José C. Serrano Cuevas.
Octavio Leal Moncada, de 79 años, ha sido el líder de la Columna Armada, que apela al patriotismo y a la defensa autónoma de sus pueblos, la cual se ha convertido en un poderoso agente político y militar en la zona, ajeno al Estado. Pero unos antecedentes de narcotráfico, poder político y sangre los persigue.
En algunos rincones de Tamaulipas, la ausencia del Estado es tal que sus pobladores identifican a la autoridad no por una placa, ni siquiera un uniforme: un fusil R15. Ellos son personas avecindadas en Hidalgo, Villagrán, Mainero, San Carlos, Güemes, Padilla y San Nicolás, municipios rurales que abrazan a la capital (Ciudad Victoria), dedicados al cultivo de naranjales y a la ganadería. En esa región, la única autoridad es la Columna Armada.
Para comprender la capacidad de movilización de la Columna es necesario remontarse a 2010. Un año sangriento en la historia de México, pero sobre todo en este rincón del noreste mexicano, donde la batalla contra el narco que emprendió Felipe de Jesús Calderón Hinojosa (de 2006 a 2012) se ensañó con estos poblados.
En ese año un poderoso ganadero, un cacique de Hidalgo, decidió aplicar la máxima castrense: «El enemigo de mi enemigo es mi amigo». Y cuando los Zetas buscaban extender su poder territorial tras separarse del hegemónico Cártel del Golfo en ese año, acosaban a poblaciones completas, mediante la utilización de sicarios feroces. Leal Moncada fundó el grupo que calificó de autodefensas para «limpiar» de Zetas su pueblo, pero lo vistió de organización cívica, aunque los fusiles llevaban sangre del Cártel del Golfo.
Leal Moncada, también conocido como El Tarzán o El Profe, y su organización se han asociado desde su fundación al poder político. Primero, a las fuerzas federales de combate al narcotráfico, especialmente dedicadas a desmantelar a los Zetas, que también eran su objetivo. Y después, de cara a las elecciones de 2016, la rama civil del grupo, que hace mítines y gobierna de facto sus pueblos, apoyó al entonces candidato y después gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, del Partido Acción Nacional (PAN).
Existen imágenes de actos de campaña de apoyo de la Columna al político. Una alianza que se quebró en 2022. Los adversarios critican que se haya asociado para las últimas elecciones estatales de junio con el candidato del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Américo Villarreal Anaya, nuevo gobernador de la entidad norteña.
El investigador del Colegio de la Frontera Norte, Jesús Pérez Caballero, que ha estudiado los orígenes y evolución de esta organización, explica cómo ha sabido oscilar entre lo militar y lo público para convertirse en un grupo poderoso en los municipios anteriormente enunciados.
«La organización ha sido capaz de pasar de un grupo aglutinador de acciones violentas contra individuos percibidos como enemigos, a otro de índole político, de concienciación política sobre sus necesidades en la región, en un período de una década, lo que habla también de lo imbricado que está la región donde opera».
Así, la Columna se ha convertido desde hace más de diez años también en un interlocutor político. «Hay videos de políticos de todos los partidos, dando su apoyo a la organización y viceversa, lo que nos habla de un fenómeno transversal (también lo es el caciquismo). La organización se permite cambiar estratégicamente de adscripciones políticas, dada la capacidad de movilización que ha logrado y sus vínculos con redes políticas y económicas de la capital Ciudad Victoria y en Nuevo León».
Mientras tanto, en Tamaulipas, principalmente, se desconoce el paradero de su exgobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, y se especula sobre los vínculos con el narco del recién investido mandatario estatal, Américo Villarreal Anaya.