Convocatoria. Frente noreste de cultura y arte

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Fernando Fuentes García y Fernando Fuentes Cortés.

“No existe tal cosa como la sociedad”. Con esta declaración la Primer Ministra del Reino Unido (1979-1990), Margaret Thatcher, daba inicio en 1987 a la ruptura del orden social, que caracterizó desde entonces a la doctrina neoliberal. Al Estado de bienestar, se le exime de su responsabilidad social para iniciar su privatización y reducción drástica, mientras que a la sociedad se le comienza a desorganizar y a despolitizar, dejándola al fin desamparada. Al pueblo se le lanza al mercado para soportar sus estragos lo mejor que pueda, viviendo vidas de inseguridad y precariedad, mientras se enfrenta solo al mundo turbulento, en tanto que a los oligarcas y privilegiados se les da el amparo desde el gobierno que dominan gracias a su propiedad, colocando a su disposición el rescate (las dádivas como las del Fobaproa), para cuando estén en problemas (Noam Chomsky. Truthout, 7/11/2022).

El modelo cultural/educativo que José Vasconcelos impulsó como Secretario de Educación Pública (1921-1924), trascendió y figuró (modificado, reciclado o renovado) hasta entrada ya la embestida neoliberal en 1988, con la creación en ese mismo año y en presencia de Octavio Paz, quien apoya a Carlos Salinas de Gortari, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), la que precedió a la creación en 1939 y 1946, respectivamente, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Al frente del Conaculta se designa como segundo presidente a Rafael Tovar y de Teresa, de extracción priista, quien se mantiene al frente de la institución en la presidencia de Ernesto Zedillo y resurge en la de Enrique Peña Nieto. La cultura se utiliza para justificar el salinismo y construir el marco neoliberal ayudado por los intelectuales orgánicos, entre ellos, Enrique Krauze Kleinbort, adepto a Paz.

A partir de entonces (1988), siguiendo la vergonzosa tradición política de subordinación a Estados Unidos y como consecuencia del destino deparado para el sur por la potencia del norte al establecer el sistema neoliberal (el de la pérdida de soberanía y competencia y sometimiento al dictamen de organismos internacionales), se produjo, parafraseando al sociólogo Marcos Roitman, un paisaje cultural desolador de lo peor de una realidad expoliada por el capitalismo. Así, el Estado dejó a un lado a la cultura, sin contemplar que la cultura conformaba un bien esencial y necesario para la vida en sociedad, como apunta el investigador Alberto A. Grunstein (Discurso Visual, 2010). Se privatizaron zonas arqueológicas, como Uxmal e Ichkaba. La venta, legal o ilegal, de objetos arqueológicos de México cundió. Una compleja red de traficantes de bienes culturales aprovechó el descuido en el registro, descripción y protección del acervo documental del Archivo General de la Nación.

La cultura neoliberal se forjó, entregando el cine a Hollywood, lo mismo que otras industrias culturales, obstruyendo nuestra propia identidad, negando la historia, el civismo y la filosofía. En su artículo “Autómatas” (El Norte, 16/05/2009), Alejandra Rangel denunciaba la desaparición en la educación de las disciplinas filosóficas, Lógica, Ética y Estética y la historia del pensamiento filosófico; la acción, declara, es un atentado contra la diversidad, que seguramente produciría una sociedad pragmática y técnica. Esto ha sido el objetivo y el resultado del neoliberalismo, profesionales autómatas sin espíritu crítico y humano, una sociedad desarmada y obediente. Solo considerar la máxima expresión neoliberal reciente que ha sido la vergonzosa oleada nacional de macartismo ruso-fóbico y la grotesca defensa mediática irracional del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), que se había convertido, a partir de 1988, en un tanque de pensamiento neoliberal al servicio de las empresas privadas (John M. Ackerman. La Jornada, 13/12/2021).

La doctrina neoliberal, produjo la cuasi desaparición de los cafés literarios, el punto de reunión de artistas e intelectuales (Reyes Martínez T. La Jornada, 13/12/2022). En un particular café instalado en los portales del Museo Metropolitano de Monterrey, se reunió regularmente en el fugaz transcurso de los años del 2010 al 2015, un grupo de artistas, promotores del teatro, pintura y otras disciplinas, denominado “Luz en la Sombra”. El Café 30-10 y la Fonda de Andrés, son otros casos en Monterrey. Así también se implantó la miseria creativa e intelectual que se esparció por todo el sistema cultural para impulsar el mal llamado arte contemporáneo (Avelina Lésper. Milenio, 19/11/2014), que yo llamaría arte neoliberal, puesto que responde al mercado y no al humanismo, responde al globalismo y por tanto a la imitación de lo externo, lo que genera falta de identidad. El sistema cultural, tras haber casi negado las expresiones plásticas clásicas y exaltado el culto a los valores neoliberales (entre otros, la corrupción y el uso discrecional de la cultura para beneficio de unos cuantos), produjo un ambiente completamente desfavorable para el desarrollo de nuestros productores de arte y jóvenes creadores.

Elena Poniatowska, nos brinda una mirada a la realidad neoliberal, al narrar la voz de jóvenes creadores que recientemente le visitaban en su casa, quienes describen una burocracia cultural ciega, sorda, altiva y elitista, pero también una comunidad artística individualista y definitivamente desinteresada en el progreso y el bien común, conservadora por demás; lo que puedo confirmar desde mi trinchera (Fernando Fuentes García). Rodrigo, uno de los estudiantes que visitó a Elena, expresaba la necesidad de rescatar la identidad y la historia, anhelando los tiempos en los que <los artistas con ideales claros, luchaban por una causa>  (La Jornada, 29/05/2022). En mi esfuerzo (FFG) por entender la voz de la expresión neoliberal llamada arte contemporáneo, me sorprendió un ejercicio que el curador Gonzalo Alberto Ortega Ugarte, maestro en “Arte en contexto”, nos invitó a realizar a los asistentes de uno de sus talleres. El ejercicio, en síntesis, invitaba al productor o artista a reflexionar en su propia esencia. Me parece que la pérdida de la identidad, es el reflejo de la crisis del arte contemporáneo, que a muchos deslumbra todavía, el cual ha llegado a su punto crítico por el colapso del inhumano sistema neoliberal y el fin del globalismo, lo que inevitablemente nos llevará a rescatar nuestra identidad, historia y tradición y a poner el énfasis en nuestros valores regionales.

En Nuevo León, de acuerdo a datos del gobierno (Plan Estatal de Desarrollo, Nuevo León 2022-2027), el desolador paisaje cultural neoliberal nos ha dejado con el 62 por ciento de la infraestructura cultural estatal concentrada en 13 municipios del área metropolitana de Monterrey, en los que además se centra la programación de las actividades culturales. La falta de acción entre instituciones y entre el gobierno y los municipios, dejan una fuerte carencia de información cultural e importantes pérdidas en el patrimonio cultural del Estado por falta de mantenimiento, que incluyen el derrumbe del magno mural en bajo relieve, hecho sobre las rocas de la sierra de Iturbide por el artista Federico Cantú (1907-1989). La decadencia es tal que, entre el 2012 y el 2021, el promedio de recursos financieros destinados al sector cultural estatal, llegó a ser tan solo del 0.3 por ciento del Presupuesto de Egresos del Estado. Del presupuesto cultural, el 43 por ciento en promedio, lo absorbe el Fondo Editorial de Nuevo León, los Tres Museos y el Festival Internacional Santa Lucía, los demás espacios culturales del área metropolitana, a cargo del Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León (CONARTE), seguramente han de absorber el resto del presupuesto. En este sentido, el año 2022 no fue la diferencia y el 2023 se visualiza peor aún, a pesar de que la UNESCO recomienda invertir en cultura, cuando menos el 1 (uno) por ciento del Presupuesto de Egresos del Estado.

Con la evidente pretensión de explotación intensiva del patrimonio cultural, con criterios mercantiles y empresariales y en clara armonía con el Pacto por México, el presidente Enrique Peña Nieto, decreta en el 2015 la creación de la Secretaría de Cultura, que absorbe al Conaculta y atrae al INBA y el INAH. El nuevo organismo nace con simples facultades delegadas a sus dirigentes y carente de una política cultural definida, lo que perpetuaba el manejo elitista, excluyente y discrecional de la cultura. La reacción de la comunidad cultural, logró al menos acotar los riesgos neoliberales, con el impulso en el 2017 de la Ley General de Cultura y Derechos Culturales, que reconoce el derecho a la cultura y obliga al Estado a garantizarla. Sin embrago, ha quedado pendiente profundizar la ley, con una adecuada reforma que logre diferenciar el vínculo entre educación y cultura y defina mejor el ser y el hacer de la actividad cultural; como así lo ha dejado ver el Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (GRECU), con respaldo de la Universidad Autónoma Metropolitana.  

En el 2009, la periodista cultural Adriana Malvido, cuestionaba en su artículo para Milenio, “Nuevo paradigma cultural”, la percepción negativa en el entorno económico, de la actividad cultural, en el que ciertamente existe un desdén por quienes deciden dedicarse a las artes. La periodista destaca el camino que iniciaba entonces el GRECU liderado por Eduardo Cruz Vázquez, para impulsar políticas públicas y privadas en la cultura, desde la lógica de la economía. Cinco años atrás, durante el 18 Congreso de la Sociedad Internacional para las Artes Escénicas realizado en México, el ex director del Consejo de las Artes de Gran Bretaña, Anthony Field, reconocía ya la principal deficiencia en el sector “el reducido financiamiento de las artes” y agregaba el centralismo y la imitación de lo que viene de fuera, en lugar de optar por un lenguaje artístico propio (El Norte. 15/06/2004). Los recortes presupuestales al sector cultural, son el pan de cada día, aún que ya es reconocido en el mundo y en México, la considerable aportación de la cultura al Producto Interno Bruto (PIB). En México, la Cuenta Satélite de la Cultura 2022, base 2021, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, muestra una aportación al PIB del país de 3.1 por ciento.

La ordenanza privatizadora “prosigue” en Nuevo León, con la creación en el 2021 de la Secretaría de Cultura del Estado, estrenando una Ley de Patrimonio Histórico y Cultural Municipal, hoy vetada pero no muerta, la que puso en riesgo de privatizar los bienes de valor histórico y cultural (Heraldo de México, 30/04/2021), algunos ya en proceso mediante concesiones, como el Parque Fundidora. La nueva secretaría nace con simples facultades delegadas a sus dirigentes y duplicando funciones al dejar fuera convenientemente al CONARTE. Organismo descentralizado creado en 1995, este último, capturado por la élite económica que “simula” funcionar con un esquema de participación ciudadana, con doce concejeros ciudadanos “que son designados por el gobernador del Estado” y doce Vocales que se eligen por la comunidad artística agremiada al organismo. Las funciones honorarias designadas a los Vocales de los gremios, los deja sujetos al presidente del organismo y al supuesto Consejo Ciudadano, que prácticamente los utiliza para justificar acciones verticales. Los Vocales “no” son elementos de cambio y progreso cultural, puesto que se les deja sin fuerza, ni voz crítica en el Consejo y en la mayoría de los casos no representan verdaderamente a sus comunidades, o más grave aún, no cuentan con una visión social.

Con la arremetida neoliberal salinista, surge en 1991 el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO), mediante la asociación civil público-privada que conformó el Patronato Pro-Construcción del Museo de Arte Contemporáneo. El museo declara actualmente buscar integrar una de las colecciones permanentes más importantes de arte contemporáneo, sin embargo, tras 31 años de actividad, el “museo” sigue funcionando como sala de exhibiciones temporales. Esto aunado al hecho de que al conformar su exhibición inaugural “Mito y Magia en América: Los Ochenta”, con la que abre sus puertas el recinto, mezclando a artistas extranjeros de talla internacional selectos con únicamente los artistas nacionales seleccionados de la galería nuevoleonesa, Arte Actual Mexicano, pone en entredicho su actual misión declarada. Polémica, esta última, a la cual el entonces director del espacio, Fernando Treviño, declaraba en el programa televisivo “FORO” conducido por Gilberto Marcos, había sido una coincidencia. A casi dos lustros de iniciada su actividad, Fernando Fuentes Cortés invitaba públicamente al museo a practicar la solidaridad, difundiendo la obra de los artistas con más trayectoria de Nuevo León en una exhibición colectiva, lo que no se ha hecho.

En contraste, un año antes del nacimiento de MARCO, se crea la Pinacoteca de Nuevo León, con sede en el Parque Niños Héroes, hoy ubicada al interior del Colegio Civil Centro Cultural Universitario de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Es de destacar el acervo que ha logrado conjuntar este espacio cultural, que, con cerca de 1700 obras de arte, logra hacer honor a los artistas plásticos neoloneses, dejando plasmado su acervo en el libro “Colección, Pinacoteca de Nuevo León” editado en el 2011. Aunque parcialmente expuesta la colección, hoy embodegada, queda pendiente exhibirla adecuadamente y de forma permanente en un “Museo de los Artistas de Nuevo León”. Es meritoria también la destacada solidaridad hacia nuestros valores, que la UANL ha demostrado a través del tiempo.

Tras la farsa de la alternancia del año 2000, la que casi todos compramos completita, llega el balde de agua fría. Ese mismo año, al cierre de la Opera de Monterrey y el Ballet de Monterrey, le sigue el cierre del primer espacio dedicado al arte en la ciudad, el Museo de Monterrey, que con una colección permanente y tras 20 años de actividad albergó más de 300 exposiciones. El grupo que patrocinaba al museo, Fomento Económico Mexicano (FEMSA), simplemente replanteó su filantropía y adoptó el nuevo horizonte neoliberal que le favorecía. El museo se despide con la exhibición “100 años a través de 100 artistas, las artes plásticas de Nuevo León, siglo XX”, que logró récord de asistencias. Más de 900 artistas de la entidad fueron considerados en la selección que hiciera el reconocido crítico de arte Xavier Moyssén, con la intensión de dejar constancia de lo que se ha hecho en Nuevo León al cierre del milenio.

Convocatoria

En el contexto del inicio del nuevo orden soberanista multipolar y el avance progresista de América Latina. A un siglo de la revolucionaria visión de José Vasconcelos y a siete décadas de iniciado el proyecto colectivo del Frente Nacional de Artes Plásticas, que integró en sus filas a la Sociedad de Artistas Coahuilenses y a la sección de artistas de Nuevo León. La comunidad artística y cultural “progresista” de ambas entidades federativas, tiene la oportunidad de reivindicar la tradición revolucionaria que dio fruto a grandes próceres de la Patria en la región, a través del establecimiento de un nuevo trazo para la cultura y el arte. Un meritorio esfuerzo de transformación a destacar en Nuevo León, es el que continúan diversos integrantes de la comunidad cultural, liderados por Fernando Arturo Galaviz Yeverino, al impulsar la iniciativa ciudadana del 2021 denominada “Ley de Desarrollo y Fomento de las Artes, el Patrimonio y los Derechos Culturales para el Estado de Nuevo León” con el fin de dar marco legal a la ahora Secretaría de Cultura del Estado (Paso Libre, 08/11/2021).

Sin embargo, para que el nuevo trazo y soberanía de los sectores culturales de la región sean una realidad, habrá que primero atender a nuestra principal debilidad: La desorganización, fragmentación y despolitización de la comunidad cultural y artística (estatal y regional) que, adormecida en el dulce engaño del disfraz demócrata y humanista del eje neoliberal, ha olvidado las bases que le sustentan y permitido toda clase de transgresiones, que la ha dejado lejos de reconocerse a sí misma y con una grave ruptura generacional. Convocamos a la comunidad “progresista” a conformar el <Frente Noreste de Cultura y Arte> y a demostrar que existe una sociedad cultural y artística con una agenda social, comprometida a rescatar el lema (regional) que declara orgullo de ser del norte, hoy secuestrado por una élite oligárquica en el poder norteño, con el que pretenden cohesionar al pueblo, para seguir simulando la democracia y avanzar en el camino de una visión expresa y traidora de balcanizar la región. Urge la decisión, el sinceramiento y la audacia de los verdaderos líderes sociales del Noreste, que se atrevan a abrir una lucha a fondo, desde la cultura y el arte, contra ideas, medios y modos neoliberales. ¿Tendremos el coraje?

Tras una lucha titánica de la mayoría de los mexicanos por rescatar al país a contracorriente del conservadurismo, se ha revertido el cierre del féretro de México que la mafia (literal) neoliberal construyó y comenzó a cerrar para erigirle un túmulo (El poder social, la república democrática. Haciendo Comunidad, 01/12/2022). Las bases para la reconstrucción del sector cultural y artístico nacional están sentadas y un movimiento desde el Noreste resulta clave para impulsar la descentralización del sector en el contexto electoral nacional inmediato (2024). El movimiento resulta además trascendente para las entidades de la región, puesto que, ante el incipiente avance progresista regional, el tiempo apremia y la lucha por la transformación de los respectivos sectores, debe de comenzar de manera inmediata, para así llegar, no sin dejar huella en el camino, a los rituales de la sucesión gubernamental juntos, con firmes proyectos culturales y artísticos estatales con respaldo mayoritario. La historia nos liga, más allá de las peculiaridades y la transformación solo será posible si se deja de ser, para progresar en unión.

Sobre los autores

Fernando Fuentes García es un escultor, comprometido a transmitir la aportación única y vital del arte y la escultura y a contribuir a un mejor México.

Fernando Fuentes Cortés, terminó sus estudios profesionales como economista y trabajó como tal hasta el año de 1980. A partir de entonces, se ha dedicado profesionalmente a las artes plásticas, logrando una destacada trayectoria con exposiciones de su obra en los espacios más importantes de México, como el Palacio de Bellas Artes y el Museo de Arte Moderno.