mexicana está en riesgo, los ataques al INE y a sus consejeros serán durísimos y constantes. El odio y las revanchas se tornarán más radicales. Se aplica la estrategia robespierriana y del terror y que las masas juzguen y decidan con base en ello. Perderemos mucho, el sistema electoral lo construimos todos durante décadas para echar al PRI de Los Pinos.
No es tiempo de linchamientos políticos. Es un momento delicado para el país, por decir lo menos. Se requeriría un estadista sereno más que un político inefable. Sin la tolerancia de Madero y con la dureza de un autoritario capaz de pasar por encima de las leyes, el presidente ataca. Siembra el terror; agrede, y también ofrece premios. No le gusta perder. Cada vez que lo desafían dobla la apuesta. Ahora combate contra la realidad en un mundo que le es adverso, y en un país que dejó de confiar ciegamente en él.