- SEDENA incumplió en dos terceras partes entrega de arbolitos.
- Evaluación de CONEVAL da fe de falta de indicadores de planeación y de sustento de metas.
- Sembradores tienen problemas para cobrar el apoyo de 5 mil pesos mensuales.
Jorge Martínez Cedillo.
Uno de los programas sociales emprendidos en la administración de Andrés Manuel López Obrador, “Sembrando Vida”, representa el mayor de los fracasos “en el breve espacio de cuatro años de gestión”, por la falta de planeación y estudios ambientales, de supervisión técnica y por incumplimiento de la Secretaría de la Defensa Nacional, como proveedor de arbolitos de frutales y maderables en tiempo y forma.
Así, de un total de 100 millones de arbolitos, compromiso de la Sedena para entregarlos a los campesinos, particularmente de las regiones sur y sureste del país, en cuatro años solamente pudo entregar el equivalente a 37 millones de arbolitos. Lo anterior, de acuerdo con un resumen de avances y resultados de los programas sociales, realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) del gobierno federal.
Analistas con experiencia en reforestación, tanto de árboles frutales como de maderables, afirman que un proyecto de esta naturaleza y valores anuales de inversión federal, arriba de 100 mil millones de pesos en los primeros cuatro años, por lo menos requeriría un periodo de 15 a 20 años, en promedio, para su aprovechamiento, por virtud de que los árboles maderables, por ejemplo, requieren de esos tiempos para su desarrollo y maduración, mientras que los frutales necesitan entre 7 y 10 años para empezar a dar resultados.
El programa “Sembrando Vida” ha contado con recursos nunca vistos en el marco general de reforestación y de beneficio social. Se inició en 2019, con el ejercicio de 15 mil millones de pesos; en 2020, aumentó a 28 mil 504 millones; en 2021, a 28 mil 930 millones, y en 2022, a 29 mil 903 millones.
Las razones por las que ha fracasado el programa “Sembrando Vida”, por un lado, se refieren a la falta de organización y elementos relacionados con la ciencia, la investigación y tecnologías elementales para seleccionar zonas y variedades de cultivo; de investigación en áreas específicas de impulso al medio ambiente, tanto para maderables como frutales, que no son las mismas.
Como consecuencia de no haber realizado los estudios edafológicos y meteorológicos, muy recomendables para este tipo de programas, acompañados por una alta participación social, nadie de los promotores y asistentes técnicos, previó que este año sería de muy baja precipitación a nivel nacional, de manera que no llovió con oportunidad ni en los índices hidrológicos históricos.
En otra parte del trabajo de CONEVAL, especifica que, “para cumplir con la superficie requerida por el programa, se incluyeron algunos predios donde carecen de abasto de agua –no se les informó de esta necesidad—de tal forma que supondrá un problema serio para mantener los árboles con posibilidades de sobrevivencia, o producir en el mediano plazo. Esto constituye un serio deterioro en los objetivos centrales del programa”, indica el informe titulado “Evaluación de Procesos del Programa Sembrando Vida”.
Otro de los problemas fundamentales que dieron al traste con el programa, consiste en que, para sembrar grandes superficies, tuvieron que arrasar amplias zonas de acahuales y selva baja, ambas perennes y ancestrales, las cuales ocuparon para la siembra de arbolitos. Obviamente no prosperaron.
Algo similar ocurrió con la “tumba, roza y quema” en los manglares de miles de hectáreas, para construir, en Tabasco –ya de por sí deteriorado por el equivocado extensionismo ganadero—la refinería de “Dos Bocas”. Otro desastre ecológico en México.
El informe señalado, no omite un fenómeno extra que complica el plan de reforestación, como es la presencia de la delincuencia organizada en las comunidades rurales. Destaca el informe, de 318 páginas, el problema de los sembradores para cobrar el apoyo de 5 mil pesos mensuales.