José Guadalupe Robledo Guerrero.
En junio de 2004, se dio a conocer que el exprocurador montemayorista Humberto Medina Ainslie había sido citado para responder a una demanda de la Procuraduría General de la República (PGR), por haberse robado mercancía incautada y bajo su custodia en el tiempo en que fue Procurador de Coahuila.
El tráfico de influencias a la que siempre respondía Ramiro Flores Arizpe, Presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), de inmediato dio resultados, y en pocas horas Humberto Medina Ainslie fue exonerado de los ilícitos que le imputaba la justicia federal.
En un informe publicado de la justicia coahuilense, se dio a conocer que el juez no le encontró ningún delito al exprocurador Medina Ainslie, pues las mercancías incautadas y supuestamente robadas eran granos, que el filantrópico exprocurador había canalizado al DIF para que se ayudara a los pobres.
Pero lo más importante, es que las mercancías que se documentaron como incautadas por la Procuraduría al mando de Medina Ainslie, no eran sólo granos, sino aparatos electrodomésticos, principalmente lavadoras y refrigeradores, los cuales desaparecieron, incluso hasta se dijo que dichos aparatos habían sido comercializados en una tienda de autoservicio de Saltillo, en donde el entonces Procurador Humberto Medina Ainslie era uno de los socios.
El delincuente exProcurador, se desempeñaba en esa época como asesor jurídico del entonces gobernador priista de Nuevo León, Natividad González Parás.
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Para ese entonces, el entonces director del Hospital Universitario de Saltillo (HUS), Hugo Rogelio Castellanos Ramos, asustaba con el petate del muerto, enviando un mensaje público de que si la Universidad no le proporcionaba los recursos que había solicitado, renunciaría a la dirección del HUS.
Hugo Castellanos presumía ser compadre del gobernador Enrique Martínez, debido a ello era una de las familias felices del sexenio enriquista: Hugo era director del Hospital Universitario, su hija Bertha Castellanos era secretaria de Salud, y su yerno (esposo de Bertha) Sebastián Zepeda Contreras era director del Centro Estatal de Urología, creado con dinero gubernamental y el cual era manejado como negocio privado por el urólogo de la familia feliz.
La supuesta renuncia de Hugo Castellanos fue considerada como su mejor decisión, pero obviamente no renunció, pues ya se había encariñado con la silla de director, y con los halagos de los cortesanos que lo rodeaban.
Los enterados decían que antes de pedir más recursos, Hugo Castellanos debería rendir cuentas sobre las cantidades millonarias que gastó en la compra de equipos médicos y en las remodelaciones que realizó en el HUS.
Como compadre del Ejecutivo, Hugo Castellanos recibió millones de pesos del gobernador Martínez, nadie supo cuántos, para que “modernizara” el nosocomio universitario. Nunca rindió cuentas, pero algunos de sus empleados se hicieron ricos de la noche a la mañana.
Hugo Castellanos -decían sus conocidos- se olvidó de la gente pobre y arremetió contra ellos. Por órdenes de él se secuestraba a los pacientes dados de alta que no tenían para pagar su cuenta hospitalaria.
Desde hacía meses, Castellanos no había cesado de politizar los asuntos internos del HUS e insistió en polemizar con aquellos que señalaban los errores que cometía al frente del nosocomio.
Por ejemplo, sin autocrítica de por medio, Castellanos insistió en denunciar -sin proporcionar nombres- el influyentismo de autoridades, políticos y regidores, que según él, lo presionaban para que hiciera condonaciones a quienes si podían pagar los servicios hospitalarios, poniendo énfasis en su villano favorito, Francisco Navarro Montenegro, quien lo sacó de quicio, porque no lo pudo encarcelar luego de un enfrentamiento entre ambos.
Hugo Castellanos también polemizó con periodistas, diputados y profesionistas, sin haberle dado respuesta a las críticas que le señalaban. Nunca habló sobre las altas tarifas hospitalarias y las privaciones ilegales de la libertad de los pacientes que no tenían para liquidar el total de su cuenta.
Debido a ello, a principios de 2004, Hugo Castellanos comenzó un enfrentamiento con el líder cardenista Francisco Navarro Montenegro.
El motivo del pleito es que Navarro Montenegro, apoyó a una familia humilde que tenía a una hija internada en el HUS por un accidente vial. El padre de la muchacha, de oficio blockero, se encontraba lesionado e impedido para trabajar. La madre estaba enferma y los abuelos habían perdido la vida en el accidente.
Por esta situación familiar, no tenían para pagar de inmediato la cuenta hospitalaria, que por 13 días internada ascendía a 23,773.44 pesos. Los familiares hablaron con Hugo Castellanos, solicitando tiempo para liquidar la cuenta, pero el prepotente y déspota director del HUS les negó el plazo solicitado y ordenó retener a la paciente como garantía del pago de su cuenta.
Navarro Montenegro las acompañó hasta el estacionamiento del hospital, mientras los padres de la “secuestrada” se las ingeniaban para sacarla del HUS.
Finalmente lograron liberarla, mientras Hugo Castellanos, en una de sus acostumbradas rabietas, demandaba a Navarro Montenegro por haber contrariado sus órdenes. En respuesta, los familiares de la muchacha lesionada demandaron al Hospital por privación ilegal de la libertad.
Hugo Castellanos politizó el suceso, utilizando a algunas trabajadoras del hospital para denunciar a los medios de comunicación la “agresión” que había sufrido el HUS de parte de Navarro Montenegro. Se le olvidaba a Castellanos que Francisco Navarro había apoyado para que no se privatizara el HUS, cuando el entonces gobernador Rogelio Montemayor intentó vender el nosocomio.
Gracias a la lucha de las trabajadoras del HUS, se impidió la privatización montemayorista, mientras Hugo Castellanos apoyaba al pésimo director Miguel Ángel Talamás Dieck, autor del encarecimiento de las tarifas hospitalarias, de la retención ilegal de los pacientes pobres y del intento de privatizar al Hospital. Hugo Castellanos defendía a los privatizadores, porque se decía era uno de los que “comprarían” el HUS.
Por eso no fue extraño que una de las primeras decisiones de Hugo Castellanos como director del Hospital, fue imponerle el nombre de Talamás Dieck a una de las salas del HUS.
Quienes conocían la situación del HUS sabían que quien verdaderamente le hacía daño al Hospital Universitario era Hugo Castellanos, pues nunca quiso corregir las altas tarifas, el mal servicio, despotismo, despilfarro y retenciones ilegales de los enfermos.
Al final, los familiares de la paciente consiguieron el dinero y pagaron la cuenta “hasta el último centavo”, para terminar con el escándalo propiciado por Hugo Castellanos, quien fanfarroneaba de ser el más influyente en el gobierno “de mi compadre Enrique Martínez”.
Los “Chicos Tec” de la UAdeC
También a inicios de 2004, en su Segundo Informe, el entonces rector de la UAdeC, Jesús Ochoa Galindo, recibió un halago mentiroso del gobernador Martínez al referir que la universidad estaba aplicando sus recursos con niveles de excelencia, sin desconocer la corrupción que privaba en la UAdeC durante los rectorados de José María Fraustro Siller y de su cómplice Jesús Ochoa Galindo, quien lo sucedió en la Rectoría de la UAdeC.
La apreciación gubernamental era desmentida con las múltiples evidencias de despilfarro, la más reciente era la edición de lujo de un libro que llevó el pretencioso título “El Patrimonio Artístico Universitario”, en donde se muestran los rarísimos “tesoros” que aún quedan en la UAdeC, después de los constantes saqueos.
Dio pena que se haya editado el costoso libro para mostrar la pobreza del patrimonio universitario, pero más pena provocó que Ochoa Galindo haya utilizado ese pobre patrimonio universitario, para financiar un recinto-museo en donde impuso como directora a su íntima amiga Mireya Ramos Arizpe.
En el referido libro se incluyó una “reseña” histórica de la UAdeC que está muy alejada de la realidad. Por su contenido, se asemejaba a un boletín gubernamental. Donde se despolitiza la historia, pero no se podía pedir más, pues quien escribió tal mamotreto, Gerardo Segura, nada tenía que ver con la UAdeC, salvo cobrar en la nómina universitaria.
En muchas otras áreas de la UAdeC se continúa despilfarrando los recursos que provee la sociedad -no el gobierno- a la universidad, mismos que son malgastados en “aviadores”, viáticos, comilonas, borracheras, festejos, viajes, etc.
En ese tiempo, Jesús Ochoa Galindo se preparaba para reelegirse. Hacía 8 años que el grupo de los “Chicos Tec” de Fraustro Siller se habían apoderado de la UAdeC con el apoyo de dos gobernadores también “chicos Tec”: Rogelio Montemayor Seguy y Enrique Martínez y Martínez.
Los principales miembros del grupo de los “Chicos Tec” (algunos dicen que es una Cofradía) son José María Fraustro Siller, Jesús Ochoa Galindo, Blas Flores Dávila y Mario Alberto Ochoa Rivera, que aunque haya egresado de una universidad patito, tiene las mismas mañas que sus compañeros de grupo. Todos saquearon a la UAdeC.
Estos rectores, que usufructuaron el poder en la Universidad Autónoma de Coahuila, dejaron como herencia la tergiversación de la historia universitaria, la simulación profesional, el atraso académico, científico y cultural, el desprecio por el intelecto, la marginación del talento, la corrupción, el servilismo y la ignorancia, nada de esto tiene que ver con aquello de que “En el Bien Fincamos el Saber”.
(Continuará).
Mariano López Mercado…