Fernando Rangel de León.
Las tres grandes transformaciones: la Independencia, la Reforma y la Revolución, enfrentaron muchos obstáculos para alcanzar sus objetivos porque toparon con leyes e instituciones que protegían los intereses creados del estado de cosas anterior a estos movimientos sociales, jurídicos, políticos, culturales y económicos.
La Independencia se enfrentó con las instituciones y las leyes que venían del Virreinato, que privilegiaban a unos cuantos, principalmente españoles y criollos y algunos mexicanos que disfrutaron de esos beneficios, hasta que los mexicanos mestizos empezaron a cobrar conciencia nacional y se aplicaron en actualizar las leyes y las instituciones, que les permitieran progresar y desarrollarse como país independiente.
La Revolución encontró límites en la Constitución de 1857, que privilegiaba el individualismo y el liberalismo, con ausencia de lo social; por eso tuvo que hacer la Constitución de 1917, que sin derogar los derechos humanos antepone lo social a lo individual; y así tenemos los derechos a la educación y salud públicas; a la desaparición de los latifundios, al trabajo como clase social, y a la democracia no solo como régimen político y jurídico sino como modo de la vida pública.
Esas tres grandes transformaciones no fueron enunciadas con sus nombres ni antes, ni durante su desarrollo; sino fue hasta después de ellas que se les llamó Independencia, Reforma y Revolución; porque eso fue lo que lograron.
En cambio, lo que quiere la 4T, a la que tampoco se le ha dado nombre, es transformar a México, no solo modernizando y actualizando instituciones y eliminando algunas que les son nocivas, sino sobre todo lo que pretende es la revolución de la conciencia social, basada en la moralidad y la solidaridad, a partir de que todo lo que haga o deje de hacer el gobierno, debe ser transparente y público.
Por eso son las conferencias matutinas diarias del presidente, conocidas como “Mañaneras”, en las que ante todo México, rinde un informe al pueblo de su quehacer; cuando antes los presidentes lo hacían solo una vez al año, el primero de septiembre, ante el Congreso de la Unión.
La 4T ha emprendido grandes transformaciones como la Guardia Nacional, con la que se pretende que la Policía esté más cerca del pueblo; y obras de carácter social como el Tren Maya, y obras para tener más independencia energética como la Refinería Tres Bocas, y obras como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles AIFA, y otras más; y reformas como la energética y la electoral.
Pero en todas esas transformaciones la 4T ha encontrado obstáculos constitucionales y legales, que le impiden avanzar con más celeridad; por lo que es necesario que estos diques sean superados con reformas para modernizar a México sin explotar al pueblo.