En las estribaciones sureñas de la sierra de Pénjamo, al suroeste de la sierra de Guanajuato, se hallan los vestigios de una de las ciudades más complejas de esta región. Concebida como un espacio abierto y en relación directa con los cerros, Plazuelas sobresale por su integración al paisaje, edificándose cuidadosamente para no romper el orden de su entorno. La ocupación de este sitio se dio entre 450 y 900 d.C., periodo en el que el territorio del actual estado de Guanajuato alcanzó su mayor densidad de población.
Durante mucho tiempo, Guanajuato fue considerado una región habitada en época prehispánica sólo por indios chichimecas dedicados a la caza y a la recolección de plantas y animales, con una forma de vida semi nómada. Estos grupos chichimecas habitaban la región a la llegada de los españoles, pero anteriormente estas tierras estuvieron ocupadas por pueblos sedentarios integrados a la alta cultura mesoamericana.
Manifestaciones de esa pasada civilización se encuentran diseminados por todo el territorio junto a los ríos, valles, laderas y cima de los cerros. De acuerdo con el avance de los trabajos arqueológicos de los últimos años, se ha logrado establecer que en Guanajuato habitaron desde época remota diversos grupos étnicos que se interrelacionaron mediante alianzas sociales, políticas o militares.
La zona arqueológica Plazuelas es un sitio que llama la atención por representar una diversidad de confluencias étnicas. Aunque de pequeñas dimensiones, la complejidad de los elementos arquitectónicos que lo conforman, lo hacen ser un lugar único entre los centros prehispánicos habitados durante el primer milenio de nuestra era.