Oliverio Ascascius.
Recordar las nalgas frías
de un trasero voluminoso,
recordar los vientos borrascosos
de la vieja ciudad apolillada,
donde los pájaros cantan de noche
como fantasmas histéricos.
Recordar una sonrisa helada
o el llanto estremecedor
de seres abandonados por la vida.
Recordar lo que se pueda…
El ave junto al río,
la mariposa encadenada.
Recordar los rostros de mujeres varonizadas,
o la caricia inerte de la muerte.
…Todo eso se puede recordar
cuando los pensamientos amorosos
se han ido al manicomio.