José Guadalupe Robledo Guerrero.
En alguna ocasión que desayunábamos en su casa acompañados de su esposa doña Isabel, le pregunté al exgobernador Óscar Flores Tapia si alguien le había propuesto matar al propietario y director de Vanguardia, Armando Castilla Sánchez, cuando lo criticaba constantemente en su periódico al final de su sexenio. Su respuesta no tuvo desperdicio: “Sí, hubo alguien que lo hizo, era de Arteaga, le apodaban ‘El Tigre’ y era primo de mi esposa”, volteo a ver a doña Isabel y le preguntó: “¿Cómo se llamaba tu primo?”, la señora visiblemente molesta le respondió: “El Tigre, déjalo así”.
Esto viene a colación, porque el pasado 15 de diciembre el periodista Ciro Gómez Leyva fue baleado a las 11 de la noche a 300 metros de su casa, pero salvó su vida gracias a que manejaba una camioneta blindada, propiedad de la empresa periodística en donde labora. Los tiros recibidos iban directos a su cabeza, disparados desde una motocicleta por dos sicarios, las balas fueron detenidas por el blindaje del vidrio de la ventana del piloto.
Ciro Gómez Leyva es uno de los periodistas más connotados y respetados del medio, que ha sido descalificado y señalado en varias ocasiones como enemigo de la Cuarta Transformación por el presidente López Obrador desde la mañanera.
Luego de conocerse el cobarde intento de asesinato del periodista, en la mañanera siguiente AMLO optó por solidarizarse con Ciro. Minutos después, el mismo López Obrador señaló que el acto bien pudo haber sido un autoatentado, “no de él, sino de otros de su grupo de conservadores que quieren dañar a mi gobierno”. Y continuó su descalificación hacia los periodistas e intelectuales que critican sus yerros, ocurrencias y que están en desacuerdo con la polarización en que ha incurrido su nulo gobierno.
En la siguiente mañanera, López Obrador siguió con su perorata, acusando a diestra y siniestra a sus críticos, y sin manifestar su aversión a esos actos homicidas, el presidente fue más lejos, al señalar que su gobierno nunca aceptaría mandar matar a alguien por estar en su contra, pero nunca desmintió que esos casos se dan y nada dijo para evitar que llegaran a consumarse.
En su diarrea verbal, AMLO dejó en claro que ese intento de homicidio en contra del periodista se derivaba de su actitud en contra de la 4T. En otras palabras, revictimizó a Ciro Gómez Leyva, y nada externó para declararse en contra del acto intimidatorio que puso a las puertas de la muerte al conocido periodista, al contrario, sus palabras llevaban el mensaje de “tengan para que aprendan”.
Lo cierto, es que con el atentado en contra de Ciro Gómez Leyva, el obradorismo dio comienzo a su régimen de terror con la intención de intimidar y amenazar de muerte a sus críticos, que es exactamente lo mismo que hacen los dictadores populistas con quienes le señalan su mal gobierno.
También es verdad, que los autores intelectuales del intento de asesinato, escogieron el momento de realizar su criminal acto, pues fue planeado para que tal suceso se diera en fechas festivas, por lo cercano a la navidad y al año nuevo. Lo que demuestra que todo fue planeado con premeditación, alevosía y ventaja, tal y como se estila en los crímenes de estado.
Hasta el momento de escribir el presente comentario nada se sabía de los facinerosos que dispararon, pero de lo que no existe duda, es que el principal responsable del intento de asesinato de Gómez Leyva, es López Obrador, quien desde sus mañaneras tiene cuatro años polarizando a la sociedad mexicana, atacando cobardemente a sus detractores y poniéndolos en el patíbulo.
El intento de asesinato de Ciro Gómez Leyva, es el peor mensaje intimidatorio que se le ha ocurrido a López Obrador, quien preocupado por el fracaso de su gobierno, se ha convertido en un verdadero peligro para México, ahora ya se sabe que está dispuesto a todo, y no hay duda que sus principales enemigos son los periodistas y los intelectuales críticos, que son a los que ha enviado su mensaje de intimidación y muerte teniendo de fondo el grito de todos los dictadores: ¡Muera la inteligencia!
Política aldeana
Ahora resulta que Ricardo Mejía Berdeja ha sostenido una lucha en contra del moreirato, pero durante el gobierno de Enrique Martínez y Martínez, cuando Ricardo Mejía fue el segundo de la secretaría de Gobierno, Humberto Moreira utilizó ilegalmente los recursos de la SEPEC y del Ayuntamiento de Saltillo para comprar voluntades y votos, y Mejía nada dijo, se quedó callado cobrando su sueldo. Del 2005 al 2018 cuando gobernaron a Coahuila los hermanos Humberto y Rubén Moreira y hacían de las suyas, Mejía Berdeja estuvo ausente, avecindado en Acapulco, Guerrero. Luego en 2022 retornó al estado como subsecretario de Seguridad Pública, y con muchas ganas de convertirse en gobernador, se acordó que existían los Moreira, y levantó la bandera en su contra, y a la usanza de López Obrador, inició la polarización de los coahuilenses. Ricardo Mejía Berdeja es un perdedor, y él lo sabe, pero es un mal perdedor, igual que su Mesías tabasqueño, y ahora insiste en arrebatar por la mala, lo que no pudo conseguir con política. Lo que no entiende Mejía es que a los coahuilenses no les agradan los porros o pandilleros que quieren gobernarnos, y si no al tiempo.
Preguntas huérfanas
¿Será cierto que las patadas de ahogado de Mejía Berdeja y su grupo de resentidos son para negociar y que los incluyan en los cargos y puestos políticos?
¿Negociará Morena con los inconformes o los dejará irse por la libre?