Rigoberto Losoya Reyes.
En esta edición presento a mis estimados lectores algunos datos históricos sobre el origen y evolución de la oficina consular de los Estados Unidos que se estableció en la Villa de Piedras Negras en el siglo XIX y que adquirió una gran importancia dadas las circunstancias políticas y económicas de la región.
De acuerdo con la correspondencia consular que se resguardada en los archivos históricos de aquel país, el consulado se estableció en el mes de noviembre de 1867, apenas unos meses después de que el Imperio de Maximiliano fuera derrotado por las fuerzas republicanas.
Es innegable la relación que se dio entre ambos países y la necesidad de mantenerse informado acerca de la situación política y comercial de la región motivó el establecimiento del Consulado en la Villa de Piedras Negras, siendo el primer Cónsul William Schuchardt quien tomó posesión en 1867.
La principal función del consulado americano durante su funcionamiento en esta ciudad fue generar información sobre la situación política y económica de la región y atender los asuntos particulares de los residentes de origen norteamericano.
El Consulado Americano instalado en Piedras Negras, informaba a la Secretaría de Estado norteamericano sobre actividades de comercio exterior, compra y venta de armas, actividades políticas, manufacturas, estadísticas oficiales y reportes sobre cualquier brote de violencia que considerara un posible riesgo para su nación. La correspondencia se concentraba y se publicaba anualmente dichos reportes.
Como ya se ha señalado anteriormente, la representación consular de los Estados Unidos desempeñaba diversas funciones y entre ellas, la de informar la situación económica y comercial de cada región.
En 1889, se exportaron a los Estados Unidos por Piedras Negras 87,769 toneladas de las minas de Sabinas con un precio de 4.06 pesos plata por tonelada. La producción de carbón también era vendida a otras empresas ferrocarrileras y a otros estados de la república y el precio variaba de acuerdo con el flete. Los inversionistas eran de origen francés y mexicano y también tenían instalaciones cerca de Piedras Negras (Villa de Fuente). La calidad del carbón que se producía en Sabinas y Piedras Negras era excelente de ahí su demanda en los Estados Unidos. El Ferrocarril Internacional Mexicano se abastecía de este tipo de carbón para operar sus máquinas por lo que no tenía ningún problema de operación.
El 15 de mayo de 1889, el Cónsul Americano Vicente M. Baca informa a Washington el cambio de residencia de las oficinas del Consulado al Hotel propiedad del Ferrocarril Internacional Mexicano, un edificio muy sólido construido con piedra y madera. El cónsul señaló que se ubicaba sobre la calle Zaragoza, cerca de la estación del ferrocarril. La oficina consular ocupó la habitación número 8 de la planta baja de la esquina noroeste del edificio.
La razón que tuvo el Cónsul para instalar sus oficinas consulares en este edificio fue posiblemente la reciente construcción de éste, por lo que se puede suponer que se encontraba en magníficas condiciones.
El 5 de septiembre de 1890 el Cónsul Eugene O. Fechet redactó un informe muy completo acerca de la producción y exportación del carbón en la región norte de México.
Informó entre otros datos, que el carbón que se consumía en la región norte es producido en su totalidad en las minas de carbón propiedad de las empresas Coahuila Coal Company y Álamo Coal Company ubicadas en Sabinas, Coahuila. Señaló que la producción anual en promedio alcanzaba las diez mil toneladas, operando 30 hornos de coque. Entre los consumidores del carbón se encontraba la población y las compañías del ferrocarril y que no tenían ninguna dificultad en comercializar la producción excedente.
Durante la revolución mexicana la oficina consular generó una gran cantidad de reportes a la Secretaría de Estado de los Estados Unidos con motivo de los acontecimientos políticos en la frontera. Se mantenía una estrecha vigilancia de cada acontecimiento importante y se reportaba inmediatamente a Washington. La labor del Cónsul Luther T. Ellsworth se convirtió prácticamente en un espionaje muy activo.
Un incidente ocurrido el 12 de noviembre de 1910 sin mayor importancia, motivó una queja del representante consular que llamó la atención del propio presidente Porfirio Díaz quien inmediatamente solicitó a su hombre de confianza se avocara al asunto, don Gerónimo Treviño, quien le contestó vía telegráfica lo siguiente:
“Enterado de su mensaje de hoy. Honrome manifestarle he tomado informes y resulta que los que quebraron vidrios en Consulado Americano de Porfirio Diaz fueron tres o cuatro borrachos parientes del quemado Rodríguez a deshoras de la noche habiendo desaparecido inmediatamente. Cónsul de Eagle Pass se dirigió a su Gobierno pidiendo tropa para guarnecer aquel punto, pero comerciantes y vecinos se dirigieron al mismo Gobierno diciendo no era necesario”.
Berta Ulloa (Colegio de México), afirma que a mediados de 1911, surgieron varios grupos conspiradores: los científicos, garzagalanistas, vazquistas, reyistas y magonistas. Se sospechaba que los garzagalanistas se levantarían en armas cuando Madero asumiera la presidencia. En octubre de 1911, se organizaron juntas reyistas en Browsville, Eagle Pass, Laredo y el Paso. Bernardo Reyes sostuvo una importante correspondencia con los conspiradores porfiristas y antimaderistas.
Entre los colaboradores de Bernardo Reyes, se encontraba el coronel Fructuoso García, quien radicaba en Piedras Negras. Estos conspiradores fueron denunciados por la secretaría de Relaciones Exteriores por pasar expediciones armadas a México.
Bernardo Reyes y otros conspiradores fue detenido por las autoridades norteamericanas, y el Cónsul Norteamericano Luther E. Ellsworth dijo al Departamento de estado que la población había aplaudido dichos arrestos y que la prensa del sur de Estados Unidos había sugerido desde un principio la expulsión de Reyes, por considerarlo un extranjero pernicioso.
Una investigación realizada por Dorothy Pierson Kerig, narra las actividades del Cónsul de los Estados Unidos que estuvo como titular en ciudad Porfirio Díaz (ahora Piedras Negras) de 1907 a 1913, y se destacó particularmente en los esfuerzos para contrarrestar el contrabando de armas a lo largo de la frontera durante este periodo revolucionario de México. Su permanencia coincidió con los turbulentos años que atravesaban el declive y el colapso del régimen del general Porfirio Díaz, y las primeras etapas de la revolución mexicana, período durante el cual el tráfico de armas estaba desenfrenado. El Cónsul Ellsworth dedicó cantidades prodigiosas de tiempo a contrarrestar tal contrabando, en la medida en que a veces descuidó sus deberes regulares. Asumió un doble papel, reportando tanto a los departamentos de justicia como de estado, y a los agentes asistidos de las diversas ramas involucradas en el intento de reducir el movimiento de armas y municiones a México, le motivó algunos enemigos en esta frontera.
Aunque sus relaciones con el Departamento de justicia variaron, Ellsworth continuó su extenso reportaje sobre el contrabando a lo largo de su gestión como cónsul. Sus reportes mensuales prueban su efectividad en el espionaje. Estos esfuerzos le hicieron impopular en la población fronteriza en ambos lados de la frontera, ya que simpatizaban con la revolución. A veces la postura de Ellsworth lo puso fuera de paso con la administración en Washington, ya que las actitudes hacia el contrabando fluctuaban con los diversos intereses en Washington y la ciudad de México. La autora describe las actividades del funcionario consular basándose principalmente en investigaciones exhaustivas en los registros del Departamento de Estado, empleando los archivos decimales, los registros consulares, los registros de correos y el archivo de personal del cónsul. En suma, esta excelente investigación representa una fuente para nosotros los historiadores de Piedras Negras muy valiosa.
El 3 de enero de 1970, el periódico el Siglo de Torreón publicó una noticia que ya se esperaba. El cierre del Consulado Americano en Piedras Negras. Dicha clausura ya se había anticipado por parte del embajador de los Estados Unidos en 1963, quien había afirmado que todos los asuntos inherentes a esta oficina consular serian atendidos en el consulado de Nuevo Laredo, Tamaulipas por ser de mayor importancia. La bandera de los Estados Unidos que ondeó por varios años en los despachos 325 y 329 del edificio Montemayor, ocupados por el Consulado de los Estados Unidos de Norteamérica, fueron retirados ayer obedeciendo a la orden del presidente norteamericano Richard M. Nixon, quien giró instrucciones de cerrar 15 consulados localizados en diversos lugares del mundo. El 2 de enero de 1970 fue el último día de actividades del Consulado en Piedras Negras, Coahuila el cual estuvo a cargo del señor Howard L. Walker Jr.