Rufino Rodríguez Garza.
Crucé el cañón del Pitayal y caminé hacia el sur, bordeando la sierra hasta llegar al Arroyo Piedritas, este arroyo nace en los alrededores de la ahora Presa de las Esperanzas y lleva sus aguas cuando las hay al Arroyo de Patos, este es lo más parecido a un río acá en esta parte sureste de nuestro estado.
La sequía ha sido prolongada y las floraciones de cactus las podemos admirar en este mes de abril, cuando lo normal es en marzo; como no ha llovido el ganado no tiene alimento ni agua y acaba muriendo.
En mi paso por aquí pude observar cabras y vacas muertas.
En el caso de los petroglifos, estos son escasos; sin embargo, los grabados están bien elaborados y podemos observar algunos conocidos, como lo son los “hongos”, que para el que suscribe es una representación de territorio, una forma de decirle a otros grupos que respetaran sus tierras de cacería, de recolección, sus aguajes y sus lugares sagrados donde depositaban a sus muertos.
En este pequeño recorrido que va del camino al Aparejo hacia el ya mencionado Arroyo Piedritas, pudimos observar astas de venados cola blanca, finamente grabado, así como herramientas de uso diario como proyectiles y navajas enmangadas.
El venado cola blanca les fue muy útil a los cazadores-recolectores, pues de este animal se aprovechaba todo, no sólo su carne, sino que les eran útiles las astas, los tendones, la piel y los huesos.
No muy lejos de este apartado lugar hemos observado representaciones de borrego cimarrón tan cerca como medio kilómetro. En el faldeo de la sierra podemos ver muchas chimeneas o fogones donde los nativos cocinaban se calentaban en las duras inviernos o se aprovechaba el fuego para ahuyentar algunas fieras.
Pudimos observar también algunas figuras humanas, que en este contexto se les llama antropomorfos y que destacan por lo bien elaboradas, una de ellas localizada en las coordenadas 23° 03845 latitud y 101° 116146 longitud está representado una figura en posición dinámica corriendo y con algo en una de sus manos que pudiera tratarse de un arco, al medirlo nos arroja una altura de 31 cm.
Las cuentas a base de puntos son más bien escasas, las hay, pero pocas y con numerales pequeños; ya cerca del final de este lomerío casi junto al lecho del arroyo hay un pequeño abrigo con sólo un motivo, más bien abstracto, que consiste en un círculo relleno, un óvalo en la parte superior y de donde salen dos prolongaciones como si fueran unas antenas.
Aquí y en estas fechas (abril del 23) destacan las hermosas flores de pitahayas.
Nos da idea de lo abundante que será este fruto en los meses de agosto y septiembre.
San Pedro
Desde hace tres años, unos amigos compañeros de generación hemos sido invitados a San Pedro de las Colonias, donde la amabilidad y compañerismo hacen de los días de Semana Santa un todo un agasajo, pues el ingeniero José Rodríguez Zamancet nos recibe y nos trata inmerecidamente, aprovecho para conocer lugares de riqueza arqueológica y uno de los cuatro días me escapo con amigos que tienen el gusto por el estudio de las culturas del desierto.
Es gracias a las redes que conocí al amigazo Sergio Quiroz y a Saúl Martínez. Sergio, maestro jubilado y Saúl un gran tapicero, ambos amigos de salir al desierto y coleccionistas de libros, fotos, flechas y leyendas, el profe Sergio conoce cada rincón del municipio de San Pedro, pero también de los municipios vecinos, sube casi a diario un pequeño video de cada comunidad ejidal, retrata cada una de sus festividades y degusta de los platillos que amablemente le invitan. Los videos del profesor Sergio son todo un referente para aquellas personas que quieran conocer a detalle las virtudes y ventajas de estos hermosos lugares de Coahuila.
Con Sergio he tenido oportunidad de acompañarlo en sus recorridos, y ahora aprovechando los días de descanso de Semana Santa, me llevó a un sitio con pinturas en los alrededores de la comunidad de Tacubaya, allí abandonamos el vehículo junto a unos enormes arenales y empezamos a subir y bajar por lugares muy difíciles sin veredas y sumidos en la arena.
Después de más de media hora de caminar llegamos a unas lomas pedregosas, a mí se me imaginaba que el buen Sergio se había equivocado de lugar, pero todos sedientos arribamos al fin al pequeño refugio, el cual no alcanzaba más de un metro de diámetro. Se hizo por los antiguos pobladores de estos lugares de Coahuila; un tablero con dibujos nada naturistas, más bien abstractos no reconocibles, sino que privan los dibujos geométricos, en donde se realizaron ritos de paso del tránsito de jóvenes a guerreros, por ejemplo, sitio privado de rituales donde también se realizaban ritos propiciatorios para la obtención de la salud, la buena cacería y la indispensable lluvia.
Hermoso lugar con arte rupestre que ha sido visitado por curiosos y/o aficionados a la arqueología, el cual aún alejado de la población más cercana la basura es abundante.