Las reglas del juego político

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

En los 71 años que el PRI ocupó continuamente la presidencia de la República, el mandatario en turno decidía el nombre del candidato a gobernador de cada estado, lo cual se convirtió en una costumbre del poder que luego imitaron los presidentes de la alternancia (PAN y Morena), y en el resto de los partidos los dirigentes eligen a sus candidatos gubernamentales.

En Coahuila esta costumbre ha tenido casos de inconformidad, con la amenaza de cambiarse de partido cuando perciben que la decisión pone en riesgo sus aspiraciones políticas.

En 2005, antes de que se eligiera al candidato del PRI a la gubernatura de Coahuila, Humberto Moreira Valdés amenazó que si él no era el candidato priista se iría por otro partido, el PRD. El mismo reclamo-amenaza la hizo Enrique Martínez y Martínez y otros políticos afines a él al inicio del sexenio de Rogelio Montemayor Seguy, cuando aspiraba a la senaduría y sabía que su antecesor vetaría su aspiración. Aquello se conoció como “El Plan de Palmeritos”, porque fue hecho en un rancho con ese nombre.

En estos casos, y en otros, se invocaron los méritos personales, los años de militancia, los servicios al estado, las simpatías electorales y fundamentalmente la democracia, por quienes consiguieron todos sus cargos públicos mediante el dedazo.

Jericó Abramo Masso y Manolo Jiménez Salinas

Esto viene a colación, porque en la última semana Jericó Abramo Masso intensificó su inconformidad con “la cúpula del PRI”, por evitarle participar como aspirante al gobierno de Coahuila, debido a que ya se decidió que Manolo Jiménez Salinas sea el candidato priista a la gubernatura.

Desde hace meses, Jericó advirtió que si continuaban esas prácticas, él tenía la oportunidad de mudar de partido, y se decía que emigraría a Morena. Ahora se especula que su alternativa es Movimiento Ciudadano o candidato independiente. Lo cierto es que muchos aseguran que abandonará el PRI, lo cual ha recibido el beneplácito de sus simpatizantes y el estímulo de los cachavotos y de los inconformes con el priismo y con el moreirismo transexenal.

Hasta hoy, Jericó no ha develado quién es “la cúpula del PRI” que le impide hacer proselitismo, pero todos saben que se refiere -sin nombrarlo- al gobernador Miguel Ángel Riquelme, quien como mandatario estatal es quien -por la costumbre del poder- elige al candidato del PRI en ausencia de un presidente priista, así como Enrique Martínez y Martínez decidió que su sucesor fuera Humberto Moreira, porque en ese momento el presidente era panista, como ahora es morenista.

En una reciente entrevista que Jericó concedió al programa Desayuno, su conductor Juan Manuel Dávila Udave le preguntó si había hablado con el gobernador, Abramo Masso respondió que desde septiembre pasado habló con él por teléfono. Pero se sabe que tampoco ha hablado con Manolo Jiménez, quien -según él- es el candidato elegido, seguramente porque no lo ha intentado, o porque Manolo está impedido por “la cúpula priista” para hablar con él, o simplemente porque ninguno de los dos quiere entablar una plática.

Lo cierto es, que para 2023 en Coahuila habrá elecciones para elegir al sucesor del gobernador Riquelme, mismas que serán muy competidas entre el PRI y Morena, por eso para algunos la salida de Jericó del priismo estatal representa una pérdida, más aún si consideramos que habrá migración a Morena de otros priistas inconformes y oportunistas, aunque hay quien dice que si Jericó compite por Movimiento Ciudadano o como candidato independiente, el PRI se beneficiará con los votos que pueda quitarle a Morena, y hasta hay quienes afirman que esa estrategia ha sido pactada, para que todos queden satisfechos, ya que de esa manera, Jericó y Manolo serían candidatos gubernamentales.

Sin embargo, hay otros que opinan que Jericó no abandonará el PRI, por eso votó en contra de la Reforma Eléctrica de AMLO, y lo que busca es negociar a través de una moneda de cambio: la senaduría. Aunque también se especula que la candidatura para senador ya está destinada a otro político coahuilense.

Hay otros malpensados que insisten que en el fondo de las desavenencias entre Jericó y Manolo, está presente el pleito que hace décadas tuvieron sus abuelos, Luis Horacio Salinas y Jorge Masso, lo cual sería una aberración que estos jóvenes políticos continuaran con la pugna de sus antecesores.

Hasta aquí el escenario político de Jericó, y lo único es esperar que estos conflictos los resuelvan los protagonistas, pues finalmente la decisión del gran elector, todavía no externada públicamente, de que Manolo Jiménez sea el candidato, es parte de las reglas del juego político que imperan en la partidocracia, y que aceptan los militantes.

Política aldeana

Luego que el parlanchín de Donald Trump contara en un mitin en Ohio cómo había doblegado al gobierno de México, para que 28 mil soldados fueran enviados gratis a las fronteras sur y norte de México, con el fin de detener la ola migratoria hacia Estados Unidos e implementar el programa “Quédate en México”, la respuesta del presidente López Obrador fue justificar las indiscreciones y ofensas del expresidente norteamericano, al afirmar que “Él es así”, y al manifestar que su relación amistosa con el expresidente Trump fue benéfica para ambas naciones. ¿Cobardía o diplomacia?

Preguntas huérfanas

¿Dónde están los dirigentes del CDE del PRI coahuilense, que no se han hecho presentes para atenuar o conciliar los conflictos políticos entre los militantes de ese partido?

¿Por qué el PRI coahuilense no ha sustituido a Rodrigo Fuentes Ávila por su ausencia e incapacidad?

¿Cambió Morena la acusación de traidores a la patria por vendepatrias, porque el INE le ordenó terminar con esa campaña de odio o porque sabían que la Suprema Corte de Justicia de la Nación rechazaría la denuncia?