José Guadalupe Robledo Guerrero.
El pasado 30 de noviembre, el gobernador de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme Solís, presentó su Quinto Informe de Gobierno, y en su discurso abordó todos rublos de su administración, sus acciones y los resultados que hasta hoy se han tenido sin protagonismos ni falsas poses.
Durante sus cinco años de gobierno, Riquelme mantuvo un perfil bajo, necesario para cumplir lo que se impuso como meta al inicio de su sexenio: unificar a los coahuilenses, mantener la seguridad pública y el respeto por la ley, además de atraer inversiones que representa prosperidad y empleos para los coahuilenses.
En el mensaje político de su Informe, sin dar nombres, el gobernador Riquelme abordó la situación del proceso electoral que se avecina, señalando la preocupación que tienen muchos coahuilenses y que utilice como título del presente comentario: que nada ni nadie nos divida, esto lo dijo a propósito de la actitud de polarización, que tratando de emular a López Obrador, ha adoptado uno de los precandidatos de Morena, Ricardo Mejía Berdeja, quien se asegura es el favorito de AMLO.
Con el destinatario identificado, Riquelme Solís advirtió: “Ante el proceso que se avecina, sigo creyendo firmemente en permanecer unidos y jamás dividirnos. En Coahuila no caeremos en la polarización. Hagamos que prevalezcan las propuestas y no las descalificaciones, para hacer de la elección una fiesta democrática”.
A principios de junio pasado, entrevisté al subsecretario de Seguridad, Mejía Berdeja, y le pregunté sobre algunos de sus correligionarios que también estaban compitiendo por la candidatura para gobernador por Morena. Su respuesta fue la correcta, según él, todos tenían derecho a aspirar al cargo, pero meses después acusó a uno de ellos, Armando Guadiana Tijerina, de traidor y títere de sus adversarios, porque le hacía la competencia y no quiso declinar a su favor, según lo dio a conocer el propio Guadiana.
En aquella entrevista le hice ver que algunos coahuilenses pensaban que detrás del candidato de Morena venía el crimen organizado. Ricardo Mejía lo desmintió, pero a últimas fechas, las redes sociales se han llenado de información sobre sus supuestas relaciones con impresentables, a las que no ha dado respuesta ni ha aclarado.
Ya encaminado en su estrategia de polarización, enderezó sus descalificaciones y acusaciones hacia los periodistas y medios que no le queman incienso, como si esto fuera una obligación, y siguió con el gobernador a quien acusó de corrupto sin mayores datos y sin denuncias, lo cual es extraño en un jefe policiaco, porque denota que no se dio cuenta de lo que ahora acusa, hasta que pretendió ser candidato a gobernador. Y lo peor, es que a su alrededor ha conjuntado a un buen número de corruptos, que muy bien conocemos los coahuilenses.
Hace algunos meses, en este mismo espacio, abordé el caso de la polarización que comenzaba a aparecer en boca de Mejía Berdeja, y sin mencionar nombres me opuse a que esta deplorable estrategia política -que puso en boga López Obrador- anidara en Coahuila.
Después se manifestaron otras deleznables actitudes políticas, como no respetar las leyes impuestas para la competencia electoral, y comenzaron a aparecer los espectaculares de una anticipada precampaña, haciendo caso omiso de las reglas que se deben acatar.
De ninguna manera, estoy en desacuerdo con que el presidente de la república decida los candidatos de su partido a gobernar las entidades, pues esto es una costumbre de la “democracia” a la mexicana, finalmente los “nuevos” actores políticos son los mismos y nada ha cambiado, al contrario, con López Obrador se han profundizado las viciosas prácticas del nefasto presidencialismo mexicano.
En lo que nunca estaremos de acuerdo es que se divida, polarice y confronte a los mexicanos, en momentos que el país atraviesa por graves problemas, que requieren de la unidad de los ciudadanos para resolverlos.
Ricardo Mejía Berdeja, debe tomar en consideración que muchos coahuilenses están en contra de que los dividan. Quizás por ello, el gobernador abordó el caso con sutileza y decisión. ¿Quién quiere gobernar un estado polarizado y dividido? Solo aquellos que desean imponer sus pequeños intereses personales. Ningún coahuilense que se precie de serlo quiere dividir a sus paisanos.
Por eso hay que rechazar la polarización de los coahuilenses, pues según los analistas, México tardará dos sexenios en reconciliar a los mexicanos de la deplorable confrontación que ha hecho López Obrador. ¿Para qué incluir a Coahuila entre los estados polarizados?
Por último, una persona modesta que vio el informe del gobernador me dijo: Me apena que ya se vaya Riquelme. Y esto lo externó porque su hijo tiene empleo y su familia goza de seguridad, un elemento primordial para ejercer cualquier oficio o actividad productiva.
Que lo entienda quien tenga libertad de entendimiento. Finalmente, los coahuilenses deben proteger no solo su estado, también su estatus, sus aspiraciones y sueños, y para eso debemos mantenernos unidos. El futuro bien lo vale.