Luis Fernando Hernández González.
Al hacer un balance de los cuatro años de la presente administración en esto que se ha hecho llamar la cuarta transformación, los mexicanos estamos ampliamente desilusionados de sus resultados que sin duda alguna esperábamos estuvieran sustentados en un desarrollo social y económico pujante, modernista y de avanzada, en el cual cobrara sentido una amplia visión frente a la dinámica que demandaban las condiciones del mundo y la sociedad entera del país.
Mas no ha sido así, cuando se verifican cada uno de los resultados hasta ahora obtenidos en cuanto a indicadores estructurales, y se evalúa las distintas condiciones cuya responsabilidad estriba en las funciones que tiene a su cargo la administración federal en este lapso de tiempo, lo constatamos frente a la pandemia cuyas medidas y disposiciones ante la gravedad de este fenómeno de salud, en nada le favorecen su aplicación por el número de infectados y muertes que son catastróficos y necesariamente tiene que soportar la sociedad.
Lo vemos de igual manera en cuanto a las directrices económicas[F1] tomadas hasta ahora con sus efectos insuficientes y comprimidos, generadores a contemplaciones recesivas cuyo efecto en la sociedad es de parálisis y estancamiento, para la necesidad apremiante de crecimiento generacional tanto en mujeres como hombres que buscan incorporarse al espacio laboral, que se recapitula en una inflación superior al 8.4 por ciento en el consumo según el índice de precios y cerca del 14.0 por ciento en la realidad pública comercial; agreguemos también los efectos de esta situación de gobernanza institucional en el sector educativo, cuyos efectos de la crisis sanitaria alejaron de las aulas la educación asistencial, y lo menores y jóvenes tuvieron que recibir sus conocimientos mediante prácticas informativas vía internet a distancia, cuyos resultados aún están por evaluarse en el sistema ordinario aplicando un nuevo plan educativo que está lejos de la realidad conforme lo expresan públicamente la Unión Nacional de Padres de Familia, quienes han antepuesto amparos a este respecto como muestras de su protesta reactiva a esta medidas escolares.
Los mexicanos lo percibimos en la situación de hace tan solo unos días, en donde se exhibe a 16 militares en el caso Ayotzinapa por su supuesta participación en los hechos que generaron la desaparición de los 43 jóvenes normalistas desaparecidos el 27 d septiembre de hace 10 años, en donde supuestamente generó un amplio malestar en los mando castrenses, misma situación que se presta para especular en estos días por la serie de filtraciones generadas al hackeo por el denominado grupo cibernético Guacamayas, en las que se difunde información reservada en los archivos militares sobre males en la salud del presidente y comportamiento en las medidas que generaron el culiacanazo y sus resultados, amenazando según el periodista Salvador García Soto, en donde dicho grupo cibernético le plantea al mismo presidente que opte por su renuncia, antes de dar a conocer la información que ellos poseen y el propio presidente lo sabe, cuestionándose suspicacias que dicha filtración pueda tener sus orígenes al interior de las mismas fuerzas militares.
En cuanto al apartado de seguridad, los mexicanos somos conscientes que día a día de actos violentos y de inseguridad que tanto se dan en áreas rurales como urbanas, en diferentes sitios del territorio nacional lo mismos en Guerrero, que en Michoacán, en Sinaloa que en Veracruz, Colima Nayarit o Tamaulipas las cosas no dejan de sorprender al verificar que lo que ayer se festejaba con abrazos besos no balazos, es hoy en día un rotundo fracaso, al haberse maniatado el uso de la fuerza militar para contener esta embestida que resulta grave de la criminalidad al reflejar y su teórica contención, publicitada desde la campaña electoral, hecho diferencial con las administraciones anteriores. Así lo defendía entonces el equipo de López Obrador, que señalaba errores y horrores en los métodos de Calderón y Enrique Peña Nieto, su sucesor, capaces de lanzar al ejército contra el pueblo. Situación que su equipo y estrategia hoy aboga, por lo contrario, a aquellas expresiones que sostenía.