José Guadalupe Robledo Guerrero.
Esta semana, en redes sociales apareció un video donde se ve a elementos del Ejército Mexicano que a bordo de vehículos militares son perseguidos por presuntos sicarios en Nueva Italia, Michoacán, sin intentar enfrentarlos. Como respuesta a este hecho, el presidente López Obrador -en la mañanera- lo calificó de “actitud responsable” lo que para muchos fue una humillación y desprestigio, arguyendo que “cuidamos la vida de las fuerzas armadas, pero también cuidamos a los integrantes de las bandas (del crimen organizado), son seres humanos”.
Ante esta explicación presidencial nos preguntamos: ¿Por qué AMLO no cuidó a los 120 mil asesinados, a los más de 100 mil desaparecidos y a las 11 mujeres muertas diariamente por los feminicidas que se han acumulado en lo que va de su sexenio?
Esta inusitada declaración del Presidente de la República no es extraña, ha expresado otras más de ese tipo, pero me hizo recordar una experiencia que tuve hace años durante el gobierno de Humberto Moreira. En una de mis constantes pláticas con el cura católico, Antonio Usabiaga Guevara, presbítero de Fátima y fundador del Instituto Secular de Estudios Religiosos, me encontré con el comandante de la VI zona militar que fue a despedirse del sacerdote, porque lo relevaban de su responsabilidad.
Usabiaga, sorprendido, le preguntó la razón de su destitución, y el militar le confió que había tenido un desacuerdo con Isabel Arvide Limón, autora del libro Mis Generales, que en ese tiempo era en nuestro Estado la influyente coordinadora del Modelo Coahuila, que ponía en manos de militares en retiro las direcciones municipales de seguridad bajo la supervisión de la Jefatura de la Región Militar.
Al parecer había ignorado la orden de enfrentar al cártel que en ese tiempo dominaba el Estado. Usabiaga le preguntó el por qué no había hecho lo que le ordenaban. Su respuesta fue lapidaria: “Porque me matan”. Esa confesión me hizo pensar: si el comandante de la VI Zona Militar no podía proteger su vida, qué nos podía esperar a los ciudadanos de a pie.
Pero aquello no ha cambiado ni es nuevo, desde hace décadas las bandas del narcotráfico se han empoderado con la protección y apoyo de los corruptos presidentes, funcionarios y políticos que hemos tenido en México, a tal grado que el conocimiento popular ha insistido en que cada mandatario ha tenido un cártel preferido.
Ahora, seguramente, esas bandas criminales tienen la simpatía de algunos influyentes funcionarios de la izquierda mexicana, esa que desde el confort de sus empleos en las universidades y escuelas rurales, insisten en promocionar la guerrilla y la revolución socialista, y a quienes poco les importan los métodos y formas para lograr sus propósitos.
A mitad de los 70, en la huasteca potosina, conocí a un grupo de profesores rurales que se decían miembros del Partido de los Pobres de Lucio Cabañas, que para entonces había muerto. Alguna vez, uno de ellos me confió -sin recato- que las armas se las proporcionaban los narcos, “pero que te valga madre, me dijo, la ayuda para la revolución es valiosa, venga de quien venga”. Decidí alejarme de ellos, esa no era mi lucha. Lo último que supe, es que los emboscaron y los mataron en una cañada de la huasteca hidalguense.
Por tal motivo, esta orientación que está tomando la política en nuestro país, debe preocupar a los mexicanos, porque no sabemos en qué terminarán estos experimentos “revolucionarios”, pero seguramente serán desastrosos para la paz, la unidad y la prosperidad a que aspiramos en México. Al parecer pocos entienden lo que está pasando, y lo que puede ocurrir en un futuro cercano, sino se corrige el rumbo y encontramos unidos un proyecto de nación que saque a nuestro país de la barranca en que se encuentra.
Política aldeana
Finalmente apareció Rodrigo Fuentes Ávila, para anunciar que la elección del candidato del PRI al gobierno de Coahuila será abierta a militantes y simpatizantes, igual que se hizo en 1999 y en 2005, en cuyas elecciones obtuvieron el triunfo quienes se sabía que ganarían: Enrique Martínez y Martínez y Humberto Moreira Valdés. Según esto, ahora ya hay piso parejo, solo faltan las reglas claras y las fechas precisas, pero más parece una concesión para quien lo solicitaba: Jericó Abramo Masso, y aunque ya desde ahora se sabe el resultado de la elección priista, aún no sabemos cómo terminará esta experiencia partidista.
Preguntas huérfanas
¿Por qué si Cuba, Venezuela y Nicaragua son paraísos de bienestar popular, los ciudadanos de esos países insisten en emigrar a Estados Unidos?
¿Sabía usted que nuevamente México es expulsor de migrantes hacía el “sueño americano”, quienes ahora no solo huyen de la pobreza y la falta de empleos, sino principalmente de la violencia que los ha desplazado de sus hogares?