José Guadalupe Robledo Guerrero.
Según se ha informado, el próximo Primero de septiembre rendirá su cuarto informe de gobierno el presidente López Obrador. Para tal fin, ya se grabaron mensajes alusivos al trabajo que realizó el mandatario en los últimos 365 días, los cuales llevan el eslogan de “No somos iguales”, mensajes que se difundirán antes y después del informe, y de los cuales se asegura que serán más de 21 mil spots diarios.
Sin embargo, hay que hacer la primera precisión. Para empezar, esa presunción de que no son iguales tiene algo de verdad, nadie es igual al otro, pero son los mismos, son los ex militantes del PRI, PAN y PRD que se beneficiaron de la corrupción en los sexenios pasados, y a partir de 2018 decidieron cambiarse de chaqueta y se sumaron a Morena. Por eso hay quienes afirman que López Obrador y los morenistas no son iguales, sino los mismos, pero iguales o peores en lo que respecta a la corrupción y la ilegalidad.
Lo importante del asunto es, ¿De qué va a informar AMLO?, ¿De lo mismo que en sus mañaneras diarias o va a seguir presumiendo que su única estrategia de desarrollo y crecimiento es regalar el dinero de los causantes sin ningún requisito y estrategia para sacar adelante a los pobres mediante dádivas?
Seguramente el presidente López Obrador nada informará sobre el terrorismo que ejercen sus aliados del crimen organizado, que cada vez que aprehenden a un jefecillo criminal agreden a la población civil, asesinando, quemando autos, camiones y tiendas de conveniencia.
Aun así, AMLO ya advirtió que a mediados de septiembre le entregará a la secretaría de la Defensa Nacional la administración y mando de la Guardia Nacional, para que sean los militares quienes realicen las tareas policiacas, como sucede en todas las dictaduras de América latina y del mundo.
Sin embargo, López Obrador anunciará esta anticonstitucional decisión en momentos que para los observadores se antoja inapropiada, no solo por la situación de inseguridad que priva en la mayor parte del país, provocada por la estrategia obradorista de “Abrazos no balazos”, sino porque en el reciente informe que dio a conocer el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, sobre la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, quedó claro el involucramiento del ejército nacional en esta criminal acción.
Hay que destacar que no es la primera, ni la última ocasión, en que las fuerzas armadas, que según AMLO son el “pueblo uniformado”, se ven involucradas en el asesinato de civiles, basta ver la historia de las múltiples represiones que ha padecido el pueblo de México en sus luchas reivindicativas.
Aquí surge otra pregunta mayéutica: ¿Para qué quiere el presidente militarizar a México? La única respuesta hasta ahora clara, es que con esta acción quiere continuar con sus planes dictatoriales que no ha dado a conocer, pero al parecer muy pocos se dan cuenta de las perversas intenciones del “Mesías tabasqueño”.
AMLO tampoco informará que en el país no hay más obras que sus “emblemáticas” a las que se le ha dado el dinero público de los mexicanos: el aeropuerto AIFA, la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, y para hacer más grave la situación, estas obras han costado mucho más de lo presupuestado originalmente y hasta hoy siguen sin operar; además, no se rinden cuentas de sus gastos y sus contratos se deciden discrecionalmente, debido a que gozan del estatus de seguridad nacional que les inventó AMLO, y cuya opacidad fomenta la corrupción y la impunidad.
Seguramente, López Obrador nada hablará acerca de lo que todos comentan, que en solo cuatro años de su gobierno ya terminó con los ahorros que se hicieron en los últimos 25 años, entre los que están considerados los múltiples fideicomisos que se tenían para hacer frente tanto a desgracias naturales como a otros renglones que requieren previsión. Ahora solo falta que el presidente se involucre en la impresión de billetes, para poder hacer frente a la compra de votos. Esto ya sucedió anteriormente, por ejemplo, con Luis Echeverría Álvarez.
En fin, el cuarto informe de López Obrador será otra mañanera más, llena de ocurrencias, mentiras, medias verdades de su amlolandia, y sin abordar los urgentes problemas que padece el país en casi todos los rubros de la actividad social: pobreza, educación, salud, empleo, violencia, obras, economía, etcétera.
Por eso hay que aclarar, es cierto no son iguales, son los mismos con otra chaqueta, y para muchos son iguales o peores…
Política aldeana
Ahora, que por la euforia electorera, tirios y troyanos se acusan mutuamente de traidores, ya sea porque votaron en contra de la reforma eléctrica de AMLO o porque se cambiaron a Morena, recordé un chiste que es oportuno ante la situación actual. Cierto día uno de los acusados de traidor, al que le daremos el nombre de Shamir, angustiado por tan ofensivo insulto, fue a consulta con un psicólogo al que le contó su preocupante problema. Luego de explicarle todas sus vicisitudes, Shamir le dijo al profesional de la salud mental que era un traidor. El psicólogo lo desmintió: no, usted no es un traidor. Si lo soy, porque me lo siguen diciendo unos y otros, continuó insistiendo Shamir, hasta que el profesionista decidió terminar con su empecinada creencia, y le dijo: Ya le hice ver que usted no es un traidor. Traidor es Victoriano Huerta, el asesino de Francisco I. Madero, usted es simplemente un chaquetero.
Preguntas huérfanas
¿Cuántos pedófilos más se encuentran en las escuelas acosando y abusando de niños y niñas?
¿Sabrá Ricardo Mejía Berdeja que muchos de sus nuevas adquisiciones para Morena en lugar de llevarle votos, se los restan?
¿Por qué se dejó de hablar de Humberto Moreira y la megadeuda?
¿Cómo le hará Mejía Berdeja en caso de ganar la gubernatura de Coahuila, para conciliar la estrategia obradorista de “Abrazos no balazos” con la seguridad que demandan los coahuilenses? ¿Les pedirá a los criminales que no se metan a Coahuila? ¿Le harán caso?