José C. Serrano Cuevas.
El Diccionario de la lengua española establece que el terrorismo es la sucesión de actos de violencia para infundir terror. Son actos en contra de personas, la libertad, la seguridad común, la tranquilidad pública y el orden constitucional. En dicho fenómeno han sido identificadas dos constantes: la violencia y la creación de miedo con ésta.
Los atentados de los terroristas se distinguen por afectar a los civiles, a la población que no forma parte del gobierno ni del ejército y esto, obviamente, crea inestabilidad social; pues es un episodio entre dos actores de distinta índole y no entre dos fuerzas militares, lo que más bien sería una guerra.
En los días recientes, el crimen organizado ha perpetrado ataques a la población civil, los que deben considerarse como actos terroristas. Los escenarios para la puesta en escena de tan cruenta barbarie han sido las regiones de El Bajío y el Norte de México.
El país presencia una jornada más de terror con la quema de vehículos de transporte por parte de hombres armados y con el rostro cubierto en las ciudades de Tijuana, Mexicali y Ensenada, en el estado de Baja California, la tarde del viernes 12 de agosto. Los ataques son atribuidos a grupos del narcotráfico.
La cadena de hechos, que algunos analistas consideran como actos de terrorismo a cargo de integrantes del narcotráfico, inició el martes 9 de agosto en la zona metropolitana de Guadalajara, en el estado de Jalisco, donde se registró el incendio de vehículos y bloqueos que se atribuyen a integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Esa misma noche, en varios municipios del vecino estado de Guanajuato, 25 tiendas OXXO fueron incendiadas. La tarde del jueves 11 de agosto se volvió mortífera en el municipio fronterizo de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde 11 personas de la sociedad civil fueron asesinadas, entre ellas un menor y cuatro periodistas, durante una transmisión radiofónica en vivo.
El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) confirmó esta semana la reunión de los narcotraficantes y el operativo comandado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), aunque aún no se ha informado si se logró la captura de Ricardo Ruiz Velazco, el RR, y de Gerardo González, El Apá. La falta de información ha hecho que analistas de seguridad califiquen como fallido el operativo del ejército, o que lo comparen con el llamado Culiacanazo, cuando Ovidio, un hijo de El Chapo Guzmán fue detenido y liberado más tarde ante los actos de violencia.
Los grupos del RR y El Apáhabrían puesto de cabeza la zona metropolitana de Guadalajara para huir. Fueron seis horas de pánico e incertidumbre, seis horas de bloqueos con autos incendiados entre las 20:00 horas del 9 de agosto y las 02:00 horas del 10 de agosto.
Alonso Partida Caballero, integrante del Observatorio sobre Seguridad de la Universidad de Guadalajara (U de G), coincide con otros analistas en que el gobierno federal debe ir más adelante en el combate al narcotráfico, incluso, considerar apoyo internacional para frenar su crecimiento.
«Estos son actos de terrorismo definitivamente y desgraciadamente las autoridades no quieren entenderlo; son actos que hacen los grupos delictivos para crear zozobra en la sociedad, y ellos puedan realizar campantemente sus atropellos».
En México, el Código Penal Federal tipifica el delito de terrorismo en su artículo 139 con una pena de 40 años de prisión. La descripción de este crimen coincide con los señalamientos hechos por los especialistas.
Ya es tiempo de que el gobierno federal, encabezado por AMLO, desista de seguir con la aplicación de la política de abrazos y no balazos que, a la vista de los expertos en materia de seguridad, así como ante la mirada de la población civil ha resultado ser un rotundo fracaso. Los malandros agreden a personas inocentes en la vía pública y a plena luz del día: ahí es donde hay que acabar con ellos.